Poesía narrativa: Recuerdo girasol [Esp-Eng]

Tan simple como hermoso, era la mañana de un otoño. Sus ojos viendo lo mas profundo de cada uno de los copos. Mi verdad y mi tesoro, suspirar en su nombre desaparecía todos mis escombros. Un viaje del centro de la tierra a un maremoto, un lio de sensaciones sin estaciones con ambiente ruidoso. Era un sonido blanco llevándome a ver todo desde otro foco.

Recuerdo su olor como el perfume de una flor, lista para impregnar mi alma sin explicación. Una bendición sin distinción, un cultivo de amor capaz de contagiar furor. Un rompecabezas de fuego y sudor, un fuerte carácter lleno de decisión. Un plato fuerte de revitalizante emoción. Dispuesto a sumergirme en su templo de salvación, un ser hecho por dios.

Recuerdo su suavidad de algodón, rozando cada poro en mi estupor. Extasiado de su belleza y clamor. Corriendo por las hebras de mis sentidos en conmoción, hilando fantasías con su rugido en rebelión. Bestia hermosa, salvaje con un poderoso don. Sangre lavanda como del óleo y su color, majestuosa obsidiana capaz de cortar hasta al barquero que por mi navegó.

Recuerdo su calidez como una manta al sol, una vista magnífica desde su monte de venus hasta su cuello, donde aloja un precioso lunar marrón. El polvo convertido en cenizas de estrellas por la pisada de su talón. Un baile celestial capaz de magnificar el embeleso de su seducción. Vibrando con la naturaleza de su perfección, adorando su piel de durazno tornasol.

Recuerdo su energía de pequeño león, liderando todo mi caos y mi compleción. Saciando mi necesidad de afecto mayor por sus labios derramando magia sin excepción. Incautado estaba mi corazón en cuanto aquella delicada voz en mi alma se enterró. Como en una herida abierta sus encantos consiguieron donde plantar su canción.

Recuerdo lo simple y agresivo como en mi mundo aterrizó. Fue un vendaval de alerta y excitación. Nos conocimos un día en el que estaba al borde de la rendición, pero su sonrisa de par en par mi mi corazón rasgó, llenándolo de flores y cubriéndolo de miel para su gusto y sabor. Yo era una especie declarada en desolación, pero ella era una en peligro de extinción.

Recuerdo cómo sorpresivamente mi isla floreció, pero ella seguía diciendo que fui yo quien la salvó. Podría ser su guardián y su cazador, dispuesto a entregarle el mundo por ver el brillo en sus ojos azulados luminosos como un farol. Implorando su salud y despreocupación, me arrojé al mar de la devoción. Su nombre estaba grabado en las bocanadas de mi respiración.

Recuerdo cómo fue perderla provocándome un intenso temblor, esa noche por alguna razón desconocida del cielo nevó. Hacía frío y todo daba vueltas a mí alrededor. El peso de mi alma se triplicó. El dolor a mis oídos ensordeció, su cuerpo sin vida reposaba en un nido de flores de girasol. Una vida llevaba en su interior y sin poder hacer más nada alejé toda idea racional en esa situación.

Yo solo quería reunirme con ella en un vals de nuestros pasos torpes de alguna canción. Y así fue como le di paso a la infinidad de materia para su próxima trasformación, sumergiéndome en un sueño profundo donde mis brazos rodeaban su divino vigor. Juntos por siempre a través del horizonte desconocido de una estación, unidas nuestras almas hasta la siguiente reencarnación.

As simple as it was beautiful, it was the morning of an autumn. Her eyes seeing deep into each and every flake. My truth and my treasure, sighing in her name disappeared all my debris. A journey from the center of the earth to a tidal wave, a seasonless mess of sensations with noisy atmosphere. It was a white sound taking me to see everything from another focus.

I remember its scent like the perfume of a flower, ready to impregnate my soul without explanation. A blessing without distinction, a crop of love capable of contagious fury. A puzzle of fire and sweat, a strong character full of decision. A main course of revitalizing emotion. Willing to immerse myself in her temple of salvation, a god-made being.

I remember her cottony softness, brushing every pore in my stupor. Exhilarated by her beauty and clamor. Running through the strands of my senses in commotion, spinning fantasies with her roar in rebellion. Beautiful, wild beast with a powerful gift. Lavender blood as of oil and its color, majestic obsidian capable of cutting even the boatman who sailed by me.

I remember its warmth like a blanket in the sun, a magnificent view from its mount of venus to its neck, where it houses a precious brown mole. The dust turned to ashes of stars by the tread of her heel. A celestial dance capable of magnifying the rapture of her seduction. Vibrating with the nature of her perfection, adoring her iridescent peach skin.

I remember her little lion energy, leading all my chaos and completion. Satiating my need for greater affection by her lips spilling magic without exception. Seized was my heart as soon as that delicate voice in my soul was buried. As in an open wound her charms got where to plant their song.

I remember how simply and aggressively it landed in my world. It was a gale of alertness and excitement. We met one day when I was on the verge of surrender, but her wide-eyed smile ripped my heart open, filling it with flowers and covering it with honey for taste and flavor. I was a species declared in desolation, but she was one in danger of extinction.

I remember how surprisingly my island flourished, but she kept saying it was me who saved her. I could be her guardian and her hunter, willing to give up the world to her for seeing the gleam in her blue eyes luminous as a lantern. Imploring her health and carefree, I threw myself into the sea of devotion. Her name was etched in the puffs of my breath.

I remember what it was like to lose her, causing me to shiver intensely, that night for some unknown reason it snowed in the sky. It was cold and everything was spinning around me. The weight of my soul tripled. The pain to my ears deafened, her lifeless body rested in a nest of sunflower blossoms. A life she carried inside her and without being able to do anything else I pushed away all rational ideas in that situation.

I just wanted to join her in a waltz of our awkward steps to some song. And so it was that I gave way to the infinity of matter for her next transformation, plunging into a deep sleep where my arms encircled her divine vigor. Together forever across the unknown horizon of a season, our souls united until the next reincarnation.