Poesía narrativa: Lavanda [Esp-Eng]
Hoy les comparto un texto literario de mi autoría,
espero los deleite, inspire y fidelice a mi arte.
Today I share with you a literary text of my authorship,
I hope it will delight you, inspire you and make you loyal to my art.
-Español/Spanish-
-Español/Spanish-
Lavanda
Así como las figuras de las nubes desaparecen, en mi camino el sendero se desvaneció. La luz en el escenario de mi pasado se apagó, el inminente azar que a la incertidumbre me arrojó.
De niña mi flor favorita era aquella pequeña que en mi jardín floreaba, no me olvides se llamaba. De su color azul siempre me adornaba y la vida siguió su curso sin que nada alarmante pasara. Plena vida que en la resiliencia soportamos, altos y bajos navegamos, como un baile de tango aguantando las volteretas y los tirajes.
En un parpadeo las lágrimas y sonrisas habían pasado. Los discos habían sido escuchados y la tecnología había avanzado. Ya no necesitábamos grabar música pegados a la radio y hasta el televisor no teníamos que hacernos para de canal tener que cambiarlo. El amor a mi había llegado, entre discretos gestos y delicados besos bajo algún árbol.
La boda fue un agasajo y las pequeñas criaturas llegaron a mediados de Mayo luego de tres años, pero yo no sé nada a ciencia cierta de lo que estoy contando, porque luego de un día agotado, todo había rebobinado. Dolor de cabeza infame que me hizo ir a urgencias en aquel hospital, luego de llamar a mi esposo y ser acompañada por mis amistades de la vida que ha quedado atrás.
Al despertar la enfermera buenamoza me ha atendido: “¿Sabe usted qué día es hoy y en qué año está?” Mi respuesta de inmediato fue la que recordaba con seguridad aplastante: “1980”, y sus movimientos se detuvieron al instante. Treinta años de mí vida borrados en un parpadeo, no recordaba nada después de cumplir los 26 años en Enero. ¿Qué había sido de mi vida y mis recuerdos?
Mi cuerpo envejecido y las fotos en las paredes decían lo que no podía comprender por completo. Casada, con dos hijos, a punto de cumplir 56 y cerca de celebrar el nacimiento del primer nieto. Los doctores me diagnosticaron con aquel nombre sin remedio: Amnesia global transitoria, causada por agotamiento. Mi mundo había girado 180 grados y no podía arreglarlo ni deshacerlo.
Abrumada por no poder recordar los últimos 30 años, volví a pensar en la flor que me había gustado. ¿Acaso era igual o había cambiado? Esos años debieron haberme hecho algo, no sabía si un bien o al contrario. En silencio regresé al jardín de mi infancia donde siempre me había sentido a salvo. Y luego de mucho pensar solté el hilo de ese telar tan pesado.
Parecía haber sido buena madre y haber escogido por esposo un encanto. Estaba viva y no recordaba los avances del mundo, pero mi corazón latía tan fuerte como si tuviera 26 de nuevo. Entonces lo dejé ir sin seguir pensándolo. Los recuerdos se habían ido sin hacerme algún daño y en el azar de la fragilidad de nuestros cuerpos humanos, algo peor pudo haber pasado. Pero no era así, yo seguía respirando, consciente y sin necesitar descanso.
Ese día decidí que la frustración no sería un muro con el cual golpearme. Esos recuerdos ya no estaban aunque los necesitara, pero podría crear nuevos, unos que amara. Aferrarme a lo que ya no estaba, era atarme a un vacío que me ahogaría. Así que lo acepté sin quejas ni demandas. Incluso la flor que tanto amaba era una ironía de mi memoria borrada, así que me di permiso de renacer con una nueva yo de la vida enamorada.
Lavanda, hermosa y morada. Era una nueva yo creando recuerdos nuevos al lado de una familia que no recordaba, pero que poco a poco mi adoración por ellos llegaba. De profesión había sido abogada, pero nada de mis años de experiencia recordaba. Era momento de una nueva motivación que me alegrara. La pintura al óleo pigmentó mi habitación oscura y desocupada. Los cuadros me traían paz y una inspiración inexplorada. El color de mi talento, al igual que mi alma brillaba sin mesura ni fallas. Aquí y ahora era feliz, el pasado ya no importaba.
Una nueva yo, de color lavanda. Renovando guardarropa y conociéndome con cada día que pasa. La vida azarosa no avisa ni se ensaña, es solo la brisa que mueve las flores de la montaña.
¿Y tú, qué hubieras hecho de perder la memoria de la noche a la mañana?
De niña mi flor favorita era aquella pequeña que en mi jardín floreaba, no me olvides se llamaba. De su color azul siempre me adornaba y la vida siguió su curso sin que nada alarmante pasara. Plena vida que en la resiliencia soportamos, altos y bajos navegamos, como un baile de tango aguantando las volteretas y los tirajes.
En un parpadeo las lágrimas y sonrisas habían pasado. Los discos habían sido escuchados y la tecnología había avanzado. Ya no necesitábamos grabar música pegados a la radio y hasta el televisor no teníamos que hacernos para de canal tener que cambiarlo. El amor a mi había llegado, entre discretos gestos y delicados besos bajo algún árbol.
La boda fue un agasajo y las pequeñas criaturas llegaron a mediados de Mayo luego de tres años, pero yo no sé nada a ciencia cierta de lo que estoy contando, porque luego de un día agotado, todo había rebobinado. Dolor de cabeza infame que me hizo ir a urgencias en aquel hospital, luego de llamar a mi esposo y ser acompañada por mis amistades de la vida que ha quedado atrás.
Al despertar la enfermera buenamoza me ha atendido: “¿Sabe usted qué día es hoy y en qué año está?” Mi respuesta de inmediato fue la que recordaba con seguridad aplastante: “1980”, y sus movimientos se detuvieron al instante. Treinta años de mí vida borrados en un parpadeo, no recordaba nada después de cumplir los 26 años en Enero. ¿Qué había sido de mi vida y mis recuerdos?
Mi cuerpo envejecido y las fotos en las paredes decían lo que no podía comprender por completo. Casada, con dos hijos, a punto de cumplir 56 y cerca de celebrar el nacimiento del primer nieto. Los doctores me diagnosticaron con aquel nombre sin remedio: Amnesia global transitoria, causada por agotamiento. Mi mundo había girado 180 grados y no podía arreglarlo ni deshacerlo.
Abrumada por no poder recordar los últimos 30 años, volví a pensar en la flor que me había gustado. ¿Acaso era igual o había cambiado? Esos años debieron haberme hecho algo, no sabía si un bien o al contrario. En silencio regresé al jardín de mi infancia donde siempre me había sentido a salvo. Y luego de mucho pensar solté el hilo de ese telar tan pesado.
Parecía haber sido buena madre y haber escogido por esposo un encanto. Estaba viva y no recordaba los avances del mundo, pero mi corazón latía tan fuerte como si tuviera 26 de nuevo. Entonces lo dejé ir sin seguir pensándolo. Los recuerdos se habían ido sin hacerme algún daño y en el azar de la fragilidad de nuestros cuerpos humanos, algo peor pudo haber pasado. Pero no era así, yo seguía respirando, consciente y sin necesitar descanso.
Ese día decidí que la frustración no sería un muro con el cual golpearme. Esos recuerdos ya no estaban aunque los necesitara, pero podría crear nuevos, unos que amara. Aferrarme a lo que ya no estaba, era atarme a un vacío que me ahogaría. Así que lo acepté sin quejas ni demandas. Incluso la flor que tanto amaba era una ironía de mi memoria borrada, así que me di permiso de renacer con una nueva yo de la vida enamorada.
Lavanda, hermosa y morada. Era una nueva yo creando recuerdos nuevos al lado de una familia que no recordaba, pero que poco a poco mi adoración por ellos llegaba. De profesión había sido abogada, pero nada de mis años de experiencia recordaba. Era momento de una nueva motivación que me alegrara. La pintura al óleo pigmentó mi habitación oscura y desocupada. Los cuadros me traían paz y una inspiración inexplorada. El color de mi talento, al igual que mi alma brillaba sin mesura ni fallas. Aquí y ahora era feliz, el pasado ya no importaba.
Una nueva yo, de color lavanda. Renovando guardarropa y conociéndome con cada día que pasa. La vida azarosa no avisa ni se ensaña, es solo la brisa que mueve las flores de la montaña.
¿Y tú, qué hubieras hecho de perder la memoria de la noche a la mañana?
-Inglés/English-
-Inglés/English-
Lavender
Just as the figures in the clouds disappear, on my path the path vanished. The light on the stage of my past was extinguished, the imminent chance that threw me into uncertainty.
As a child my favorite flower was that little one that bloomed in my garden, don't forget my name. Its blue color always adorned me and life went on without anything alarming happening. Full life that in resilience we endured, highs and lows we sailed, like a tango dance, enduring the somersaults and the jerks.
In the blink of an eye the tears and smiles had passed. The records had been listened to and technology had advanced. We no longer needed to record music glued to the radio and even the television we didn't have to change channels. Love had come to me, between discreet gestures and delicate kisses under a tree.
The wedding was a feast and the little creatures arrived in mid-May after three years, but I do not know anything for sure of what I am telling, because after an exhausted day, everything had rewound. Infamous headache that made me go to the emergency room in that hospital, after calling my husband and being accompanied by my friends of the life that is left behind.
When I woke up, the good-natured nurse asked me: "Do you know what day it is today and what year it is?" My answer immediately was the one I remembered with overwhelming certainty: "1980", and her movements stopped instantly. Thirty years of my life erased in the blink of an eye, I remembered nothing after I turned 26 in January. What had become of my life and my memories?
My aging body and the pictures on the walls said what I couldn't fully comprehend. Married, with two children, about to turn 56 and close to celebrating the birth of my first grandchild. The doctors diagnosed me with that hopeless name: Transient Global Amnesia, caused by exhaustion. My world had turned 180 degrees and I couldn't fix it or undo it.
Overwhelmed by not being able to remember the last 30 years, I thought back to the flower I had loved. Was it the same or had it changed? Those years must have done something to me, I didn't know if it was a good or the other way around. Silently I returned to my childhood garden where I had always felt safe. And after much thought I let go of the thread of that heavy loom.
She seemed to have been a good mother and to have chosen a charming husband. I was alive and didn't remember the progress of the world, but my heart was beating as hard as if I were 26 again. So I let it go without further thought. The memories were gone without doing me any harm and in the randomness of the fragility of our human bodies, something worse could have happened. But it wasn't, I was still breathing, conscious and not needing rest.
That day I decided that frustration would not be a wall to hit me with. Those memories were gone even though I needed them, but I could create new ones, ones I loved. To hold on to what was gone was to bind myself to an emptiness that would drown me. So I accepted it without complaint or demand. Even the flower I loved so much was an irony of my erased memory, so I gave myself permission to be reborn with a new me from life in love.
Lavender, beautiful and purple. It was a new me creating new memories next to a family I did not remember, but little by little my adoration for them came. I had been a lawyer by profession, but I did not remember any of my years of experience. It was time for a new motivation to cheer me up. Oil painting pigmented my dark, unoccupied room. The paintings brought me peace and unexplored inspiration. The color of my talent, as well as my soul shone without measure or fail. Here and now I was happy, the past no longer mattered.
A new me, in lavender. Renewing my closet and getting to know myself with each passing day. The random life doesn't warn or rage, it's just the breeze that moves the flowers of the mountain.
And you, what would you have done if you had lost your memory overnight?
As a child my favorite flower was that little one that bloomed in my garden, don't forget my name. Its blue color always adorned me and life went on without anything alarming happening. Full life that in resilience we endured, highs and lows we sailed, like a tango dance, enduring the somersaults and the jerks.
In the blink of an eye the tears and smiles had passed. The records had been listened to and technology had advanced. We no longer needed to record music glued to the radio and even the television we didn't have to change channels. Love had come to me, between discreet gestures and delicate kisses under a tree.
The wedding was a feast and the little creatures arrived in mid-May after three years, but I do not know anything for sure of what I am telling, because after an exhausted day, everything had rewound. Infamous headache that made me go to the emergency room in that hospital, after calling my husband and being accompanied by my friends of the life that is left behind.
When I woke up, the good-natured nurse asked me: "Do you know what day it is today and what year it is?" My answer immediately was the one I remembered with overwhelming certainty: "1980", and her movements stopped instantly. Thirty years of my life erased in the blink of an eye, I remembered nothing after I turned 26 in January. What had become of my life and my memories?
My aging body and the pictures on the walls said what I couldn't fully comprehend. Married, with two children, about to turn 56 and close to celebrating the birth of my first grandchild. The doctors diagnosed me with that hopeless name: Transient Global Amnesia, caused by exhaustion. My world had turned 180 degrees and I couldn't fix it or undo it.
Overwhelmed by not being able to remember the last 30 years, I thought back to the flower I had loved. Was it the same or had it changed? Those years must have done something to me, I didn't know if it was a good or the other way around. Silently I returned to my childhood garden where I had always felt safe. And after much thought I let go of the thread of that heavy loom.
She seemed to have been a good mother and to have chosen a charming husband. I was alive and didn't remember the progress of the world, but my heart was beating as hard as if I were 26 again. So I let it go without further thought. The memories were gone without doing me any harm and in the randomness of the fragility of our human bodies, something worse could have happened. But it wasn't, I was still breathing, conscious and not needing rest.
That day I decided that frustration would not be a wall to hit me with. Those memories were gone even though I needed them, but I could create new ones, ones I loved. To hold on to what was gone was to bind myself to an emptiness that would drown me. So I accepted it without complaint or demand. Even the flower I loved so much was an irony of my erased memory, so I gave myself permission to be reborn with a new me from life in love.
Lavender, beautiful and purple. It was a new me creating new memories next to a family I did not remember, but little by little my adoration for them came. I had been a lawyer by profession, but I did not remember any of my years of experience. It was time for a new motivation to cheer me up. Oil painting pigmented my dark, unoccupied room. The paintings brought me peace and unexplored inspiration. The color of my talent, as well as my soul shone without measure or fail. Here and now I was happy, the past no longer mattered.
A new me, in lavender. Renewing my closet and getting to know myself with each passing day. The random life doesn't warn or rage, it's just the breeze that moves the flowers of the mountain.
And you, what would you have done if you had lost your memory overnight?
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Naguara no recordar nada durante 30 años, el arte siempre salvando a las personas para traerles paz ☮️. Muy lindo tu post @gislandpoetic gracias por compartir 😊💐💗
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Wooow 😉 es increíble como el aroma, la textura, un olor, una flor no pueden llegar a ser invencibles pese a las adversidades.
Me encanta que la protagonista eligiera no quedarse anclada al pasado sino retomar una vida nueva.
Excelente publicación 👏👏👏👏
@tipu curate
Upvoted 👌 (Mana: 25/75) Liquid rewards.
Wow, un poema con historia muy buena, la verdad me atrapó con ese tema de la amnesia, siento miedo de solo pensarlo, estaba leyendo y me colocaba en ese lugar, uff que locura, en principio pensé en dejar todo e iniciar una nueva vida, pero al ver la decisión que ella tomó creo que es mejor así, aprender a amar lo que ya tengo aunque no lo recuerde, al fin y al cabo por algo lo elegí, solo perdería mis recuerdos pero no creo que mis gustos, además, la familia no se cambia así nada más por un borrón de memoria, digo yo. De verdad que me ha gustado mucho esta historia.
Sorpresa,resignación y nuevas oportunidades, todo eso sentí al leer su relato. Gracias por compartirlo!
Interesante relato @gislandpoetic Debe ser realmente inquietante pasar por una situación como la que relatas. Lo bueno es que el personaje toma una actitud resiliente y busca seguir adelante.