Poesía Narrativa: Cuando la humanidad se apaga [Esp-Eng]
Hoy les comparto un texto literario de mi autoría,
espero los deleite, inspire y fidelice a mi arte.
Today I share with you a literary text of my authorship,
I hope it will delight you, inspire you and make you loyal to my art.
-Español/Spanish-
-Español/Spanish-
Cuando la humanidad se apaga
Finalmente todo había acabado, atada a la bestia estaba pero eso no me impidió liberarnos. Mis uñas habían rasgado el suelo de madera en busca de ayuda o un milagro, pero finalmente me di cuenta de que nadie vendría a salvarme de un monstruo que en algún momento fue mi amado. El florero que nos habían regalado en nuestra boda hacía dos años, se encontraba en el suelo esparcido en pedazos, lo sentí como un reflejo malvado, burlándose de mi cuento soñado.
Mi resentimiento no estaba enfocado. ¿Debía dirigirlo al ámbar del contenido del vaso o al sueño desquebrajado de un amor con acuarelas pintado? ¿Era yo quien me había equivocado? Confiar en mis sentimientos era una elección que alegremente había tomado, pero luego descubrí que el culpable no es aquel quien es traicionado.
Debidamente lo había apoyado, pero a veces el amor no hacía mucho en estos casos. ¿Esperaría que yo fuera un cadáver entre sus brazos para poder entrar en consciencia sobre sus actos? La sangre se deslizaba por mi costado, mis latidos retumbaban en mis oídos que rozaban la alfombra que habíamos juntos comprado. Cerca de mí sobre el sofá negro se había sentado, veía la tele mientras el cigarrillo liberaba un humo grisáceo.
No podía sostener mi peso con mis brazos, así que ni siquiera podía levantarme y dar un solo paso. La herida en mi cabeza sangraba despacio, me había mareado y aun así sus manos arremetieron contra mi cuerpo sin contenerse porque estuviéramos casados. Se había convertido en el monstruo que veíamos en las series de asesinos y criminales de las que nos gustaba hablar tanto.
Pero los humanos se quiebran a veces sin necesidad de llanto. Se agrietan desde adentro como una cascara de huevo liberando un terrible presagio. Una oscuridad los rodea sin poder evitarlo. A veces liberando sus verdaderos deseos y motivos maquillados en el pasado, y a veces su mente se fragmenta causando un corto circuito despiadado.
Sea como fuera, podía acabar muerta en el suelo del recibidor que habíamos decorado o podía darme una oportunidad haciendo algo que jamás hubiera pensado. Respirar era un gran trabajo, sentía como si mis pulmones se quemaran con cada respiración por la que me iba esforzando. Había descansado un tiempo mientras en silencio mis lágrimas habían derramado, pero no quería convertirme en un número más en un noticiero olvidado.
Nuestro mundo se rompió cuando su debilidad tomó otro rumbo sin control desorbitado. Lo habían despedido recientemente a pesar de la dedicación en su trabajo, su padre había muerto de un paro cardiaco y yo no lograba quedar embarazada a pesar de muchos intentos desperdiciados. Las noches se hicieron frecuentes en las que llegaba alcoholizado, pero entendía el momento difícil por el que estaba pasando y yo siempre dispuesta a consolarlo.
Hasta que dos días antes la burbuja se rompió sin capacidad de repararlo. Los gritos empezaron un escándalo y el olor del alcohol me había hecho retroceder en el acto. Quería cuidar de él pero estaba descontrolado, así que decidí dejarlo solo por un rato. Pero aún no había tomado las llaves del auto cuando por primera vez me tomó del cabello con violencia y sin reparo.
Mis ojos se habían abierto de par en par sin poder creerlo. No había amabilidad ni un buen gesto, sus pupilas eran peligrosas y sin remedio, inyectadas de miles de agresivos pensamientos. Ahí fue cuando empezó a nacer un monstruo delta de mis ojos sin querer reconocerlo.
En el segundo día yo yacía en la cama solo usando las sabanas para cubrir mi cuerpo, creí que eso lo calmaría, pues yo estaba llena de miedo. Pero no pasó mucho tiempo de su profundo sueño, cuando salí de la cama me sintió sin dejar que me fuera muy lejos. Cociné para él y se disculpó horas más tarde por su comportamiento, jurando que no se repetiría, pareciendo sincero. Pero al día siguiente el alcohol volvió a él como un parasito ajeno y sus acciones lo desmintieron por completo, de nuevo era el gigante sin escrúpulos al que yo había amado sin complejos.
Era el tercer día y sus manos fuertes me sujetaban del cuello. Me estaba quedando sin aire y mis pies apenas rozaban el suelo. Todo pasó en muy poco tiempo, pero por un momento lo sentí como una pausa de las que se ilustran en los libros o las películas de miedo. Cerré los ojos hablando internamente con mi mente y cuerpo. ¿Lucharía en contra de mi amado o me rendiría poniendo pretextos?
Entonces abrí los ojos luego de un momento y decidí vivir a pesar de lo amargo del cuento. Estábamos en la cocina y su ira crecía como si fuera yo su enemigo predilecto. Con las pocas fuerzas que me quedaban tomé el cuchillo a un lado del cuenco y con una lagrima deslizándose por mi pómulo izquierdo, lo clavé en su garganta con apremio. Retrocedió con asombro y manchando de sangre el suelo. Yo caí sobre mis rodillas tosiendo.
Sacó el cuchillo de su cuerpo y más profusa se hizo la hemorragia. Se tambaleó un par de pasos y dejó caer lo que se había convertido en un arma blanca. En sus ojos la ira ya no estaba, en cambio había una confusión que para el no encajaba. Pero luego me vio en el suelo con los moretones en la cara y fue cuando su expresión cambió como si le hubieran lanzado una granada.
Intentó pronunciar algunas palabras, algo parecido a que por favor lo perdonara, y luego cayó al suelo como una pesada carga. A centímetros de distancia, sus ojos estaban clavados en mi como una lanza, pero no se veían rencorosos para nada, más bien los invadía la tristeza y desesperanza. Fue como si en su último segundo de su posesión agresiva despertara.
No tenía nada que ocultar para nada, así que llamé a la policía para que todo se aclarara. Luego caí desmayada y no me di cuenta de su llegada. Al abrir mis ojos la luz me cegaba, estaba en un hospital acostada en una cama. Me habían evaluado de emergencia porque aún me desangraba. Me sentía muy débil y me dolía el cuerpo y la cara.
Mi familia había llegado con prisa y sin calma. La mortificación, la ira y la tristeza los embargaba. Entendible porque yo nunca mostré signos de que algo malo pasara. Igual abrirían un caso para atender esta trama, pero jamás hubiera imaginado que habría una carta que me salvara. La casa donde vivíamos antes había de mi padre y estaba modificada. Mi madre sufría de Alzheimer y había sido su idea instalar cámaras. A su muerte se le olvidó desactivarlas luego de la mudanza.
Me procesarían sin poder resistirme luego de ser dada de alta, pero entonces mi padre recuperó los videos convirtiéndose en una gran hazaña. Los discos estaban saturados pero sirvieron de evidencia clara. Sirvió para el juicio sin tener que decir más nada. Luego de eso se vendió la casa y me mudé con mi padre por unas semanas.
Lo visité en el cementerio en medio de la nevada, lo perdoné en silencio para no ahogarme con el odio en las entrañas. Lo había amado más que a nada, pero algo a veces le pasaba a las personas que las convertía en malas. Un interruptor en ellas se tocaba, su moral y su humanidad se apagaba. Tal vez la psicología tendría una manera de a la situación llamarla, pero para mí siempre sería un giro del destino que nadie esperaba.
Mi resentimiento no estaba enfocado. ¿Debía dirigirlo al ámbar del contenido del vaso o al sueño desquebrajado de un amor con acuarelas pintado? ¿Era yo quien me había equivocado? Confiar en mis sentimientos era una elección que alegremente había tomado, pero luego descubrí que el culpable no es aquel quien es traicionado.
Debidamente lo había apoyado, pero a veces el amor no hacía mucho en estos casos. ¿Esperaría que yo fuera un cadáver entre sus brazos para poder entrar en consciencia sobre sus actos? La sangre se deslizaba por mi costado, mis latidos retumbaban en mis oídos que rozaban la alfombra que habíamos juntos comprado. Cerca de mí sobre el sofá negro se había sentado, veía la tele mientras el cigarrillo liberaba un humo grisáceo.
No podía sostener mi peso con mis brazos, así que ni siquiera podía levantarme y dar un solo paso. La herida en mi cabeza sangraba despacio, me había mareado y aun así sus manos arremetieron contra mi cuerpo sin contenerse porque estuviéramos casados. Se había convertido en el monstruo que veíamos en las series de asesinos y criminales de las que nos gustaba hablar tanto.
Pero los humanos se quiebran a veces sin necesidad de llanto. Se agrietan desde adentro como una cascara de huevo liberando un terrible presagio. Una oscuridad los rodea sin poder evitarlo. A veces liberando sus verdaderos deseos y motivos maquillados en el pasado, y a veces su mente se fragmenta causando un corto circuito despiadado.
Sea como fuera, podía acabar muerta en el suelo del recibidor que habíamos decorado o podía darme una oportunidad haciendo algo que jamás hubiera pensado. Respirar era un gran trabajo, sentía como si mis pulmones se quemaran con cada respiración por la que me iba esforzando. Había descansado un tiempo mientras en silencio mis lágrimas habían derramado, pero no quería convertirme en un número más en un noticiero olvidado.
Nuestro mundo se rompió cuando su debilidad tomó otro rumbo sin control desorbitado. Lo habían despedido recientemente a pesar de la dedicación en su trabajo, su padre había muerto de un paro cardiaco y yo no lograba quedar embarazada a pesar de muchos intentos desperdiciados. Las noches se hicieron frecuentes en las que llegaba alcoholizado, pero entendía el momento difícil por el que estaba pasando y yo siempre dispuesta a consolarlo.
Hasta que dos días antes la burbuja se rompió sin capacidad de repararlo. Los gritos empezaron un escándalo y el olor del alcohol me había hecho retroceder en el acto. Quería cuidar de él pero estaba descontrolado, así que decidí dejarlo solo por un rato. Pero aún no había tomado las llaves del auto cuando por primera vez me tomó del cabello con violencia y sin reparo.
Mis ojos se habían abierto de par en par sin poder creerlo. No había amabilidad ni un buen gesto, sus pupilas eran peligrosas y sin remedio, inyectadas de miles de agresivos pensamientos. Ahí fue cuando empezó a nacer un monstruo delta de mis ojos sin querer reconocerlo.
En el segundo día yo yacía en la cama solo usando las sabanas para cubrir mi cuerpo, creí que eso lo calmaría, pues yo estaba llena de miedo. Pero no pasó mucho tiempo de su profundo sueño, cuando salí de la cama me sintió sin dejar que me fuera muy lejos. Cociné para él y se disculpó horas más tarde por su comportamiento, jurando que no se repetiría, pareciendo sincero. Pero al día siguiente el alcohol volvió a él como un parasito ajeno y sus acciones lo desmintieron por completo, de nuevo era el gigante sin escrúpulos al que yo había amado sin complejos.
Era el tercer día y sus manos fuertes me sujetaban del cuello. Me estaba quedando sin aire y mis pies apenas rozaban el suelo. Todo pasó en muy poco tiempo, pero por un momento lo sentí como una pausa de las que se ilustran en los libros o las películas de miedo. Cerré los ojos hablando internamente con mi mente y cuerpo. ¿Lucharía en contra de mi amado o me rendiría poniendo pretextos?
Entonces abrí los ojos luego de un momento y decidí vivir a pesar de lo amargo del cuento. Estábamos en la cocina y su ira crecía como si fuera yo su enemigo predilecto. Con las pocas fuerzas que me quedaban tomé el cuchillo a un lado del cuenco y con una lagrima deslizándose por mi pómulo izquierdo, lo clavé en su garganta con apremio. Retrocedió con asombro y manchando de sangre el suelo. Yo caí sobre mis rodillas tosiendo.
Sacó el cuchillo de su cuerpo y más profusa se hizo la hemorragia. Se tambaleó un par de pasos y dejó caer lo que se había convertido en un arma blanca. En sus ojos la ira ya no estaba, en cambio había una confusión que para el no encajaba. Pero luego me vio en el suelo con los moretones en la cara y fue cuando su expresión cambió como si le hubieran lanzado una granada.
Intentó pronunciar algunas palabras, algo parecido a que por favor lo perdonara, y luego cayó al suelo como una pesada carga. A centímetros de distancia, sus ojos estaban clavados en mi como una lanza, pero no se veían rencorosos para nada, más bien los invadía la tristeza y desesperanza. Fue como si en su último segundo de su posesión agresiva despertara.
No tenía nada que ocultar para nada, así que llamé a la policía para que todo se aclarara. Luego caí desmayada y no me di cuenta de su llegada. Al abrir mis ojos la luz me cegaba, estaba en un hospital acostada en una cama. Me habían evaluado de emergencia porque aún me desangraba. Me sentía muy débil y me dolía el cuerpo y la cara.
Mi familia había llegado con prisa y sin calma. La mortificación, la ira y la tristeza los embargaba. Entendible porque yo nunca mostré signos de que algo malo pasara. Igual abrirían un caso para atender esta trama, pero jamás hubiera imaginado que habría una carta que me salvara. La casa donde vivíamos antes había de mi padre y estaba modificada. Mi madre sufría de Alzheimer y había sido su idea instalar cámaras. A su muerte se le olvidó desactivarlas luego de la mudanza.
Me procesarían sin poder resistirme luego de ser dada de alta, pero entonces mi padre recuperó los videos convirtiéndose en una gran hazaña. Los discos estaban saturados pero sirvieron de evidencia clara. Sirvió para el juicio sin tener que decir más nada. Luego de eso se vendió la casa y me mudé con mi padre por unas semanas.
Lo visité en el cementerio en medio de la nevada, lo perdoné en silencio para no ahogarme con el odio en las entrañas. Lo había amado más que a nada, pero algo a veces le pasaba a las personas que las convertía en malas. Un interruptor en ellas se tocaba, su moral y su humanidad se apagaba. Tal vez la psicología tendría una manera de a la situación llamarla, pero para mí siempre sería un giro del destino que nadie esperaba.
-Inglés/English-
-Inglés/English-
When Humanity Fades Out
Finally it was all over, tied to the beast I was but that didn't stop me from breaking free. My fingernails had torn the wooden floor in search of help or a miracle, but I finally realized that no one would come to save me from a monster that had once been my beloved. The vase we had been given at our wedding two years ago lay on the floor scattered in pieces, I felt it like an evil reflection, mocking my dreamy tale.
My resentment was unfocused - should I direct it at the amber contents of the glass or the broken dream of a watercolor-painted love? Was it me who had been wrong? Trusting my feelings was a choice I had gleefully made, but then I discovered that the guilty one is not the one who is betrayed.
I had duly supported him, but sometimes love didn't do much in these cases. Would he wait for me to be a corpse in his arms before he could come to his senses about his actions? Blood trickled down my side, my heartbeat thundered in my ears as they brushed against the carpet we had bought together. Near me on the black sofa he had sat, watching TV while the cigarette released a grayish smoke.
I couldn't support my weight with my arms, so I couldn't even stand up and take a single step. The wound on my head was bleeding slowly, I had become dizzy and still his hands lashed out at my body not holding back because we were married. He had become the monster we saw in the murderous and criminal series we loved to talk about so much.
But humans break sometimes without crying. They crack from within like an eggshell releasing a terrible omen. A darkness surrounds them without being able to help it. Sometimes releasing their true desires and motives made up in the past, and sometimes their mind fragments causing a merciless short circuit.
Either way, I could end up dead on the floor of the foyer we had decorated or I could give myself a chance by doing something I would never have thought of. Breathing was a lot of work, I felt as if my lungs were burning with every breath I was straining for. I had rested for a while while silently my tears had been shed, but I didn't want to become just another number in a forgotten newsreel.
Our world shattered when his weakness took another course without exorbitant control. He had recently been laid off despite dedication to his job, his father had died of cardiac arrest, and I was failing to get pregnant despite many wasted attempts. Nights became frequent when he would come home drunk, but I understood the difficult time he was going through and I was always ready to comfort him.
Until two days before the bubble burst beyond repair. The screams started a ruckus and the smell of alcohol had made me recoil on the spot. I wanted to take care of him but he was out of control, so I decided to leave him alone for a while. But I had not yet taken the car keys when for the first time he grabbed my hair violently and nonchalantly.
My eyes had widened in disbelief. There was no kindness, no nice gesture, his pupils were dangerous and hopeless, injected with a thousand aggressive thoughts. That was when a delta monster began to be born in my eyes without wanting to recognize it.
On the second day I lay in bed alone using only the sheets to cover my body, I thought that would calm him down, for I was filled with fear. But it didn't take long from his deep sleep, when I got out of bed he felt me without letting me go very far. I cooked for him and he apologized hours later for his behavior, vowing it would not be repeated, seeming sincere. But the next day the alcohol returned to him like an alien parasite and his actions completely belied it, again he was the unscrupulous giant I had loved without complexes.
It was the third day and his strong hands were holding my neck. I was running out of air and my feet were barely touching the ground. It all happened in a very short time, but for a moment it felt like a pause like the ones illustrated in scary books or movies. I closed my eyes talking internally with my mind and body, would I fight against my beloved or would I give up by making excuses?
Then I opened my eyes after a moment and decided to live despite the bitterness of the story. We were in the kitchen and his anger was growing as if I were his favorite enemy. With what little strength I had left I took the knife to the side of the bowl and with a tear sliding down my left cheekbone, I plunged it into her throat with urgency. He recoiled in shock, blood staining the floor. I fell to my knees coughing.
He pulled the knife out of his body and the bleeding became more profuse. He staggered a couple of steps and dropped what had become a bladed weapon. In his eyes the anger was gone, instead there was a confusion that for him didn't fit. But then he saw me on the ground with the bruises on my face and that's when his expression changed as if a grenade had been thrown at him.
He tried to utter a few words, something along the lines of please forgive him, and then he fell to the ground like a heavy burden. Inches away, his eyes were locked on me like a spear, but they didn't look spiteful at all, rather they were filled with sadness and hopelessness. It was as if in his last second of his aggressive possession he woke up.
I had nothing to hide at all, so I called the police to get everything cleared up. Then I fell into a blackout and didn't notice his arrival. When I opened my eyes the light blinded me, I was in a hospital lying in a bed. I had been evaluated as an emergency because I was still bleeding to death. I felt very weak and my body and face hurt.
My family had arrived in a hurry and without calm. Mortification, anger and sadness overwhelmed them. Understandable because I never showed any signs of anything wrong. Maybe they would open a case to deal with this plot, but I would never have imagined that there would be a letter to save me. The house where we used to live belonged to my father and was modified. My mother suffered from Alzheimer's and it had been her idea to install cameras. When she died, she forgot to deactivate them after the move.
I would be prosecuted without being able to resist after she was discharged, but then my father retrieved the videos, which became a great feat. The disks were saturated but served as clear evidence. It served for the trial without having to say anything more. After that the house was sold and I moved in with my father for a few weeks.
I visited him at the cemetery in the middle of the snowfall, silently forgave him so as not to choke with hatred in my gut. I had loved him more than anything, but something sometimes happened to people that turned them bad. A switch in them would flip, their morals and humanity would shut down. Maybe psychology would have a way to call the situation, but for me it would always be a twist of fate that no one expected.
My resentment was unfocused - should I direct it at the amber contents of the glass or the broken dream of a watercolor-painted love? Was it me who had been wrong? Trusting my feelings was a choice I had gleefully made, but then I discovered that the guilty one is not the one who is betrayed.
I had duly supported him, but sometimes love didn't do much in these cases. Would he wait for me to be a corpse in his arms before he could come to his senses about his actions? Blood trickled down my side, my heartbeat thundered in my ears as they brushed against the carpet we had bought together. Near me on the black sofa he had sat, watching TV while the cigarette released a grayish smoke.
I couldn't support my weight with my arms, so I couldn't even stand up and take a single step. The wound on my head was bleeding slowly, I had become dizzy and still his hands lashed out at my body not holding back because we were married. He had become the monster we saw in the murderous and criminal series we loved to talk about so much.
But humans break sometimes without crying. They crack from within like an eggshell releasing a terrible omen. A darkness surrounds them without being able to help it. Sometimes releasing their true desires and motives made up in the past, and sometimes their mind fragments causing a merciless short circuit.
Either way, I could end up dead on the floor of the foyer we had decorated or I could give myself a chance by doing something I would never have thought of. Breathing was a lot of work, I felt as if my lungs were burning with every breath I was straining for. I had rested for a while while silently my tears had been shed, but I didn't want to become just another number in a forgotten newsreel.
Our world shattered when his weakness took another course without exorbitant control. He had recently been laid off despite dedication to his job, his father had died of cardiac arrest, and I was failing to get pregnant despite many wasted attempts. Nights became frequent when he would come home drunk, but I understood the difficult time he was going through and I was always ready to comfort him.
Until two days before the bubble burst beyond repair. The screams started a ruckus and the smell of alcohol had made me recoil on the spot. I wanted to take care of him but he was out of control, so I decided to leave him alone for a while. But I had not yet taken the car keys when for the first time he grabbed my hair violently and nonchalantly.
My eyes had widened in disbelief. There was no kindness, no nice gesture, his pupils were dangerous and hopeless, injected with a thousand aggressive thoughts. That was when a delta monster began to be born in my eyes without wanting to recognize it.
On the second day I lay in bed alone using only the sheets to cover my body, I thought that would calm him down, for I was filled with fear. But it didn't take long from his deep sleep, when I got out of bed he felt me without letting me go very far. I cooked for him and he apologized hours later for his behavior, vowing it would not be repeated, seeming sincere. But the next day the alcohol returned to him like an alien parasite and his actions completely belied it, again he was the unscrupulous giant I had loved without complexes.
It was the third day and his strong hands were holding my neck. I was running out of air and my feet were barely touching the ground. It all happened in a very short time, but for a moment it felt like a pause like the ones illustrated in scary books or movies. I closed my eyes talking internally with my mind and body, would I fight against my beloved or would I give up by making excuses?
Then I opened my eyes after a moment and decided to live despite the bitterness of the story. We were in the kitchen and his anger was growing as if I were his favorite enemy. With what little strength I had left I took the knife to the side of the bowl and with a tear sliding down my left cheekbone, I plunged it into her throat with urgency. He recoiled in shock, blood staining the floor. I fell to my knees coughing.
He pulled the knife out of his body and the bleeding became more profuse. He staggered a couple of steps and dropped what had become a bladed weapon. In his eyes the anger was gone, instead there was a confusion that for him didn't fit. But then he saw me on the ground with the bruises on my face and that's when his expression changed as if a grenade had been thrown at him.
He tried to utter a few words, something along the lines of please forgive him, and then he fell to the ground like a heavy burden. Inches away, his eyes were locked on me like a spear, but they didn't look spiteful at all, rather they were filled with sadness and hopelessness. It was as if in his last second of his aggressive possession he woke up.
I had nothing to hide at all, so I called the police to get everything cleared up. Then I fell into a blackout and didn't notice his arrival. When I opened my eyes the light blinded me, I was in a hospital lying in a bed. I had been evaluated as an emergency because I was still bleeding to death. I felt very weak and my body and face hurt.
My family had arrived in a hurry and without calm. Mortification, anger and sadness overwhelmed them. Understandable because I never showed any signs of anything wrong. Maybe they would open a case to deal with this plot, but I would never have imagined that there would be a letter to save me. The house where we used to live belonged to my father and was modified. My mother suffered from Alzheimer's and it had been her idea to install cameras. When she died, she forgot to deactivate them after the move.
I would be prosecuted without being able to resist after she was discharged, but then my father retrieved the videos, which became a great feat. The disks were saturated but served as clear evidence. It served for the trial without having to say anything more. After that the house was sold and I moved in with my father for a few weeks.
I visited him at the cemetery in the middle of the snowfall, silently forgave him so as not to choke with hatred in my gut. I had loved him more than anything, but something sometimes happened to people that turned them bad. A switch in them would flip, their morals and humanity would shut down. Maybe psychology would have a way to call the situation, but for me it would always be a twist of fate that no one expected.
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saludos @gislandpoetic hermosa historia de abuso doméstico y violencia de género Es importante reconocer que el abuso no es solo físico, sino también emocional y psicológico. En este caso, el personaje principal se enfrenta a una situación de violencia extrema por parte de su pareja, es triste, pero la violencia de género es un problema grave y mundial
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Te felicito amiga. Excelente palabras.
Un tema muy actual y con desenlaces fatales, la violencia doméstica es algo terrible y cuando hay niños es más traumatizante.
Encantado de leer tus letras, una narrativa muy bien trabajada que engancha. Muy bien hecho.
Gracias por compartir.
Buena noche.
Muy sentido estos versos, y muy bien escrito. Excelente trabajo
!PIMP
You must be killin' it out here!
@ismaelrd04 just slapped you with 1.000 PIMP, @gislandpoetic.
You earned 1.000 PIMP for the strong hand.
They're getting a workout and slapped 1/1 possible people today.
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