Esta semana regresé a mi semestre regular y estuve en ese proceso de adaptación a la vida universitaria. El tiempo es justo y ser productivos es una necesidad (y hasta un deber).

La verdad, mi semestre pasado fue difícil en términos de estrés; experimenté momentos angustiantes y en muchos momentos mi salud mental se vio violentada, pero cuando pasó la tormenta, todo volvió a la normalidad.

Quisiera pensar que estoy lista, pero en medio de mi organización, comencé a pensar acerca del tiempo que paso con mi familia y justo un martes por la mañana las cosas se vieron con más claridad.

Soy de hacer tareas el mismo día, duermo poco y me gusta adelantar todo, pero justo el martes decidí tomarme un respiro. Mi bebé estaba con ganas de visitar a unos familiares y al mirar la decoración de Navidad, comprendí dos cosas: la primera es que mi bebé ya es un niño que necesita tiempo en el exterior y la otra es que el tiempo pasa tan rápido que a veces no comprendemos lo que dejamos pasar.

El valor del tiempo es subjetivo, pero para mí tiene un peso importante. Por mucho tiempo, mi ansiedad me llevó a regular mi tiempo y en ocasiones sentía que solo existía para un fin, pero la realidad es que necesito pasar tiempo con quienes quiero.

Y no se trata de un paseo largo con grandes gastos, solo basta tener la intención de mirar y apreciar lo bonito en las cosas sencillas.

A veces no comprendemos que el tiempo jamás se desperdicia si nos enfocamos en cuidar a los nuestros y cambiar la queja, el desánimo y la ansiedad propia de las fechas por una buena cuota de relax que se construye con el cambio de actitud y la disposición a ser feliz.

Muchos me dicen: "Ya tienes casi 30, se viene lo bueno, ya debes comportarte así, debes tener listo esto, debes mirar la vida así, debes comenzar a pensar como alguien de 30 pues ‘el tiempo pasa y no perdona’".

Aunque la frase tiene sentido para mí, estoy empezando a pensar que vale la pena cumplir 30 si cuando miro a mi alrededor estoy rodeada de quienes quiero y me han dejado recuerdos de grandes momentos compartidos, de espacios donde miras y la nostalgia no tiene lugar.

A veces pienso que me apresuro tanto en tener un logro a gran escala, que pierdo tiempo en no valorar lo que ahora se vive, y el dinero, entre tantas cosas, vuelve o se recupera, en cambio el tiempo no.

Así que podemos pensar que debemos organizarnos para tener un tiempo predeterminado para nuestros logros, pero la realidad es que es importante crear un espacio para todo aquello que escapa de la responsabilidad y representa la plenitud.

El amor y los recuerdos ligados a él necesitan un tiempo indeterminado donde los momentos se conviertan en tesoros invaluables.

This week I returned to my regular semester and was in that process of adjusting to college life. Time is tight and being productive is a necessity (and even a must).

Truth be told, my last semester was difficult in terms of stress; I experienced distressing moments and at many times my mental health was violated, but when the storm passed, everything went back to normal.

I'd like to think I'm ready, but in the midst of my organizing, I started thinking about the time I spend with my family and just on a Tuesday morning things became clearer.

I'm a same-day chore person, I get little sleep and I like to get ahead of everything, but just on Tuesday I decided to take a break. My baby was looking forward to visiting relatives and as I looked at the Christmas decorations, I realized two things: the first is that my baby is already a child who needs time outside and the other is that time goes by so fast that sometimes we don't understand what we let go by.

The value of time is subjective, but for me it carries significant weight. For a long time, my anxiety led me to regulate my time and at times I felt that I only existed for one purpose, but the reality is that I need to spend time with those I love.

And it is not a long walk with great expense, it is enough to have the intention to look and appreciate the beauty in the simple things.

Sometimes we do not understand that time is never wasted if we focus on taking care of our loved ones and change the complaints, discouragement and anxiety of the dates for a good share of relaxation that is built with the change of attitude and willingness to be happy.

Many people tell me: “You are almost 30, the good things are coming, you should behave like this, you should have this ready, you should look at life like this, you should start thinking like a 30 year old because ‘time passes and does not forgive’”.

Although the phrase makes sense to me, I am beginning to think that it is worth turning 30 if when I look around me I am surrounded by those I love and they have left me memories of great moments shared, of spaces where you look and nostalgia has no place.

Sometimes I think that I rush so much in having a large-scale achievement, that I waste time not valuing what is now lived, and money, among so many things, returns or recovers, but time does not.

So we may think that we must organize ourselves to have a predetermined time for our achievements, but the reality is that it is important to create a space for everything that escapes responsibility and represents fulfillment.

Love and the memories linked to it need an undetermined time where moments become priceless treasures.