Santa y los Ojos de Gato [Also in English]
La época navideña siempre fue de mucho trabajo para mí, sin importar el año. Era una costumbre familiar trabajar mucho en esos días. Todo era porque pertenezco a una familia emprendedora, comerciante. Pero siempre hay una oveja negra en la familia, y esa era yo. En vez de montar un negocio siendo joven, como lo habían hecho todos, decidí irme por una carrera, una profesión. Así fue como terminé siendo ingeniero de sistemas. Mis padres igual, se sintieron felices. Esta profesión me dio muchas satisfacciones y mucha plata también. El único detalle fue que, por mucho tiempo, tuve que trabajar para otros. Esto traía como consecuencia que no siempre era dueño de mi tiempo.
Hace muchos amaneceres, me tocó trabajar en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara, Venezuela. Fui contratado por un grupo empresarial y, en un principio, el tiempo de contratación fue de tres meses. Mi trabajo consistía en mejorar su sistema de facturación y demás procesos de las empresas. Pasaron los tres meses y me renovaron el contrato. Luego pasaron tres meses más, y debido a que estaban muy contentos con mis servicios, me solicitaron que me quedara con ellos por tiempo indefinido. Yo acepté. Había creado un mundo maravilloso en esa ciudad, conocí personas extraordinarias y el ambiente de trabajo era magnífico. Me quedé por diez años.
Cuando llegaba la época navideña, todo era un alboroto. El grupo con el que trabajaba ofrecía productos para el consumidor final, y esto significaba una serie de tiendas que facturaban a todo dar. Para que todo funcionara como la maquinaria de un reloj suizo, yo debía estar pendiente junto con mi equipo. Pasaron los años y todo funcionaba a la perfección, no había necesidad de intervenir para nada y todos la pasábamos muy bien.
En una ocasión, un diciembre, tenía planes de ir a Caracas para pasar las navidades con mi familia. Hacía tiempo que no me reunía con ellos, y la emoción estaba al máximo debido a las expectativas de esa reunión. Estaríamos todos: hijos, tíos, sobrinos y primos.
Las ventas estaban tan buenas ese diciembre que los dueños me pidieron que me quedara hasta el día 24 para garantizar que todo estuviera bien. Estuve de acuerdo, pero les expresé que me pagaran el pasaje de avión, porque viajar por carretera ese día no era recomendable debido al alto tránsito vehicular. Todos quedamos de acuerdo.
Llegó el 24 de diciembre y la hora de partir. Casualmente, los dueños decidieron cerrar las tiendas para que todos fuesen a reunirse con sus familias. Yo me despedí de todos deseándoles una feliz Navidad y tomé un taxi hacia el aeropuerto. Estando en la terminal, me encontré con que todos los vuelos habían sido suspendidos. Para colmo, ningún taxi quería hacer un viaje tan largo. Eso fue una hecatombe. ¿Cómo iba a hacer a esa hora para viajar a Caracas?
No me quedó otra. Llamé a la familia, expresándoles mis disculpas por no poder asistir a la reunión, y me fui al apartamento a dejar el equipaje. Estando en casa, furioso, destapé una botella de Dimple 15 años y me eché tres tragos mientras pensaba qué iba a hacer esa Nochebuena. Hasta que decidí irme a un centro comercial: Las Trinitarias.
Estando en el mall, sin ningún objetivo en particular, comencé a mirar las tiendas. Me compré unos zapatos, unas corbatas y un par de camisas. Luego me fui a una tasca abierta y pedí un par de tragos mientras pensaba qué haría. Estando más encendido que un reflector llamando a Batman, volví a pasear por los pasillos. Parecía que mi malestar me llevaba a consumir, a comprar.
Parado frente a una tienda de tecnología viendo gadgets, pregunté en voz alta: ¿Por qué estaba varado y no con mi familia? Pues el universo me respondió. Una flaca preciosa, alta, de ojos de gata y con un cabello negro me dijo que le había pasado lo mismo y que ahora no hallaba qué hacer.
Eso era una señal. No creo en las coincidencias, y esa señal no la podía pasar desapercibida. De inmediato, entablé una conversación con la chica, quien trabajaba para Procter & Gamble, y nos caímos muy bien. De la tienda pasamos a la tasca para beber y comer algo. Luego fuimos al cine y, ya cerca de la medianoche, le pedí a la flaca que pasáramos juntos la Nochebuena. Recuerdo que esa invitación fue con un pavor único, pero soy de los que piensan que el cobarde no besa mujer bonita. Ella aceptó con gusto. Nos fuimos al apartamento, y Santa me dio mi regalo.
Al despertar, la flaca no estaba; tampoco mi celular, ni mi cartera, ni mi reloj, ni mi laptop. Me habían cobrado el polvo. No era Santa, era una vil ladrona que se llevó todo.
Y así fue mi más célebre Navidad. No he vivido ninguna otra como esa. Así que el mensaje que les dejo es que, en estas navidades, cuídense de Santa, más si es flaca con ojos de gata.
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Hispaliterario 40 / Navidad por @hispa.literario.
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La imagen del árbol de Navidad fue obtenida en los elementos de CANVA.
La imagen de la chica vestida de Navidad fue obtenida en Freepik.
Es mi responsabilidad compartir con ustedes que, como hispanohablante, he tenido que recurrir al traductor Deepl para poder llevar mi contenido original en español al idioma inglés. También, hago constar que he utilizado la herramienta de revisión gramatical Grammarly.
Caracas, 18 de diciembre del 2024
English
The Christmas season was always busy for me, no matter the year. It was a family custom to work a lot during those days. It was all because I belonged to an enterprising, business family. But there is always a black sheep in the family, and that was me. Instead of starting a business when I was young, as everyone else had done, I decided to go for a career, a profession. That's how I ended up becoming a systems engineer. My parents were equally happy. This profession gave me a lot of satisfaction and money too. The only detail was that, for a long time, I had to work for others. This meant that I was not always the master of my time.
Many dawns ago, I had to work in the city of Barquisimeto, Lara State, Venezuela. I was hired by a business group and, at first, the time of hiring was three months. My job was to improve their invoicing system and other processes of the companies. Three months passed and they renewed my contract. Then three more months passed, and because they were very happy with my services, they asked me to stay with them indefinitely. I accepted. I had created a wonderful world in that city, I met extraordinary people and the work environment was magnificent. I stayed for ten years.
When the Christmas season came around, everything was in an uproar. The group I worked with offered products for the end consumer, and that meant several stores that were billing at full capacity. For everything to run like the machinery of a Swiss watch, I had to keep an eye on it along with my team. Years went by and everything worked perfectly, there was no need to intervene at all and we all had a great time.
On one occasion, one December, I had plans to go to Caracas to spend Christmas with my family. It had been a long time since I had been with them, and the excitement was at its peak due to the expectations of this reunion. We would all be there: children, aunts, uncles, nieces, nephews, and cousins.
Sales were so good that December that the owners asked me to stay until the 24th to make sure everything went well. I agreed, but I asked them to pay for my plane ticket because traveling by road that day was not advisable due to the high traffic. We all agreed.
December 24 arrived and it was time to leave. Coincidentally, the owners decided to close the stores so that everyone could go and join their families. I said goodbye to everyone wishing them a Merry Christmas and took a cab to the airport. When I arrived at the terminal, I found that all flights had been suspended. To make matters worse, no cab wanted to make such a long trip. How was I going to get to Caracas at that hour?
I had no choice. I called the family, expressing my apologies for not being able to attend the meeting, and went to the apartment to leave the luggage. At home, furious, I uncorked a bottle of Dimple 15 years old and had three drinks while I thought about what I was going to do that Christmas Eve. Until I decided to go to a mall: Las Trinitarias.
Being in the mall, with no particular goal in mind, I started to look at the stores. I bought some shoes, some ties and a couple of shirts. Then I went to an open bar and ordered a couple of drinks while I thought about what I would do. Being more fired up than a spotlight calling for Batman, I went back to strolling the aisles. It seemed that my malaise was driving me to consume, to buy.
Standing in front of a tech store looking at gadgets, I asked aloud: Why was I stranded and not with my family? Well, the universe answered me. A beautiful, tall, skinny girl with cat-like eyes and black hair told me that the same thing had happened to her and now she couldn't figure out what to do.
That was a sign. I don't believe in coincidences, and that sign could not go unnoticed. I immediately struck up a conversation with the girl, who worked for Procter & Gamble, and we hit it off. From the store, we went to the Tasca for a drink and a bite to eat. Then we went to the movies and, close to midnight, I asked the skinny girl if we could spend Christmas Eve together. I remember that that invitation was with a unique dread, but I am one of those who think that a coward does not kiss a pretty woman. She gladly accepted. We went to the apartment, and Santa gave me my present.
When I woke up, the skinny girl was gone; neither was my cell phone, my wallet, my watch, nor my laptop. I had been charged for the dust. It wasn't Santa, it was a vile thief who took everything.
And that was my most famous Christmas. I haven't experienced any other like it. So the message I leave you with is to watch out for the cat's eyes this Christmas.
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The original content was written for:
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Caracas, December 18, 2024
It is my responsibility to share with you that, as a Spanish speaker, I have had to resort to the translator Deepl to translate my original Spanish content into English. I also state that I have used the grammar-checking tool Grammarly.
Jajaja! Yo le cambiaría el título: Santa y los ojos de gata....
Me quedé sin palabras con el final. Era una experta ladrona que aprovechó la ocasión y .... usted también formó parte de ello debido a la impotencia de estar al lado de sus seres queridos.
Fue un regalo de Navidad inesperado que nos enseña que no debemos meter en casa a desconocidos y siempre hacer hasta lo imposible por estar con la familia. El tiempo de familia es valioso y no se debe desaprovechar; en cambio, los sueldos o ingresos económicos se consiguen donde sea.
Gracias por tu visita @katleya.
l wish you knew about what will happen, you would have go separate ways after the drink, and your laptop, wallet, watch etc, will have still be with you.
When we have an event to attend, we have to travel the day before, and not on the exact day, so that to overcome anything that may make us not to attend it. Greetings.
Lessons learned the hard way. Sometimes life is hard.
Thanks for your kind comment, friend @repayme4568.
Happy Holidays!
You are welcome friend, happy holidays.
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I think this should be your worst and last experience ever. Real terrific friend. Did you get your lost items ? Anyway this article is a real eye opener to many of them.
Hi, @shamis!
Unfortunately, the girl took it all. But thank goodness it didn't go any further. Only I lost some material that I could acquire later. It's a lesson learned.
Thanks for your kind comment.
Happy Holidays!