Cuando me casé por segunda vez pensé que los errores del pasado los había superado y más cuando el noviazgo fue maravilloso. En esa etapa anterior al matrimonio todo era indicativo de que había un futuro prometedor para ambos.

Todas las semanas cuando llegaba el viernes todo lo teníamos listo para viajar. En eso coincidimos, éramos unos patas calientes. Nos divertimos sin necesidad de otras personas, nos considerábamos un equipo compacto, con objetivos y gustos comunes.

Un día y para mi sorpresa, ella pidió matrimonio. Yo en realidad no me quería casar, no quería echar a perder lo que teníamos. Venía de un fracaso matrimonial y ese mundo no me gustó. Pero la chica me fascinaba y terminé aceptando. Pensé que no había razón para un nuevo fracaso.

Al principio todo iba viento en popa. Pero al poco tiempo comenzaron los problemas. Las diferencias de opinión fueron acentuándose. Ella quería hijos, yo no. Quería que sus amigos fueran los míos y a mí me bastaba con los míos. Yo quería viajar y a ella eso ya no le interesaba. Entonces me llegaron las ganas de terminar todo, pero ella insistió que debíamos salvar el matrimonio y a esas insistencias le acompañaban las frases: vamos a intentarlo otra vez, vamos a comenzar de nuevo y yo caía rendido a sus peticiones. Fueron muchas reconciliaciones o comienzos nuevos hasta que por fin colocamos pie en tierra y entendimos que juntos no teníamos futuro.

A mí parecer comenzar de nuevo es hacerlo de cero. No se debe hacer con lastres o vicios de antes. Hay que cambiar. Es un proceso duro porque te saca de tu zona de confort, es aventurarse en lo desconocido, es arriesgarse a ser mejor con el firme propósito de no fallar.

Respuestas a las preguntas de la iniciativa:

¿Qué miedos me están deteniendo de lograr eso que tanto deseo?

Después de los fracasos matrimoniales me dije que definitivamente eso no era lo mío. Tenía cierta alergia al matrimonio. Era miedo a fracasar de nuevo. Entonces mi cambio y mi camino estaban en la soledad para poder lograr lo que deseaba.

Soy un ser algo tocado y vivir o trabajar en equipo se me hace muy complicado. Antes no sabía que estaba tocado y ahora que lo sé, lo digo a la posible pareja. Ella debe saber todo de mí para que esté clara en que se está metiendo. No es que sea un chico pesadilla, sino que debe estar consciente del terreno. Yo sabiendo lo tocado que estoy pondría mucho de mi parte.

Si ambos estamos claros, seguros, navegaremos en ese océano bravío del amor. En el caso de actividades laborales o de tipo comercial, prefiero la soledad. Si emprendo un proyecto lo haría solo, pero si es necesario una colaboración, lo haría con mis hermanos o personas de mi alta confianza. Me juré no volver a ser empleado, eso es una etapa superada.

¿Cuáles son esas cosas que considero mis pasiones?

Mi pasión, mi familia. Además, escribir cuentos de suspenso. La escritura es un universo maravilloso en el que doy vida a otros, les creo circunstancias, pesadillas, conflictos y finales inesperados. Después de eso mi pasión es crear o editar imágenes. Estas dos cosas me sacan del mundo presencial y me hacen feliz. Crear contenido es lo mío. Claro, para que ese mundo gire necesito combustible y la lectura es lo mejor para ello; otra pasión más.

¿Hoy en día estoy haciendo aquellas acciones que van a contribuir a alcanzar ese nuevo comienzo?

En el 2010 tiré todo por la borda. Me cansé de la ingeniería de sistemas. Fueron muchos años de profesión que me terminaron aburriendo. Quería hacer otra cosa y me fui de viaje. En ese viaje me enamoré. Esa vez fue la correcta, pero mi preciosa tuvo que partir. Herido, decepcionado de la vida, me quedé sin rumbo. Me estacioné en el procrastinar.

Hasta que llegó mi pasión por escribir, mi razón de vida. Tenía presente que no era un escritor, no había estudiado para ello y lo otro era que hasta donde sabía la mayoría de los escritores viven pelando esféricas. No me importó, solo quería escribir y eso hago.

¿Qué es lo que te impide comenzar de nuevo?

No comencé de nuevo, solo comencé. No fue una revolución, fue una evolución. Ha sido un camino difícil, pero me hace sentir satisfecho e inmensamente feliz. Me han criticado, no les he parado. No tengo miedo y todos los días doy gracias porque cambié.