La Radiografía [Also in English]
En Queniquea, un pueblo enclavado entre montañas, una casa se alzaba sobre una de ellas. Alba, Yanett y Gonzalo, el tartamudo, hermanos trillizos ya pasados de 60, habían comprado la casa para su retiro. El precio, sorprendentemente bajo, les pareció una ganga y no dudaron en invertir sus ahorros. Pero a la vez les creó cierta suspicacia, porque daba la impresión de que los vendedores estaban desesperados por deshacerse de ella.
Desde el primer día, la casa se mostró inquietante e imponente. Su interior estaba lleno de habitaciones interminables, escaleras por doquier y una atmósfera densa. Aunque los hermanos eran incrédulos, la casa les invitaba a sentir inquietud por los murmullos del viento y algunas sombras que danzaban. Una extraña sensación les recorría la espalda cada vez que subían a los pisos superiores.
Una noche, de salidos, se pasearon por la parte más alta de la casa, encontrando una habitación cerrada con llave. La puerta, marcada con símbolos desgastados que no pudieron descifrar, se resistió hasta que Gonzalo forzó la cerradura con un destornillador. Al abrirla, un olor a viejo, los envolvió. En la habitación estaba una peinadora con el espejo roto y una cama de madera rústica y encima del colchón un sobre que contenía una radiografía.
La imagen mostraba un brazo humano, y a Alba le llamó la atención que el hueso estaba tallado con extraños símbolos, tal vez, runas. Más inquietante aún, al moverla contra la luz, las sombras parecían formar un rostro siniestro que sonreía.
Intrigados e inquietos, se turnaban la radiografía buscando cada quien observarla con más detalle. Yanett, con su curiosidad por los misterios y su amor por las historias antiguas, intentó interpretar los grabados. Aunque no lograba comprenderlos, estaba segura de que no eran simples marcas. Gonzalo, con su ojo meticuloso, afirmó que los patrones parecían formar un mapa.
Mientras los hermanos especulaban el origen de la radiografía, un sonido reverberó por la casa. Al buscar el origen del ruido, se dieron cuenta de que provenía de una radio en la sala. Lo que daba espanto era que la radio era eléctrica y no estaba conectada. Con un chirrido, la radio se volvió a activar, y una voz gutural, acompañada de interferencias, dijo: “El brazo espera”.
Los tres se miraron mientras una blanca palidez aparecía en sus rostros. La radio chisporroteó de nuevo y comenzó a emitir un vals distorsionado.
Alba, tratando de mantener la calma, guardó la radiografía en el sobre y acto seguido la metió en una gaveta. Con la misma propuso que se fueran a descansar porque ya era tarde y el cansancio siempre hacía de las suyas. Pero ninguno pudo dormir bien esa noche. Cada uno experimentó extraños sucesos: sombras, susurros y golpeteos en las paredes.
Al día siguiente, otra vez en la noche, decidieron regresar a la habitación donde habían encontrado la radiografía. Estos chicos siempre buscando lo que no se les había perdido. Al subir cada escalón que llevaban a la cima, sintieron que la temperatura descendía. Al entrar en la habitación, notaron algo que no vieron la noche anterior: rastro de polvo en el suelo que formaba una espiral, justo al lado de la peinadora.
Al acercarse y, del lado de la ventana, encontraron algo que les encendió las alarmas. Allí, donde antes no había nada, estaba el esqueleto de un brazo humano. Perfectamente conservado, con los mismos símbolos grabados que aparecían en la radiografía. El terror los paralizó, las luces comenzaron a parpadear y un susurro cobijó la habitación.
De repente, todo quedó en oscuridad. Cuando la luz regresó, el brazo había desaparecido. En su lugar estaba el sobre de la radiografía y esta había cambiado. Ahora mostraba tres brazos, cada uno con las mismas marcas que el primero. Los hermanos se miraron con incredulidad, incapaces de procesar lo que acababa de ocurrir. Una risa nerviosa escapó de Yanett, y pronto Alba y Gonzalo también comenzaron a reír. Era una risa extraña, histérica, sus mentes intentaban lidiar con el miedo.
Salieron a toda prisa de la habitación y, mientras bajaban tambaleándose con la risa, transformándose en carcajadas descontroladas, Gonzalo pensó que, si aquello era una broma macabra, al menos era una buena historia para contar. Pero su gagueo y la risa no lo dejaban expresar su pensamiento. Alba intentó recomponerse y bromeó diciendo que, quienquiera que fuera el dueño de ese brazo, estaba bien embromado porque algo le faltaba.
Al llegar a la sala, sus teléfonos anunciaron en coro un mensaje. Cada uno recibió el mismo mensaje. Una imagen de la radiografía, pero esta vez los rostros formados por las sombras eran los suyos. Abajo, un mensaje, que heló sus huesos: “Revisa tus extremidades”.
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Es mi responsabilidad compartir con ustedes que, como hispanohablante, he tenido que recurrir al traductor Deepl para poder llevar mi contenido original en español al idioma inglés. También, hago constar que he utilizado la herramienta de revisión gramatical Grammarly.
Caracas, 16 de diciembre del 2024
English
In Queniquea, a village nestled between mountains, a house stood on one of them. Alba, Yanett, and Gonzalo, the stutterer, triplet siblings already past 60, had bought the house for their retirement. The surprisingly low price seemed like a bargain and they didn't hesitate to invest their savings. But at the same time, it created some suspicion, because it gave the impression that the sellers were desperate to get rid of it.
From the first day, the house appeared eerie and imposing. Its interior was filled with endless rooms, stairs everywhere, and a dense atmosphere. Although the brothers were incredulous, the house caused them to feel uneasy by the murmurs of the wind and some dancing shadows. A strange sensation ran down their backs every time they climbed to the upper floors.
One night, as daredevils, they wandered through the highest part of the house and found a locked room. The door, marked with worn symbols they could not decipher, resisted until Gonzalo picked the lock with a screwdriver. When they opened it, an old smell enveloped them. In the room was a hairdresser's shop with a broken mirror and a rustic wooden bed and on top of the mattress an envelope containing an X-ray.
The image showed a human arm, and Alba was struck by the fact that the bone was carved with strange symbols, perhaps runes. Even more disturbing, when moved against the light, the shadows seemed to form a sinister smiling face.
Intrigued and uneasy, they took turns looking at the X-ray, each seeking to observe it in more detail. Yanett, with her curiosity for mysteries and her love for ancient stories, tried to interpret the engravings. Although she could not understand them, she was sure that they were not simple markings. Gonzalo, with his meticulous eye, affirmed that the patterns seemed to form a map.
As the brothers speculated on the origin of the X-ray, a sound reverberated through the house. As they searched for the source of the noise, they realized it was coming from a radio in the living room. What was frightening was that the radio was electric and not plugged in. With a chirp, the radio came back on, and a guttural voice, accompanied by interference, said, “The arm is waiting.”
The three looked at each other as a white pallor appeared on their faces. The radio crackled again and began to broadcast a distorted waltz.
Alba, trying to remain calm, put the X-ray in the envelope and immediately put it in a drawer. With the same, she proposed that they go to rest because it was already late and tiredness always played its part. But none of them could sleep well that night. Each one experienced strange occurrences: shadows, whispers, and knocking on the walls.
The next day, again at night, they decided to return to the room where they had found the X-ray. These kids were always looking for what they hadn't missed. As they climbed each step leading to the top, they felt the temperature drop. As they entered the room, they noticed something they hadn't seen the night before: a trail of dust on the floor forming a spiral, right next to the combing machine.
As they approached and, the side of the window, they found something that set off alarm bells. There, where there was nothing before, was the skeleton of a human arm. Perfectly preserved, with the same engraved symbols that appeared on the X-ray. Terror paralyzed them, the lights began to flicker and a whisper covered the room.
Suddenly, everything went dark. When the light returned, the arm was gone. In its place was the X-ray envelope and it had changed. It now showed three arms, each with the same markings as the first. The brothers looked at each other in disbelief, unable to process what had just happened. A nervous laugh escaped from Yanett, and soon Alba and Gonzalo began to laugh as well. It was a strange, hysterical laugh, their minds trying to deal with the fear.
They hurried out of the room and, as they staggered downstairs with the laughter, transforming into uncontrolled guffaws, Gonzalo thought that, if this was a macabre joke, at least it was a good story to tell. But his gagging and laughter prevented him from expressing his thoughts. Alba tried to pull herself together and joked that, whoever the owner of that arm was, he was really messed up because something was missing.
When they reached the living room, their phones announced a message in chorus. Each received the same message. An image of the X-ray, but this time the faces formed by the shadows were their own. Underneath, a message, that chilled their bones: “Check your limbs.”
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Caracas, December 16, 2024
It is my responsibility to share with you that, as a Spanish speaker, I have had to resort to the translator Deepl to translate my original Spanish content into English. I also state that I have used the grammar-checking tool Grammarly.
Amigo, IMPRESIONANTE relato, logras captar la atención de principio a fin, con un cierre espectacular. Felicidades
Amigo Félix (@felpach), qué bueno que la historia te ha gustado, eso me llena de alegría porque el objetivo es sacar al lector de su día a día, relajarlo un poco, colocarlo en la cuerda del suspenso pero con humor.
Mil gracias por tu visita.
Un fuerte abrazo virtual.
Excelente su intención, sobre todo cuando las condiciones son tan adversas. Un abrazo
Buen texto narrativo, entre el suspenso y un sobrio terror, e incluso algo de ironía y humor. Saludos, @germanandradeg.
@commenterewarder
Gracias José (@josemalavem) por el apoyo.
Un abrazo virtual desde este lado del planeta.
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