Un amigo que venía de atravesar un océano de desafíos después de su divorcio me llegó con su lloradera expresando que para colmo sus hijos lo habían vetado. Que un hijo tenga un concepto negativo de un padre es algo como para morirse, sobre todo cuando se ha actuado bien. En mi caso le llenaron el coco de chiripas. Pero el tiempo es sabio y la verdad siempre sale a flote. Pienso que mi amigo recurrió a mí porque sabía lo sucedido.

Siempre supe que Juan Pablo era un excelente profesional, responsable, buen padre, buen amigo y solo se le veía un pequeño detalle; lo mujeriego. Tarde o temprano lo iban a descubrir y en el gremio se lo habíamos anunciado. No hizo caso y la esposa lo atrapó con las manos en la masa para luego ser el maleteado del grupo. Pero eso no fue lo peor. Así es, algo peor le llegó.

Morgana, la esposa de Juan Pablo, era conocida en nuestro círculo como la bruja de las brujas. La tipa se las traía. Sus expresiones eran tomadas muy en serio y hasta peligrosas. Sus adivinanzas y conjuros, se hacían realidad. Bueno, esta señora el día que corrió a mi amigo le descargó una maldición y esa vaina sí que fue fea. Juan, al verse en semejante oscuridad, se le ocurrió venir a mí para que le diera tips para superar esa situación. Claro, como soy hijo de brujo, debo cazar ratón.

No crean que les voy a echar mi cuento, eso no va a pasar. Nos vamos a quedar con la historia de él.

Después que le echaron el mal de ojo, mi amigo se mudó a su habitación de divorciado y de inmediato comenzaron los acontecimientos. Uno de ellos fue que lo despidieron de su empleo. Toño vale, ¿a quién se le ocurre montarle cachos a la hermana del dueño de la empresa donde trabajas? Mi amigo no volvió a dar pie con bola, nada le salía bien y su vida se fue directo allá, donde están los dinosaurios transformados en petróleo. Manifestaba que su vida ya no tenía sentido.

Todo esto que le acontecía a Juan me hizo trasladarme a momentos de mi vida que no quería recordar. Pero a su vez esos recuerdos me trajeron un libro. Uno escrito por Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido”. Un siquiatra que fue un prisionero en los campos de concentración nazis. Él afirmaba que el sentido de la vida no había que buscarlo fuera de nosotros, sino que nace con nuestras acciones, nuestra forma de responder a las circunstancias.

También destacaba la importancia de vivir el presente, apreciando las pequeñas cosas de la vida sin buscar un gran significado universal. Aun cuando las cosas fuesen muy difíciles, debíamos actuar según nuestros valores y principios, identificando algo que nos motive y que nos dé un sentido de dirección. Además, deberíamos conectar con personas de calidad para construir relaciones sólidas y positivas.

Al final y después de escuchar a Juan Pablo, le hablé de estas cosas que les he mencionado y le recomendé leer el libro "El hombre en busca de sentido". Hace poco me llamó diciendo que la vida le había cambiado para bien, que su perspectiva ya no era la misma y que ahora estaba más atento a sus acciones y respuesta. Según él, ya no es mujeriego. Pienso que (aquí, entre nosotros), se me paso la mano con mis recomendaciones o que ya no se le levanta el espíritu.

Nota del autor (o sea, yo):

No sabía dónde colocar este texto, no estaba seguro si era apropiado para la comunidad. Después de pensarlo mucho, decidí atreverme porque siento que hablo sobre el crecimiento del ser, del cómo encontrar motivación aún en las situaciones más desesperadas. El amor, la amistad son maravillosas en momentos difíciles. La vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia, y es nuestra tarea descubrirlo.

El libro lo puedes conseguir en formato [.pdf]. Estaré atento a sus comentarios.