Esteros de Esperanza [Also in English]
Simón, un hombre recio del llano, había trabajado cultivando la tierra y criando animales, llevando una vida sencilla, pero llena de satisfacción, hasta que su esposa partió de esta dimensión. A partir de ese momento la tristeza lo invadió. Mariana, quien había sido el centro de su mundo, falleció a causa de una complicación respiratoria que según los médicos fue ocasionado por un virus. Desde su partida, cada día era un enorme bloque de cemento sobre los hombros y la razón de vida había perdido el color.
Los días transcurrían y el hombre ya no salía a sus labores en el campo. El desgano lo tenían atado a una de las ventanas de la casa con la vista perdida en el horizonte. La alegría del llanero se había extraviado y en su lugar estaba alojada la soledad, ahora su única compañera.
Los vencimos del pueblo se reunieron para buscar la forma de activar a Simón y le propusieron a Cecilia que fuera a invitarlo a caminar por los esteros, a distraerse con los colores, la fauna, que tomara luz solar que siempre llena de alegría. El triste aceptó, pero después de una larga insistencia de Cecilia. Ella era buena en eso.
No fue una salida, fueron varias y llegó el día en que Simón se fue a caminar solo, había encontrado en ese ejercicio una forma más de aislarse de todos y de sumergirse en sus pensamientos. Un día, algo inusual sucedió. Mientras cruzaba un pequeño arroyo, vio una flor que no había visto jamás. La flor era del color del Nazareno de San Pablo. La hermosura de la flor lo dejo pasmado por su brillar que la hacía destacar de todo a su alrededor.
Simón, atraído por su belleza, se agachó para admirarla de cerca y al hacerlo sintió que algo extraño sucedía. De alguna forma desconocida, sintió que la flor le expresaba que la vida, a pesar de todo, aún podía tener belleza. Pasaron los días y Simón siempre volvía al lugar donde estaba la flor morada y cada vez que se encontraba con ella notaba un cambio. Su belleza era magnífica, exuberante.
Poco a poco, así fue sucediendo con el sentir de Simón, algo dentro de él también estaba cambiando. La tristeza que tanto le pesaba comenzó a desvanecerse. Cada día, al visitar a la flor, sentía una conexión maravillosa con la naturaleza. El viento que acariciaba su rostro ya no le parecía tan frío, y la tierra se mostraba verde. Tomo la decisión de volver a trabajar en la tierra. Pasaron más días y la flor mostró su verdadera belleza con una grandeza sin igual. Además, a su alrededor, aparecieron más como ella, creando un precioso concierto de flores moradas. Simón percibió que ese pequeño gesto de la naturaleza le decía que la vida, aunque a veces nos deje en la oscuridad, tiene una forma misteriosa de guiarnos hacia la luz.
Poco tiempo pasó para que los demás del pueblo comenzaran a notar el cambio en Simón. Ya no era el hombre triste. Ahora exportaba una paz que emanaban desde lo más profundo de su ser. Su trabajo en el campo ya no era una obligación, sino una expresión de gratitud.
Una vez, una joven, al ver el cambio del llanero, decidió comentarle lo que sufría. Ella también había perdido a un ser querido. Simón, sin decir una palabra, la llevo al sitio del jardín de flores moradas. Allí le mostró su belleza y le enseño como cuidarlas. La mujer, con el tiempo, aprendió que de las cosas simples se podía encontrar belleza. A través de Simón, comprendió que el sufrimiento, no tenía que consumirla.
Con el tiempo, más personas del pueblo se acercaron al jardín de Simón, buscando consuelo en sus flores. Simón ya no era un hombre triste y solitario, sino una fuente de esperanza. Él les enseñó que, aunque se nos presenten desafíos, siempre hay algo hermoso que nos recuerda que la vida, incluso en sus momentos más oscuros, tiene la capacidad de renovarse.
El jardín de las flores moradas se convirtió en un símbolo de esperanza. La vida, a pesar de momentos duros, siempre tiene algo hermoso que ofrecer, solo tenemos que estar dispuestos a verlos.
Simón encontró en su dolor un propósito. No solo sanó su propio corazón, sino que, al compartir su renovación, sanó también a los demás. La belleza, incluso en medio del sufrimiento, siempre puede ser encontrada.
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Contenido original, escrito para:
Hispaliterario 39 / Salvemos al mundo por @hispa.literario.
Imágenes editadas usando CANVA.
Es mi responsabilidad compartir con ustedes que, como hispanohablante, he tenido que recurrir al traductor Deepl para poder llevar mi contenido original en español al idioma inglés. También, hago constar que he utilizado la herramienta de revisión gramatical Grammarly.
Caracas, 15 de noviembre del 2024
English
Simon, a hardy man from the plains, had worked cultivating the land and raising animals, leading a simple life, but full of satisfaction, until his wife left this dimension. From that moment on, sadness invaded him. Mariana, who had been the center of his world, passed away due to a respiratory complication that, according to the doctors, was caused by a virus. Since her departure, every day was a huge block of cement on his shoulders and his reason for living had lost its color.
The days went by, and the man no longer went out to work in the fields. His listlessness had him tied to one of the house's windows, his eyes lost in the horizon. The llanero's joy had gone astray, and in its place was lodged loneliness, now his only companion.
The people of the village gathered to find a way to activate Simon. Cecilia proposed inviting him to go for a walk in the marshes, to be distracted by the colors and fauna, to take sunlight, which always filled him with joy. He accepted but after a long insistence from Cecilia. She was good at it.
It was not one outing, but several, and the day came when Simon went for a walk alone, he had found in this exercise another way to isolate himself from everyone and to immerse himself in his thoughts. One day, something unusual happened. While crossing a small stream, he saw a flower he had never seen before. The flower was the color of St. Paul's Nazarene. The beauty of the flower stunned him by its brilliance making it stand out from everything around it.
Attracted by its beauty, Simon bent down to admire it closely and, in doing so, felt that something strange was happening. In some unknown way, he felt that the flower expressed to him that life, despite everything, could still have beauty. Days went by, and Simon always returned to the place where the purple flower was. Every time he came across it, he noticed a change. Its beauty was magnificent and exuberant.
Little by little, as it was happening with Simon's feelings, something inside him was also changing. The sadness that weighed so heavily on him began to fade. Each day, as he visited the flower, he felt a wonderful connection with nature. The wind that caressed his face no longer seemed so cold, and the earth appeared green. He decided to return to work in the soil. More days passed and the flower showed its true beauty with unparalleled grandeur. Moreover, all around it, more like it appeared, creating a beautiful concert of purple flowers. Simon sensed that this small gesture of nature was telling him that life, even if it sometimes leaves us in darkness, has a mysterious way of guiding us to the light.
It wasn't long before others in the village began to notice Simon's change. He was no longer the sad man. He now exuded a peace that emanated from deep within him. His work in the fields was no longer an obligation but an expression of gratitude.
Once, a young woman, seeing the change in the llanero, decided to tell him what she was suffering. She too had lost a loved one. Without saying a word, Simon took her to the purple flower garden site. There he showed her their beauty and taught her how to care for them. The woman, in time, learned that beauty could be found in simple things. Through Simon, she understood that suffering did not have to consume her.
Over time, more people from the village came to Simon's garden, seeking solace in his flowers. Simon was no longer a sad and lonely man, but a source of hope. He taught them that, even when we are presented with challenges, there is always something beautiful to remind us that life, even in its darkest moments, can renew itself.
The garden of purple flowers became a symbol of hope. Life, despite hard times, always has something beautiful to offer, we just have to be willing to see them.
Simon found in his pain a purpose. Not only did he heal his own heart, but by sharing his renewal, he healed others as well. Beauty, even while suffering, can always be found.
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The original content was written for:
Hispaliterario 39 / Let's save the world by @hispa.literario.
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Caracas, November 15, 2024
It is my responsibility to share with you that, as a Spanish speaker, I have had to resort to the translator Deepl to translate my original Spanish content into English. I also state that I have used the grammar-checking tool Grammarly.
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