Pérez estaba sentado en la parte de atrás de su casa, disfrutando de un delicioso pescado frito.

Al terminar, dejo el plato en el fregador, lavo las manos, tomo su bolsa de mercado, las llaves de casa y salió.

Terminando de cerrar la puerta de casa, vio una mujer que se acercaba por la acera. Era hermosa. Cabello castaño oscuro hasta la mitad de la espalda, los ojos miel y una sonrisa que invitaba contemplarla.

Pérez se quedó boquiabierto. Nunca había visto a una mujer tan hermosa.

La mujer se le acercó y le sonrió. Él se sintió atraído por ella de inmediato. Comenzaron una conversación que duro horas. Se hablaron de todo, de sus familias, de sus sueños. El encuentro fue algo mágico.

Pérez en su mente se decía que estaba enamorado de ella. Ella estaba en el mismo camino.

La cosa fue tan bonita que comenzaron una apasionada relación. Se pasearon por el parque, fueron al cine; se divirtieron, se hicieron compañía.

Un día, la mujer le dijo a Pérez que tenía que irse. Él quedó devastado. No quería que se fuera. La mujer le prometió que volvería.

Pasaron los días, las semanas y los meses. Pérez no la olvidaba. La esperaba todos los días, con la esperanza de que volviera.

Un día, recibió un paquete. Lo abrió y encontró una nota que decía:

"Te he mandado un regalo. Es un recuerdo de cuando estábamos juntos."

Sacó el regalo del paquete. Era una caja de pastillas para el dolor de garganta. Pérez sonrió. Imagino que ella sabía que no estaba bien de salud. Siempre se caracterizó por su sexto sentido.

Justo en ese momento, el timbre de la puerta sonó. Corrió para abrir con la esperanza de que era la mujer, pero era un empleado de DHL.

Este le saludó con un buen día y le explicó que le había entregado el paquete equivocado, que era un envío fallido.

Pérez murió triste. Nunca supo de la mujer y jamás pudo entender la nota del paquete.