Dulces Oreja de Cochino [Also in English]
Rosario siempre fue un pequeño pueblo de paz, donde los habitantes se conocían desde generaciones.
Mi tío Simón, quien vivía en la ciudad de Calabozo, pleno llano central de Venezuela, tenía unas parcelas en Rosario que no podía atender muy a pesar de que el pueblito estaba a solo 15 minutos de Calabozo. Entonces decidió regalar esas tierras y una de las afortunadas fue mi madre.
Mamá le agradeció al tío por el gesto y de inmediato llamó a sus seis hijos, incluyéndome. En la reunión, mamá expresó que debido a su edad, ella no podía encargarse de la parcela. Por lo tanto, preguntó quién la quería.
Era una buena oportunidad para sembrar todo tipo de legumbres, frutas y hasta se podía criar ganado. Todos nos miramos las caras. Después de pensarlo, dije que no aceptaría porque la vida en el campo no era lo mío. Así pasó con los demás, a excepción de Luis y Enrique. Este par de hermanos prepararon todo y partieron de Caracas para Rosario. Al llegar al pueblito, se encontraron con que la casa que estaba en el terreno era de bahareque, con techo de láminas y piso de tierra. Nada cómodo para alguien que ha estado toda su vida en la capital.
Como sea, mis hermanitos se pusieron a trabajar y a sembrar. Pasaban los días echando pico, pala y machete bajo un inclemente sol llanero y las noches peleando con la plaga que no les dejaba dormir. Pero al final se adaptaron y lo tomaron como una diversión.
Con el tiempo fueron conociendo a los habitantes del pueblo y sus acostumbradas historias del llano. Todo el mundo sabía la historia del otro menos la excepción: la abuela Lucrecia, una anciana que tenía pocos meses de haber llegado de Europa. Vivía al final del único camino que atravesaba el pueblo. La conocían por sus dulces que asemejaban unas orejas. El pueblo los denominaba Dulces Oreja de Cochino. Además de ello era conocida por su jardín adornado de flores hermosas. Nadie sabía mucho más de ella.
Una noche, bajo un cielo despejado, acompañado por una luna y algunas estrellas, algo perturbó la paz. Los perros del pueblo comenzaron a aullar de una manera que helaba la sangre. Algunos dijeron que vieron una extraña sombra entre las casas.
Antes de que el sol apareciera, la desaparición de un niño rompió la calma. El pueblo entero junto con mis hermanos realizó una búsqueda frenética, pero solo encontraron sus ropas cerca del río. Las noches siguientes trajeron más desapariciones. Muchos niños se ausentaron de sus casas sin dejar rastro. El miedo se apoderó del pueblo que no tenía policías ni autoridad civil. La abuela Lucrecia, sin embargo, seguía con su rutina, ajena al terror que asolaba a sus vecinos.
La tensión creció hasta que alguien dijo que debían sospechar de los recién llegados. Crearon grupos para vigilar a los nuevos habitantes. Mis hermanos se molestaron por la actitud de los vecinos.
Un grupo decidió seguir a la abuela cuando vieron que ella se dirigía llano adentro en vía al río en plena noche. Solo una luna de sangre iluminaba el andar. La siguieron en silencio, hasta que vieron algo espeluznante. La vieja comenzó a deformarse y con ello brotó un inmenso lobo.
El grupo retrocedió, horrorizado, y uno de ellos tropezó, llamando la atención de la bestia. La abuela lobo se lanzó hacia el hombre, pero antes de que pudiera alcanzarlo, una luz salió del pecho del llanero, provocando la huida del feroz animal. Había sido el reflejo de la luna sobre una cruz de plata en la cadena del afortunado hombre.
Con la luz del día todos armados revisaron el sector en donde se transformó la abuela del mal y encontraron lo impensable. Rastros de cadáveres de infantes. Habían sido devorados, mutilados. Llantos de dolor se escucharon en todo el llano.
En la desesperación y dolor, todos decidieron ir a casa de la abuela para cobrar venganza. Al llegar vieron que el jardín se había marchitado. Decidieron romper puertas y ventana para ingresar. Estando adentro, el horror supero todo lo antes visto y vivido. En unas ollas inmensas que se ubicaban en la cocina se encontraban trozos de orejas de los infantes desaparecidos. La anciana malvada habia hecho dulces con ellas y las ofrecía al pueblo como dulce oreja de cochino.
Mis hermanos llamaron a mamá y le contaron lo sucedido. Alarmada, mamá les dijo que regalaran esas tierras malditas y que se devolvieran para Caracas.
Meses después, un niño que se creía devorado por la vieja, regresó al pueblo. No recordaba nada y en su mano llevaba una flor. Una flor que solo crecía en el jardín de la abuela Lucrecia. Eso motivó una leyenda, cuando el capullo se abría, un alma perdida, encontraba su camino de regreso a casa.
La vieja se esfumó. No se supo más de ella.
Hace poco, leí en las redes sociales la noticia que hablaba de un caso parecido en los pueblos más apartados de Argentina y Perú.
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Contenido original escrito para:
¡Los hombres lobo han invadido ZDE!.
Quiero agradecer infinitamente a @actioncats su amable invitación y la hago extensiva a mis buenos amigos @hexagono6, @soychalbed, @yenmendt, @elamaria, @cautiva-30, @purrix y @felixmarranz.
Imágenes editadas usando CANVA.
Es mi responsabilidad compartir con ustedes que, como hispanohablante, he tenido que recurrir al traductor Deepl para poder llevar mi contenido original en español al idioma inglés. También, hago constar que he utilizado la herramienta de revisión gramatical Grammarly.
English
Rosario was always a small peaceful town, where the inhabitants had known each other for generations.
My uncle Simón, who lived in the city of Calabozo, in the middle of the central plains of Venezuela, had some plots of land in Rosario that he could not take care of, even though the town was only 15 minutes away from Calabozo. So he decided to give those lands as a gift and one of the lucky ones was my mother.
Mom thanked the uncle for the gesture and immediately called her six children, including me. At the meeting, Mom expressed that due to her age, she could not take care of the plot. Therefore, she asked who wanted it.
It was a good opportunity to plant all kinds of vegetables, and fruits and even raise cattle. We all looked at each other's faces. After thinking about it, I said I would not accept it because life in the country was not my thing. So it was with the others, except for Luis and Enrique. This pair of brothers prepared everything and left Caracas for Rosario. When they arrived at the little town, they found that the house on the land was made of bahareque, with a tin roof and a dirt floor. Not at all comfortable for someone who had been in the capital all his life.
Anyway, my little brothers started working and planting. They spent their days picking, shoveling, and macheteing under an inclement llanero sun and the nights fighting the plague that kept them awake at night. But in the end, they adapted and took it as fun.
With time they got to know the inhabitants of the town and their usual stories of the plains. Everyone knew each other's stories except for one exception: Grandmother Lucrecia, an old woman who had just arrived from Europe a few months earlier. She lived at the end of the only road through town. She was known for her candies that resembled ears. The people called them Pig's Ear Sweets. Besides that, she was known for her garden adorned with beautiful flowers. No one knew much more about her.
One night, under a clear sky, accompanied by a moon and a few stars, something disturbed the peace. The village dogs began to howl in a blood-chilling manner. Some said they saw a strange shadow between the houses.
Before the sun appeared, the disappearance of a child broke the calm. The whole village along with my brothers conducted a frantic search, but only found his clothes near the river. The following nights brought more disappearances. Many children were absent from their homes without a trace. Fear gripped the town, which had no police or civil authority. Grandmother Lucrecia, however, continued with her routine, oblivious to the terror that plagued her neighbors.
Tension grew until someone said they should be suspicious of the newcomers. They created groups to keep an eye on the new inhabitants. My brothers were annoyed by the attitude of the neighbors.
One group decided to follow the grandmother when they saw that she was heading inland towards the river in the middle of the night. Only a blood moon illuminated her walk. They followed her in silence until they saw something creepy. The old woman began to deform and with it, a huge wolf sprouted.
The group recoiled in horror, and one of them stumbled, drawing the beast's attention. The grandmother wolf lunged towards the man, but before she could reach him, a light shot out of the plainsman's chest, causing the ferocious animal to flee. It had been the reflection of the moon on a silver cross on the lucky man's chain.
With the light of day, all the armed men searched the area where the grandmother of evil had been transformed and found the unthinkable. Traces of children's corpses. They had been devoured, mutilated. Cries of pain were heard all over the plain.
In desperation and grief, they all decided to go to the grandmother's house to take revenge. When they arrived they saw that the garden had withered. They decided to break doors and windows to enter. Once inside, the horror surpassed anything they had ever seen or experienced before. In huge pots in the kitchen, there were pieces of the ears of the missing children. The evil old woman had made sweets with them and offered them to the people as sweet pig's ears.
My brothers called my mother and told her what had happened. Alarmed, Mom told them to give away the cursed land and return to Caracas.
Months later, a boy who thought he had been devoured by the old woman returned to town. He remembered nothing and in his hand, he carried a flower. A flower that only grew in the garden of Grandmother Lucrecia. That motivated a legend, when the bud opened, a lost soul found its way back home.
The old woman vanished. She was never heard from again.
Recently, I read on social networks the news about a similar case in the most remote villages of Argentina and Peru.
All rights reserved. © Copyright 2024 Germán Andrade G.
The original content was written for:
Werewolves have invaded ZDE!.
I want to thank @actioncats for his kind invitation infinitely and I extend an invitation to my good friends @hexagono6, @soychalbed, @yenmendt, @elamaria, @cautiva-30, @purrix, and @felixmarranz.
Images edited using CANVA.
It is my responsibility to share with you that, as a Spanish speaker, I have had to resort to the translator Deepl to translate my original Spanish content into English. I also state that I have used the grammar-checking tool Grammarly.
No sé cómo decirte la verdad, resulta que mi abuela preparaba las deliciosas orejas dulces, una receta que trajo de la aldea en las montañas del norte de España, donde nació.
Con frecuencia las preparaba las noches de luna llena, a condición de que ninguno de los nietos saliera a pasear.
Salud y éxito GER-MAN @germanandradeg, en mi relato te contaré más.
😱😱😱😱😱😱
Hola @germanandradeg, ya publiqué un relato, solo no compartí la receta de las orejas, pero un día de estos comparto la de las torrijas, aunque la tradición es hacerlas por Semana Santa y este año ya paso.
Un fuerte abrazo.
Dios mío, el otro día vi un documental de una abuelita asesina (Nada que ver con esto) pero me recordó como las apariencias engañan y detrás de una dulce anciana se esconde un monstruo feroz. Lo de los dulces, ay dios... sin palabras.. por eso desconfío de la comida que hacen otros jaja
Excelente relato. Gracias por participar de #LobosEnZde
Pdta: Podrías pasarme el caso que mencionas? O decirme el titulo así veo noticias? Me dio curiosidad ¡Saludos!
Hola Ivana (@aibi93).
Muchas gracias por tu comentario y por permitirme participar en la iniciativa.
La historia es de total ficción, solo algunos detalles sucedieron:
Rosario es un pequeño pueblo ubicado en el llano venezolano.
El obsequio del terreno sucedió, mis hermanos Luis y Enrique (fallecidos) le dedicaron esfuerzo.
Basándome en esos acontecimientos y lugar, armé la historia. La abuela nació en mi mente junto con todo lo relacionado. Solo he hecho una adaptación del Hombre lobo a una linda abuelita con su rico dulce.
Por lo tanto, lo que dice el narrador al final de la historia..., es parte de la misma. Esto me lleva a expresarte que no puedo pasarte el caso o darte el título porque ha sido el final inesperado de una mente desequilibrada.
Como tú, desconfío de la comida de los demás.
Gracias por leerme.
Saludos desde este lado del planeta.
¡Ná guará de ahora en adelante cuando vea una viejita arranco en fá!
Escribes excelente, me encantó el giro que le diste a la historia, me mantuviste en suspenso hasta el final. Me alegra verte por aquí participando en la iniciativa de este mes 🤗🤗. Saludos, @germanandradeg 🙌.
Hola Vanessa (@vezo).
Mil gracias por tu motivador comentario que hizo que se me arrugaran los calcetines y por permitirme participar en la iniciativa.
Que todas las fuerzas del universo te acompañen.
Cariños desde este lado del planeta.
Excelente historia me encanta esa manera de escribir dónde te sientes como mirando un cortometraje con colores fríos y una orquesta que acompaña el suspenso, está increíble.
¡WOW, qué bonito comentario!
Gracias mil.