Al graduarme de bachiller papá me pidió que lo ayudará con el negocio porque ya no se daba abasto, incluso teniendo algunos empleados. Como tenía que esperar por el cupo en la universidad, acepté con gusto, total era el negocio de la familia. Trabajar con papá era para valientes porque era muy exigente, lo bueno era que sabía manejarlo, él solo quería que la familia se integrara más al negocio.

El negocio era un bazar en donde se vendía desde tarjetas de cumpleaños hasta neveras, pasando por botones forrados. No había un día en que se abriera la tienda y no la visitaran un par de vecinos del sector. Eran Renato y Jesús. Un par de viejos echadores de vaina que habían hecho amistad con papá. Me caían bien ese par de viejos, siempre tenían cuentos y con ellos uno reía mucho.

Ellos tenían una frase que decía que después del medio cupón todo era gratis. Por un largo tiempo intenté descifrar qué querían decir hasta que no me aguanté y se los pregunté. La respuesta fue que después de los 50 años ya no había más nada que hacer, que ya se había vivido todo y tocaba disfrutar el resto y esperar la muerte. Eso me perturbó, me parecía que se estaban rindiendo siendo unos hombres jóvenes. Papá no pensaba así y me decía que ellos se habían dado por vencido porque estaban solos. Sus hijos y familiares no los visitaban y lo más cercano a ellos eran los vecinos.

El tema que nos trae @emiliorios me hizo recordar a todos aquellos conocidos que habían superado los 50 y en especial los 60. Los padres, abuelos de mis amigos o compañeros nunca estuvieron solos. Esto me hace pensar que la soledad en la vejez no es culpa de la descendencia, sino que es una consecuencia de la actitud que se tuvo en la vida. No cultivaron familia, amor y, por lo tanto, no tienen nada que cosechar.

Hoy, en Venezuela, sé que hay muchos mayorcitos que están relativamente solos y la razón es que sus descendencias ha tenido que migrar en búsqueda de mejor calidad de vida. O sea, ha sido por circunstancias sociales, políticas y económicas. En mi caso, dos de mis hijos se fueron del país.

En un mundo en constante cambio, donde la tecnología avanza a pasos agigantados, muchos se preguntan cómo mantenerse a la vanguardia. Para mí, la respuesta es simple: nunca dejar de aprender.

Si bien tengo 64 años, mi mente y espíritu se mantienen jóvenes. La tecnología no me intimida, al contrario, la abrazo con entusiasmo. He vivido en primera persona la transición de la era analógica a la digital. Cuando salieron los teléfonos móviles fui de los primeros en tener uno, así pasó con las computadoras personales. Además, viajé del MS-DOS hasta los sistemas operativos de la actualidad. No me quedé en el pasado. De hecho, la música vieja no va conmigo. Eso no quiero decir que me guste el reguetón.

El estar actualizado me ha llevado a poder tener intercambio de ideas con muchachos de la edad de mis hijos y hasta menores. Esa misma actitud la tienen mis conocidos contemporáneos. Entonces, no creo que me vaya a quedar solo, porque cultivé familia, amor, amistad y eso que soy un amante de estar solo. Debido a que me manejo bien con la tecnología, pues, tengo una cantidad enorme de contactos virtuales con los que la paso muy bien. He conocido lugares hermosos gracias a esas relaciones que me han llevado a viajar a sus ciudades, países.

Entonces, en mi opinión, la soledad en la vejez es la consecuencia de la mala vida que se llevó. Hay que asumir esa responsabilidad. Lo otro que quiero transmitir es que no debemos rendirnos, hay que estar activos y al día. Aprender algo nuevo todos los días.

Tengo tres años conociendo la plataforma CANVA junto con HIVE y cada día aprendo algo nuevo. Gracias a HIVE he retomado el escribir mis cuentos. Con CANVA descubrí algo que no sabía que me gustaba: diseñar sin ser diseñador. Es tanto lo que me ha atrapado esta plataforma que me he dedicado a conocerla en profundidad, que todos los días diseño algo, ya sea para mi blog o para alguien que lo necesite. Incluso ya he vendido algunos flyers y tarjetas de invitación. No es que sean del otro mundo, pero tengo mis clientes o admiradores de mis creaciones.

Hace poco, el 14 de mayo de este año, gracias a esos diseños que he colocado en mis redes sociales (web 2) una empresa de diseño y marketing me ha contactado para trabajar con ellos y además me han otorgado una beca por un año para capacitarme en profundidad en la plataforma. Después de viejo con una beca. ¡Esto es un milagro!, bueno, también ha sido la constancia.

No me puedo quedar quieto y se me ha ocurrido crear una serie de tutoriales de CANVA para ser compartidos en mis redes sociales dedicados a instruir a todos aquellos mayores de 50 años. Una manera de agradecer a la vida por tanto amor que me ha regalado y contribuir con aquellos de la tercera edad para buscar adaptarlos a las nuevas herramientas y que se sientan útiles, productivos. Luego, al culminar la beca, realizaré talleres presenciales en donde compartiré mis conocimientos, sobre todo a ese mismo target (+50). Serían clases de CANVA y otras plataformas de edición de imágenes y videos.

He disfrutado cada etapa de mi vida con sus glorias y desafíos y me siento maravillosamente bien al entrar en el ocaso de mi vida con mucha actividad. Es cierto que hay dolencias por los excesos cometidos cuando joven, pero con una buena alimentación, ejercicios diarios, cero vicios y un buen acompañamiento del médico todo se puede superar.

La experiencia y la sabiduría que has acumulado son tus mayores fortalezas úsalas a tu favor. Anonimo.