Hispaliterario 9: El Misterioso Caballo del Demonio

— ¡Jipale! ¡Caballo del demonio!— grita a todo pulmón Eleuterio mientras cabalga, un tanto desenfrenado, sobre los lomos de un impresionante caballo negro azabache. Montando en pelo, se sostiene con fuerzas, pero a la vez con cuidado, de las largas crines del esbelto animal, qué raudo, cruza las amplias sabanas del llano. Con la brisa chocando con ímpetu sobre su rostro, Eleuterio siente que vuela, cuando, al acercarse al sitio conocido como El Cruce de las Tres Cruces, se percata de repente, que realmente está en el aire y sin darle tiempo siquiera a entender lo que está sucediendo, cae de bruces y rueda dando varias vueltas en al suelo. Rápidamente se levanta y con mucho enojo, busca al oscuro caballo que acaba de arrojarlo al piso, mientras se sacude el polvo y las hierbas.

— ¡Caballo pa´endemoniao! ¿Cómo me haces esta jugarreta?— expresa con rabia Eleuterio, mientras camina a donde cree está el caballo, ya que escucha sus relinchos mientras se aleja. — ¡En lo que te agarre, te retuerzo el pescuezo!— grita con más fuerza a un invisible caballo, al que solo escucha trotar hacia el fogón de la difunta Úrsula, lugar misterioso y tétrico, donde momentos antes y sin saber como, se encontró con el brioso animal. Después de caminar de regreso por varios minutos, el largo trecho andado sobre los lomos del caballo, al acercarse al fogón, nota que allí se encuentran Cipriano, Miguel y Teodoro, quienes al verlo, de inmediato le increpan por dirigirse solo a este lugar. El sitio del fogón fue abandonado hace algunos años, cuando la difunta Úrsula, a quien prefieren llamarla así, sencillamente desapareció y solo se encontraron las cuatro patas chamuscadas del caballo que, días antes, le había dicho a todos compro en un pueblo cercano.

— Mira Eleuterio, déjate de estar llegándote hasta este sitio solo, que la puedes pasar muy mal, — le dice Teodoro en lo que estuvo cerca. Eleuterio, sabiendo que se llevaría un regaño del trío de baquianos, de inmediato, le contesta:

— ¡Ah pues! Yo vengo ahí cerquita en detrás de ustedes, pero no los quise alcanzar pa´ve si les pegaba un susto — mientras sonríe con malicia para sus adentros. Los tres hombres lo ven con recelo, pero deciden creer lo que este les dice.

— ¡Caracha negro! Lo único que nos podría asustar aquí, es que se aparezca la difunta Úrsula o el caballo dueño de esas patas, — menciona Cipriano, señalando hacia donde estaban colgadas las patas chamuscadas. Pero, sorprendidos, se dan cuenta de que las patas ya no están en su lugar y al voltear hacia donde se encuentra Eleuterio, este aparece con la mirada roja y encendida, flanqueado por el esbelto y ahora humeante caballo negro, el cual resopla un vapor con el hedor del azufre.

Nunca más se supo de los cuatro hombres y desde entonces, nadie ha vuelto al fogón, para verificar si las patas aún siguen allí colgadas. Aunque en el pueblo hay quienes dicen que, en la soledad de la llanura, en ocasiones, se puede escuchar el grito de Eleuterio, arengando con bríos al misterioso caballo del demonio.

Hispaliterario 9: The Mysterious Demon Horse

— Jipale, the devil's horse,— Eleuterio shouts at the top of his lungs as he rides, a little wildly, on the back of an impressive jet-black horse. Riding bareback, he holds on tightly, but at the same time carefully, to the long mane of the slender animal, which swiftly crosses the vast savannahs of the plain. With the breeze crashing against his face, Eleuterio feels like he is flying, when, as he approaches the place known as El Cruce de las Tres Cruces, he suddenly realizes that he is really in the air. Without even giving him time to understand what is happening, he falls flat on his face and rolls over, tumbling several times on the ground. He quickly gets up and angrily looks for the dark horse that just threw him to the ground, while shaking off the dust and weeds.

— Horse for such a devil! How can you play this trick on me?— Eleuterio says angrily, as he walks to where he thinks the horse is since he hears it whinnying as it walks away. — As soon as I catch you, I'll wring your neck!— he shouts even louder at an invisible horse, which he only hears trotting towards the bonfire of the deceased Ursula, a mysterious and gloomy place, where moments before and without knowing how he met the spirited animal. After walking back for several minutes, the long stretch walking on the horse's back, when approaching the bonfire, he notices that there are Cipriano, Miguel, and Teodoro, who upon seeing him, immediately rebuke him for going alone to this place. The bonfire site was abandoned some years ago when the deceased Ursula, whom they prefer to call this way, simply disappeared and only the four scorched legs of the horse that, days before, she had told everyone she had bought in a nearby town, were found.

— Look Eleuterio, stop coming to this place alone, you could have a terrible time,— says Teodoro as soon as he gets close. Eleuterio, knowing that the trio of cowboys would scold him, immediately answered him:

— Ah well! I'm right behind you, but I didn't want to catch up with you to see if I'd give you a scare,— he smiles mischievously to himself. The three men look at him suspiciously but decide to believe what he tells them.

— Black man! The only thing that could scare us here, is that the deceased Ursula or the horse that owns those legs appears, — mentions Cipriano, pointing to where the scorched legs were hanging. But, surprised, they realize that the legs are no longer in place and when they turn to where Eleuterio is, he appears with a red and burning look, flanked by the slender and now smoking black horse, which snorts steam with the stench of sulfur.

The four men were never heard from again and since then, no one has returned to the campfire to verify if the legs are still hanging there. Although in the town there are those who say that, in the solitude of the plain, on occasions, the cry of Eleuterio can be heard, haranguing the mysterious horse of the devil.