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Él era un trabajador y siempre cuidaba a la familia. Hubo algunas caídas, pero se resolvieron y la familia siguió unida. Siempre resolvía todos los problemas con gran manejo económico y buscaba hacer todo tipo de trabajos para proporcionar lo necesario para el sustento.

Su esposa lo amaba con todas sus fuerzas, ya que él actuaba como psicólogo brindando soporte emocional. Él era quien creaba temas diversos, siendo de gran ayuda para su hijo que sufría de pánico. Siempre cambiaba la mentalidad de su hijo para que entendiera que el mundo no es un lugar feliz, sino que hay que hacerlo feliz. Siempre creaba vínculos con personas de mente elevada para evitar que cayera en la depresión y las drogas, sabiendo que son 2 minutos contra los 23:58 minutos que no está así. Más allá de eso, encontrar la paz en la vida es el mayor bien, y aunque el dinero no es la clave, le enseñó finanzas e inversiones para resolver sus finanzas y mantener la economía normalizada.

La vida continuaba así hasta que el esposo, fuente de vida de la familia, tuvo un accidente incapacitante para trabajar. Ahí empezaron los problemas: la mujer comenzó a exigir que ganara dinero y que fuera perfecto en sus acciones, queriéndolo prisionero de sus gustos y preferencias. Esto solo generó muchas discusiones y el estado del padre decaía día a día al no poder trabajar y sustentar a la familia.

Estas dificultades llevaron al esposo a fumar por la ansiedad, y después de dos años de no poder trabajar, su estado mental decayó. Intentaba mantener el ánimo, pero las exigencias de una madre represora fueron degradando la relación.

Es aquí donde se conocen las verdaderas personas. Generalmente, el hombre construye una casa y trae a la mujer por amor, le da todo, incluso la casa que decide compartir. Sin embargo, ella se pone firme y le exige que trabaje, generando una revolución familiar. Se planteó la venta o regalo de la casa para terminar la relación, pero el hijo interviene preguntando dónde viviría si vendieran la casa.

• Esto demuestra que las desgracias sacan lo malo de ambos, pero también el amor colapsa. No es un amor eterno, es soportarse y aguantar. ¿Ustedes qué opinan? ¿Estará bien lo que pide la mujer? ¿Un hombre que después de tanta falta de amigos, contactos y tiempo encerrado solo con mal humor, qué debería hacer? ¿Terminar todo o intentar conciliar? Ella está firme y no quiere un marido fumador, bebedor, sino uno cariñoso, amoroso, que le haga masajes, cuide y realice todas las tareas del hogar, incluyendo reparaciones. Esta situación puso en jaque todo. ¿Qué opinan? ¿Estos vicios son motivo suficiente para terminar una relación?