Elio Lizcano: Su caída, desaparición y el mito -Un homenaje a la literatura Latinoamericana-
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Homenajear la Literatura Latinoamericana es complejo; es intentar hacer escritos donde la magia de los libros invaden y encantan a todo aquel que los lea; intentar que esté presente cada frase bajo una realidad misteriosa y completamente desconocida en algunos aspectos, pero situándose en un contexto histórico y latinoamericano.
Las obras de Borges, Allende, GABO, entre otros, nos invitan a reflexionar sobre tópicos humanos tan importantes como la mortalidad, las condiciones de vida, los valores y creencias; las referencias filosóficas y literarias que ayudan a entender los contextos que enriquecen todo un mundo plagado de palabras.
Es la biblioteca infinita de Borges, las descripciones políticas de Allende, la cultura genuina de nuestra tierra expresada al detalle por García Márquez; así, los libros, se convierten en vehículos a través de los cuales nos interrelacionamos. Tópicos como los sueños, los caminos laberinticos, los espejos, los pueblos aislados, y los eventos políticos y culturales de nuestra tierra, son necesariamente, parte de un escrito dirigido a enaltecerla.
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Elio Lizcano: Su caída, desaparición y mito
Si bien, en el pueblo todos pensaron que esa pérdida de la razón, ese comportamiento errático y extraño, se debía al excesivo amor e interés por los libros, con los que pasaba horas y a los que les mostraba más afecto que a las mismas personas que le rodeaban, el descalabramiento de su mente y de su espíritu comenzó en realidad, aquel diciembre de 1984, cuándo Marisa Ferrer se casó con José Ángel Hurtado.
Él amaba profundamente a Marisa, desde niña, aunque era excesivamente educado y nunca lo dejó saber, ni a ella ni a nadie.
Pero lo cierto y difícil de entender del asunto, es que Elio desapareció. Sencillamente una mañana no despertó en su cama, como siempre, rodeado de libros, con el escritorio lleno de hojas, lapiceros y cientos de anotaciones, que, según él, eran señales que los mismos libros les mostraban.
Una situación política confusa
Corría el año 1985 en Venezuela; y después de esa tristeza tan profunda generada a finales del 84, que se confundía con ese ausentismo eterno que Elio mostraba ante la gente; se comenzó a gestar una necesidad en él de buscar respuestas a cuestiones netamente humanas, pero que para el común, carecían de sentido o explicaciones lógicas.
Después de aquel diciembre, del matrimonio de Marisa y José Ángel, las preguntas sobre la perseverancia del alma después de la muerte, la injusticia del ser sobre el ser y el estado dicotómico que el hombre adopta sobre la inmortalidad, de anhelarla y evitarla; se apoderaron de sus pensamientos y preocupaciones.
Cuando el 26 de enero, el Papa visitó a Venezuela y aterrizó en Caracas, Elio tuvo la certeza de que su búsqueda estaba amparada por todos los poderes benéficos y positivos que existen en el mundo; y fue esa sensación inmediata que tuvo, cuando Su Santidad comenzaba a bajar por las escaleras del avión y besaba el suelo caraqueño.
El otro hecho crucial ocurre inmediatamente en febrero, el 16, con la muerte de Alí Primera; algo en la forma cómo se relataron en la prensa los hechos, en ese accidente automovilístico, le produjo una sensación de inquietud y un deseo vehemente de entender, a dónde van las almas que luchan por la justicia, elevado servicio; y por los otros.
En ese entonces, el país era un hervidero político, y la gente ignorante en realidad de la incomodidad que se gestaba, de que existían necesidades de comprender cómo se estaban llevando las situaciones administrativas en el país, y donde el pueblo, realmente no estaba entendiendo ni su historia ni los hechos de esta democracia, que cada día generaba más conflictos en el pobre y una división mayor entre pudientes y el que no tenía nada; lo que acentuaba la injusticia, la confusión y la inconformidad.
El primero de marzo, Venezuela y Uruguay restablecen unas relaciones diplomáticas rotas durante 9 años; y Elio Lizcano, lo entendió como una señal para hacer las paces con sus propios fantasmas.
Inmediatamente comenzó un ritual desde las 2 de la tarde, después de reposado el almuerzo: Se encerraba en su cuarto, rodeado de libros; y después de un par de respiraciones y una oración de petición al Todopoderoso; ente, que por cierto, en el que no creía; escogía un libro al azar; lo hojeaba, lo manipulaba ansiosamente, mientras sentía toda la pasión de su corazón desbordándose sobre esas páginas repletas de letras, palabras y de magia. Y ya en la noche, con un ayuno auto infligido y rutinario, se iba a la cama y soñaba la temática del libro, en un afán desesperado por encontrar las respuestas a las preguntas que cada día se hacía sobre la existencia o la persistencia del alma, la dicotomía del deseo del hombre entre querer y no querer ser inmortal; y la injusticia, obligadamente combatida por las leyes, porque el ser humano no era capaz de mantenerla en su conducta.
Así vivió los últimos tres hechos luminosos de su mente.
Gregorio
El 28 de mayo, Manuel Lizcano, su primo, ingeniero petrolero que trabajaba en Cabimas; tomó un vuelo desde esta ciudad hasta Caracas, en un Convair de la línea aérea venezolana, Avensa, que se estrelló minutos después del despegue, falleciendo junto con dos de los ocupantes de la nave.
Manuel había sido uno de los mejores amigos que había tenido en su infancia y adolescencia; y desde que éste vivía en Cabimas y, ocasionalmente trabajaba en Caracas, Elio sentía que había perdido una de sus pocas personas de confianza.
Esa noche, el sueño fue intranquilo; y cuando logró atravesar una barrera oscura y a destiempo, que lo llevó a una especie de depósito de telas, cuyas paredes estaban forradas de espejos, el comenzó a observar que en su reflejo, empezaba a transformarse en un ser extraño con antenas, escamas y patas.
Vio reflejarse grotescamente, mientras se iniciaba un estado de excitación descontrolada. Veía cómo se transformaba en un insecto. Era un Gregorio Samsa cualquiera. Y a pesar de que entendía bien la situación por la que estaba atravesando porque ya había leído el caso de Gregorio, no veía la forma de salir de ella.
Entre la oscuridad del depósito, los colores tenues, medio reflejados por las luces invernales que entraban desde las altas y angostas ventanas, y su forma grotesca, terriblemente mal oliente; el pánico se fue apoderando de él hasta hacerse una masa enorme dentro de su pecho qué no le permitía respirar.
Fue la primera vez que le costó regresar a través del túnel hasta su cuerpo; y eran las 10 de la mañana cuando logró abrir los ojos y corroborar, que su organismo estaba intacto en su cama, rodeado de libros, con La Metamorfosis de Kafka entre las manos.
Aureliano
El segundo episodio de gran angustia lo vivió días después, comenzando junio, en una noche bastante lluviosa, como las que suceden cerca del lago; noches de tormentas eléctricas que ponían en el ambiente una intranquilidad general.
Esa noche, le costó asumir el sueño; y ya tarde, obligándose a ir a la cama, sucedió que fue como una especie de rápida transportación, inmediata al tocar la cama que lo dejó casi sin aliento, mientras fue divisando a su alrededor un entorno tan oscuro como el del depósito anterior; pero esta vez, se escuchaban las aves afuera y una humedad terrible llenaba el ambiente.
Y así sucedió el encuentro. Elio se topó con Aureliano Buendía, el coronel que extrañamente conocía gran parte de los sentimientos de Elio. Le habló de su intento de suicidio, de la rebeldía que sentía por lo que había vivido, de las acciones políticas que encerraban la traición. Le sugirió ser o transformarse en alguien autoritario que la gente respetara.
Elio pensaba que ya era tarde para eso; pero luego, cuando le contó sobre la experiencia que había tenido convirtiéndose en un insecto, Aureliano volvió a sugerirle el suicidio o la alternativa de aislarse a fabricar pescaditos de oro.
La conversación fue tan lúgubre, que en la mañana, cuando despertó; él supo que una parte de su alma se había quedado allá en Macondo.
Fosca
Durante un tiempo, Elio estuvo ensimismado y presentando ataques de angustia que su madre combatía dándole una tableta de fenobarbital de vez en cuando; que aunque ella sabía que no era para eso, al menos lo tranquilizaba y lo ponía a dormir, también, de vez en cuando.
Pero el problema era que la conversación con Aureliano Buendía lo mantuvo un tiempo pensando en el suicidio, y su ánimo y sus ganas se habían disminuido considerablemente.
Pero pasó que en agosto, cuándo se revela la noticia de que el autor intelectual del atentado del vuelo 455 de Cubana de Aviación, ocurrido en 1976, Luis Posada Carriles, un terrorista internacional que había trabajado incluso para la CIA, se había fugado de la Penitenciaría Nacional de San Juan de Los Morros; él tuvo la sensación de que ese hombre era diferente y que podía haber viajado hasta este pueblo a refugiarse y a esconderse. Entonces una extraña certeza lo envolvió; necesitaba de nuevo evadirse, aventurarse; necesitaba respuestas.
Esa noche fue más fácil transportarse. Su anhelo por conocer otras experiencias que le permitieran entender lo que le pasaba, las sensaciones que tenía, que le explicaran el porqué de la existencia limitada de la justicia no aplicada, conocer sobre el deseo inminente del hombre por morir y no ser nunca inmortal; hicieron que, tan pronto puso la cabeza en la almohada, con el libro: Todos los hombres son mortales, tomado al azar y en su regazo; en poco tiempo pudiese estar conversando con Raymond Fosca, príncipe de Carmona, un hombre tan desesperado como él por morir, tan ansioso por terminar de ver vivir, sentir; por dejar de experimentar las emociones que el ser humano experimenta en la existencia.
Se sintió entendido y por primera vez, acompañado. Y al contrario de lo que le sucedió a Regina, que solo pudo emitir un terrible grito; para él fue liberador conocer la historia de Fosca.
Esa noche vagó por campos abiertos, distantes de los hombres, con la idea fija de que, solo el tiempo es capaz de derrotar al hombre.
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El mito de Lizcano
Elio Lizcano se perdió esa noche; no despertó en su cama.
Conocedores de todas las situaciones que él había vivido, y creyentes firmes de que había recibido una terrible hechicería; en el pueblo supieron, inmediatamente, cuando en la mañana, en su cama, sólo apareció el libro de Beauvoir y un crucifijo; que él y Raymond Fosca, habían encontrado por fin la manera de deshacerse de este mundo.
De seguro, Fosca, al igual que encontró la pócima de la inmortalidad, logró, de alguna manera, conseguir la entrada al otro mundo, y con él, se había llevado a Elio para siempre.
Claro que hubo gente, que pensó que, de madrugada, él había caminado hasta el puerto, y lanzandose al agua, había sido arrastrado por las sirenas de los manglares de la zona, y que ahora le tenían secuestrado.
En 1985, en noviembre, cuándo ocurre la tragedia de Armero en Colombia, lo recuerdo; aún la madre de Elio esperaba, sentada en el frente de su casa, que alguien pasara y le diera alguna explicación.
Más, el pueblo es sabio y al final, para la gente, Elio Lizcano solo fue un mito, una leyenda. Como no hubo respuesta referente a su desaparición, lo olvidaron y lo transformaron en algo que unicamente ocurrió en la mente de aquellas personas que crearon la historia.
Pero todos sabemos que existe, a través de los sueños y a través de la magia y el encanto de los libros, ese escape posible, inherente a la necesidad humana de fugarse de sus propias acciones y de su propia historia.
Y a Elio eso, tal vez lo salvó.
Emilio Ríos – Venezuela
@emiliorios
Texto de mi autoría.
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@emiliorios mis felicitaciones, has creado una historia muy digna de ser recordada y también disfrutada.
Me gusta mucho el estilo que has empleado para narrar la historia, hace cumplir 100% esa premisa de homenajear la literatura latinoamericana, percibía ligeros matices que me recordaron a Mascarada y Los platos del diablo de Liendo en cuanto a esa tenacidad y personalidad soñadora de Elio tan propia de uno de los Victorinos de Miguel Otero Silva jejeje un personaje profundo, me gusta.
Luego las referencias están bien empleadas, no son superficiales ni parecen forzadas, están presentes a través de las excentricidades del personaje y le da coherencia a su mundo.
Por último esa visión final desde la percepción de terceros sobre el protagonista es un cierre de oro, místico.
De nuevo felicitaciones, lo he disfrutado mucho espero que sigas así que se te da bastante bien, y un muy grato saludo en la distancia.
Que bueno y hermoso recibir comentarios cómo éste @ninaeatshere
Si bién la literatura está plagada de seres tan inolvidables, es Latinoamérica la que nos ha dado los más surealistas viviendo nuestra realidad.
Espero seguir intentando crear, tan solo por recibir comentarios así.
Muchas gracias.