Más tiempo ⏱️ || More time ⏱️
En mis tiempos de enfermero de una Unidad de Cuidados Intensivos, en esos turnos de trabajo agobiantes que, en resumidas cuentas, salías echo leña para hoguera de carbón. Después de unas extensas 24 horas, donde tenía a mi cargo un cubículo de cuatro, o más pacientes graves. Ocurría que en los pocos momentos libres de estas jornadas, donde no te puedes echar a dormir en un rato de agotamiento, como simplemente lo haría un enfermero de sala de alguna otra especialidad.
Eran en las madrugadas ese único momento, en el que pareciera que el reloj se detuviera completamente, como si no caminara el tiempo. El cuerpo agotado de pies a cabeza de un día a todo tren, la ardentía en los ojos, los inflamados miembros inferiores que no podían dar un paso más, luego de recorrer kilómetros dentro de cuatro paredes. Resultaba que esta especie de calma aparente del cubículo, luego de pasada la media noche, lo desconectaba todo.
En esa pausa donde se luchaba en una batalla épica entre el sueño y el cansancio, podían naufragar muchas ideas perturbadoras por el amplio mar de la mente humana. Puras estupideces en muchas ocasiones, las que no alcanzarían a imaginarse, pues al principio todo se sentía tan frío como esa brisa de invierno, esa que salía constantemente por las ventanillas de las consolas del aire acondicionado.
Hasta que fuera en una de esas noches, cuando apareció sin tan siquiera pedir permiso, un pensamiento que, cuál pico que, ferozmente, golpeaba contra la dura roca, cavó una otra vez. Si de algo pudiera estar seguro, es de que no era el único al que este pensamiento invadía. Ya que en alguna que otra oportunidad se los escuché decir, de bocas para afueras, a otros compañeros de los demás cubículos, dígase médico o enfermo.
Incluso alguno de estos muchos acompañantes que, de tanto hablar, tienden aturdir los oídos en ocasiones, pero ayudan a que el moroso reloj se mueva como tiene que ser. O que simplemente ayudaban en muchos casos a no caer vencido contra la mesa de escritorio, donde uno se dejaba caer las nalgas contra una fría silla metálica oxidada cuando tocaba escribir las historias. Aunque te venciera el sueño, en el peor de los casos, dudaría que no pudiera despertarte toda esta armonía peculiar provocada por el combo musical de las máquinas de ventilación asistidas.
A las que les hacían coro a voces los monitores de parámetros, siempre en un constante cambio en el que, cuál diseño de luces, pudieran fácilmente iluminar todo este escenario en el que nadie quisiera transitar. Todos estos sonidos repetidos podías escucharlos martillando en los oídos, aun estando a kilómetros del lugar. En ocasiones todavía los escucho, a pesar de que hace rato que no entro a una Unidad de Cuidados Intensivos.
¿Cuáles podrían ser estos pensamientos que invadían mi supuesta tranquilidad en un sitio donde solo se podía apreciar pura desgracia, la agonía de enfermedades que va acumulando el organismo en su longevidad, incluso en los amargos dolorosos procesos terminales? Cuando llega el momento, no distingue edades, se siente igual de doloroso cuando parte un señor mayor que ha llegado al final de su recorrido. Cuando la injusticia de esta vida vulnerable, de la cual todos somos expuestos a este destino, o quién sabe el universo de probabilidades, termina apagando los sueños de algún joven que aún no era su momento.
Para trabajar en estos terrenos nuestros, entre lo que llamamos la lucha, entre lo más valioso que es la vida o el final que es la muerte, uno debe de contar con una fortaleza incalculable. Que domine todo sentimiento de culpa, en algunos casos frustración, que te lleve a cruzar el límite entre la preparación que tienes o el dejarte llevar por el momento de agonía, que experimenta ese familiar que espera detrás de las puertas por una noticia de aliento, una esperanza.
No es para nada fácil de explicar y ni siquiera lo intentaré, pues no se siente igual que vivirlo, pero ese pensamiento con tono de pregunta: "¿Qué pudiera haber hecho, si tuviera un poco más de tiempo?". Estas palabras quedaban grabadas en línea recta, en cada electrocardiograma que lastimosamente cerraba un ciclo. Mi cuota de trabajar en estos lugares, donde personalmente nunca nadie fue una historia clínica, más en mi buró, tarde o temprano, llegó a su final.
Pero por esas ironías de la vida, de las del "que no quiere caldo se le dan tres tazas", llegaría la COVID-19. Donde solo el que lo vivió, obviamente desde mi punto de vista, de regresos a las cuatro paredes de un cubículo de una Unidad de Cuidados Intensivos, se puede acordar de las más de 26 cuarentenas consecutivas que machacaron el cuerpo, la mente. Es precisamente nuestro tiempo de vida lo más valioso que poseemos. Lo que hagamos con ese regalo que se nos da de alguna manera, ya sea espiritual o simple selección natural, es nuestra decisión en que lo invertimos.
Por eso ama todo lo que te rodea, materializa todos tus sueños, toma buenas decisiones, haz todo lo posible porque este mundo sea un poco más bonito y tolerable. Nunca cambies salud por dinero, quizás sea necesario para comprar con él todo este consumismo en el que nos hemos dejado llevar; sin embargo, no hay dinero que compre más tiempo, ese no existe. Si amas lo que haces, ya eres un vencedor, para que forzar las cosas por algo que, en definitiva, tarde o temprano terminará contaminando tu existencia, ya que nunca será suficiente.
Las imagenes utilizadas en el post fueron dadas las fuentes. Textos llevados al Inglés por Deepl Traslate.
ENGLISH VERSION (click here!)
In my time as a nurse in an Intensive Care Unit, during those exhausting shifts that, in a nutshell, you had to leave as firewood for a charcoal fire. After a long 24 hours, where I was in charge of a cubicle of four or more seriously ill patients. It happened that in the few free moments of these days, where you can not go to sleep in a time of exhaustion, as simply would a ward nurse of some other specialty.
They were in the early mornings that only moment in which it seemed that the clock stopped completely, as if time did not walk. The body exhausted from head to toe from a day at full speed, the burning in the eyes, the swollen lower limbs that could not take another step, after traveling kilometers inside four walls. It turned out that this sort of apparent calm of the cubicle, after midnight, disconnected everything.
In that pause where one fought an epic battle between sleep and tiredness, many disturbing ideas could be shipwrecked in the wide sea of the human mind. Pure stupidity on many occasions, which would not reach to imagine, because at first everything felt as cold as that winter breeze, the one that constantly came out of the windows of the air conditioning consoles.
Until it was on one of those nights when, without even asking for permission, a thought appeared that, like a pickaxe fiercely striking against the hard rock, dug once again. If there was one thing I could be sure of, it was that I was not the only one who was invaded by this thought. For on one occasion or another I heard it said, from the mouths of others, to other colleagues in the other cubicles, be they doctors or patients.
Even some of these many companions who, from so much talking, tend to daze the ears at times, but help the morose clock to move as it should. Or that simply helped in many cases not to fall defeated against the desk, where one dropped the buttocks against a cold rusty metal chair when it was time to write the stories. Even if you were overcome by sleep, in the worst case scenario, I would doubt that all this peculiar harmony provoked by the musical combo of the assisted ventilation machines could not wake you up.
To which the parameter monitors, always in a constant change in which, which design of lights, could easily illuminate all this scenario in which no one wanted to transit. All these repeated sounds you could hear them hammering in your ears, even being miles away from the place. Sometimes I still hear them, even though it has been a while since I entered an Intensive Care Unit.
What could be these thoughts that invaded my supposed tranquility in a place where only pure misfortune could be appreciated, the agony of diseases that the organism accumulates in its longevity, even in the bitter painful terminal processes? When the time comes, it does not distinguish ages, it feels just as painful when an old man who has reached the end of his journey departs. When the injustice of this vulnerable life, of which we are all exposed to this destiny, or who knows the universe of probabilities, ends up extinguishing the dreams of some young man who was not yet his time.
To work in these lands of ours, between what we call the struggle, between the most valuable thing that is life or the end that is death, one must have an incalculable strength. That dominates any feeling of guilt, in some cases frustration, that leads you to cross the limit between the preparation you have or letting yourself be carried away by the moment of agony, experienced by that family member who waits behind the doors for news of encouragement, a hope.
It is not at all easy to explain and I won't even try, because it doesn't feel the same as living it, but that thought with a questioning tone: "What could I have done if I had a little more time? These words were etched in a straight line, on every EKG that pitifully closed a cycle. My quota of working in these places, where personally no one was ever a medical history, more in my bureau, sooner or later, came to an end.
But for those ironies of life, of those of "who does not want broth is given three cups", COVID-19 would arrive. Where only those who lived it, obviously from my point of view, of returns to the four walls of a cubicle of an Intensive Care Unit, can remember the more than 26 consecutive quarantines that crushed the body, the mind. It is precisely our time of life that is the most valuable thing we possess. What we do with this gift that is given to us in some way, be it spiritual or simple natural selection, is our decision on what we invest it in.
So love everything around you, materialize all your dreams, make good decisions, do everything possible because this world is a little more beautiful and tolerable. Never exchange health for money, perhaps it is necessary to buy with it all this consumerism in which we have been carried away; however, there is no money that buys more time, it does not exist. If you love what you do, you are already a winner, why force things for something that, in the end, sooner or later will end up contaminating your existence, since it will never be enough.
The images used in the post were given the sources. Texts translated into English by Deepl Translate.
Hermano te comprendo y no es mada fácil estar agotado y que la tranquilidad de la noche no la puedas disfrutar como se debe en una lucha constante contra el cansancio, me gutó mucho el final del post donde escribes que debemos luchar por los sueños y valorar cada momento y es muy importante.
Un abrazo.
Me siento más que recompensado con estas palabras, y que te hubiera llegado el mensaje mucho más. Tienes mucha juventud con un camino por delante, sueños que cumplir y una vida que vivir por lo que sigue adelante. El abrazo de siempre y gracias por el detalle de dejar tu opinión sobre el artículo ✨.
De nada hermano es un gran mensaje sin duda alguna
Interesante y conmovedora reflexión, se de lo que hablas pues como tú también lo viví. Es realmente un trabajo de total entrega y sacrificio, lleno de agotadoras horas en las que el reloj no camina. Solo nos queda el consuelo y la parte positiva de hacer y dar lo mejor de nosotros mismos, por ayudar a los demás. Es esa la parte en donde el cansancio, y el agotamiento valen la pena, al ver un rostro iluminado de felicidad y agradecimiento ante la inminente recuperación, de alguien con quien ya no se contaba. Por supuesto, debe ser un poco más difícil estar del otro lado, y por tanto, hay que vivir la vida al máximo y amar a nuestros seres queridos, para cuando llegue nuestro momento no sentir, que nos queda nada por hacer. Siempre teniendo en cuenta que como dices, la vida es un regalo, y siempre con sus altos y bajos, con sus alegrías o sus tristezas, siempre vale la pena vivirla.
También creo que para vivir la vida, o lo que llamaríamos valorarla un poco más, como que se necesita además un cierto grado de madures, algo que uno va incorporando con el tiempo, valga la redundancia, en su andar por todo el este aprendizaje que es vivir.
Así es Edua, el tiempo es lo más valioso, es oro y hay que saber aprovecharlo muy bien. Me imagino que frustrante debe ser trabajar en ese lugar, pero como dices, es la lucha, en este caso tu lucha.
Buena tu reflexión y es una manera para desahogarte un poco.
Abrazos 🤗
Tienes mucha razón en parte como sabes lo valioso que es el tiempo por eso generalmente se lo pasan de lo más chévere por qué si algo tienen es que saben emplear su tiempo. Muchas bendiciones para todos por casa 🏠 🙏.
Que gran post amigo. Hay mucho para reflexionar en tus palabras. Primero el gran valor y determinación que se necesita para trabajar en salud en cuba. Muchas veces las personas no piensan lo mucho qué se sacrifican los profesionales para dar atención. Eso llama a valorarlos más.
Por otro lado, el tiempo, que gran razón tienes. A veces no lo invertimos de la mejor manera. Y puede que en el presente no veamos los problemas, pero después serán los lamentos por no usarlo sabiamente.
Sin duda un gran llamado de atención. Gracias por tu gran publicación. 10/10⭐⭐⭐⭐⭐
Agradecido mi buen amigo por la lectura y el detalle de compartir tu opinión personal, concuerdo con tu apreciación. Es la enfermería es una disciplina que exige un gran sacrificio de eso no hay discusión, más del tema del tiempo pues somos los encargados de aprovechar cada minuto que se nos da. Buen día para ti también 🤗.
Muy bonito y emotivo tu post, llevas mucha razón en tus palabras, gracias por compartir tus experiencias y esa noble labor que enaltece a todo hombre
Gracias a ti por leerme y compartir un poquito de ese valioso tiempo para comentarme, el mejor de los días para ti 🤗
Genial valoración de lo que enfrenta un enfermero en una sala de intencivismo. Cuántos recuerdos tristes pues mí hija pasó por eso. Pero bueno cuánto placer saber que aportas tú grano de esfuerzo por la vida. Gracias por ese optimista mensaje que nos entregas
Así es mi amigo, una profesión muy sacrificada que muchas veces deja sus estragos pues no todos toleramos igual este peso ya sea de responsabilidad como de sentimientos humanos que amerita dicha entreg. Agradecido por valorar mi presentación, el mejor de los días para la familia ☺️
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