Saludos comunidad de @Holos-lotus, como sabemos la amiga @tibaire nos presento la propuesta para que hablemos de esos primeros e inolvidables olores de nuestra infancia, olores que hemos llevado a comparar cuando por casualidad pasamos o estamos en algún sitio y nos llegan, entonces exclamamos ¡se parecen a los olores cuando mi abuela o mi mamá, cuando estaba pequeña, preparaba tal o cual alimento!

Viajar hacia el pasado, pero en una sola dirección, la de las comidas con sus olores caracterismos de nuestra infancia; la verdad que esta iniciativa me resulta de mucha complacencia porque me permite plasmar en forma escrita lo otras veces pude haber invocada cuando he percibido esos olores tan familiares.

Entre esos olores característicos no puedo dejar pasar el olor a café tostado, si eso era que impregnaba diría yo casi toda la calle, cuando mi abuelo Gervasio empezaba a tostar el café en un gran caldero en el patio de la casa, ese caldero puesto sobre tres piedras de regular tamaño y una leña ardiendo a normal fuego para que el café no se quemara, igualmente con una buena separación entre las llamas y el caldero, y el allí meneando constantemente con una gran paleta de madera.

Cuando ya estaba listo el café lo sacaba del del caldero y dejaba una pequeña porción la cual le agregaba papelón rayado, esta parte del café con papelón tenía que molerse estando aun tibio porque sino se apelotaba, y pues este café con el papelón era el que se le sentía más fuerte ese aroma, y el lo preparaba porque decía que siempre en la casa debía haber cómo preparar un café cerrero, es decir un café que salía muy fuerte aun echando poca porción para prepararlo, por eso él decía que era un café cerrero.

Y la abuela Columba, no se diga preparando las arepas en el budare y en fogón a leña, porque ella decía que las arepas no sabían a nada si se realizaban a en la cocina en un budare de metal, ella explicaba que el budare de barro le daba ese sabor peculiar de la arepa de maíz, porque por supuesto las arepas eran realizadas con maíz pilado que se sancochaba por la noche, pero que no se pasara de cocción porque ella indicaba que si se pasaba de cocción el maíz, las arepas no quedaban bien porque se apelmazaban; y realmente ese aroma que desprendían esas arepas realizadas en fogón de leña y que las terminaba de asar con una parrilla que colocaba sobre el fogón, pero cuando ya este lo que quedaban eran brasas, que algunas se les marcaba la parrilla con eso color dorado característico y, la verdad que estoy escribiendo esto y me dio como cierta nostalgia por esos tiempos y ganas de comer esas arepas.

Igualmente, a ella le gustaba realizar en temporada del maíz las cachapas en el budare, las cuales realizaba del tamaño del budare, que podían comer fácilmente 3 a 4 personas con una cachapa, pero lo que siempre me llamaba la atención cuando estaba pequeña era la maestría con la cual las volteaba que ni siquiera se le medio volteaban mucho menos se les partían, que tiempos maravillosos aquellos.

Otro de los aromas que nos deleitaban era cuando ella preparaba los besitos de coco, esa aroma peculiar del coco mezclado con el papelón aun caliente era que todos los muchachos estábamos allí esperando que salieran del horno, un horno de barro también a leña, la verdad una verdadera delicia; porque ahora cuando te brindan cualquier preparación hecha en leña o preparado en horno de barro te lo colocan como lo máximo, cuando en realidad eso era lo cotidiano, por lo menos para los chicos de aquellas épocas maravillosos cuando se comía bien criollito.

Aprovecho la oportunidad de invitar a los amigos @acont y @cetb2008 a participar en esta iniciativa.

Greetings @Holos-lotus community, as we know the friend @tibaire presented us with the proposal to talk about those first and unforgettable smells of our childhood, smells that we have taken to compare when by chance we pass by or we are somewhere and they come to us, then we exclaim, they look like the smells when my grandmother or my mom, when I was little, prepared this or that food!

To travel to the past, but in only one direction, that of the foods with their characteristic smells of our childhood; the truth is that this initiative is very pleasing to me because it allows me to capture in written form what other times I could have invoked when I have perceived those smells so familiar.

Among those characteristic smells I can not let pass the smell of roasted coffee, if that was that it impregnated I would say almost the whole street, when my grandfather Gervasio began to roast the coffee in a big cauldron in the patio of the house, that cauldron placed on three stones of regular size and a firewood burning to normal fire so that the coffee did not burn, also with a good separation between the flames and the cauldron, and there constantly waving with a big wooden paddle.

When the coffee was ready he would take it out of the cauldron and leave a small portion of it and add a small amount of lined papelón, this part of the coffee with the papelón had to be ground while it was still warm because if it was not, the aroma of the coffee with the papelón would be stronger, and he prepared it because he said that in the house there should always be a way to prepare a cerrero coffee, that is to say a coffee that was very strong even with a small portion to prepare it, that is why he said that it was a cerrero coffee.

And grandmother Columba, not to mention preparing the arepas in the budare and in a wood stove, because she said that the arepas did not taste anything if they were made in the kitchen in a metal budare, she explained that the clay budare gave that peculiar flavor of the corn arepas, because of course the arepas were made with corn that was parboiled at night, but not overcooked because she indicated that if the corn was overcooked, the arepas were not good because they were caked; And really that aroma that came from those arepas made in a wood stove and that she finished roasting them with a grill that she placed over the stove, but when it was done, what was left were embers, some of them were marked by the grill with that characteristic golden color and, the truth is that I am writing this and it gave me a certain nostalgia for those times and the desire to eat those arepas.

Likewise, she liked to make in corn season the cachapas in the budare, which she made the size of the budare, which could easily eat 3 to 4 people with one cachapa, but what always caught my attention when I was little was the mastery with which she flipped them, they were not even half flipped, much less split, what a wonderful time those were.

Another of the aromas that delighted us was when she prepared the coconut kisses, that peculiar aroma of coconut mixed with the still hot papelón was that all the boys were there waiting for them to come out of the oven, a clay oven also with firewood, the truth a real delight; because now when they offer you any preparation made in firewood or prepared in a clay oven they place it as the best, when in fact that was the everyday, at least for the boys of those wonderful times when they ate well criollito.

I take this opportunity to invite friends @acont and @cetb2008 to participate in this initiative.

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