[ES|EN] La Agonía de la Montaña(Fiction) | Dito Ferrer
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La montaña, sola desde su altura, se encontraba sumida en lentos pensamientos.
Miles de años habían transcurrido desde la última glaciación, aquella época terrible en la que había quedado privada de la compañía de los pequeños seres que recorrían sus anatomía y encontraban en ella todo lo necesario para su supervivencia. Los árboles, estoicos, resistieron al principio pero luego de congelarse la tierra empezaron a secarse y a podrirse por dentro. Luego cayeron, apenas convertidos en virutas de madera arrastrados por el viento gélido.
Todo esto y más tuvo que presenciar la montaña, agobiada por un sufrimiento continuado, un padecimiento de cientos de años.
¡Pero la pérdida más dolorosa había sido la del valle!
Era un espacio de tierra llana, bajo las faldas de su costado húmedo. Un lugar que consideraba maravilloso, a su modesto entender, por la verdura de su pasto y la extravagancia de sus flores.
Por siglos se había encargado de embellecer aquel sitio, dándole de beber de los diferentes pasos de agua que descendían de su cima, cobijándolo de las tormentas más impestuosas. Pero la glaciación también le había quitado eso. Los pasos de agua se habían congelado y ahora parecían cicatrices blancas, lágrimas contenidas esperando resignadas el cambio de estación.
El valle había muerto y ella había decidido que era suficiente.
Muy pocas veces las montañas deciden hacer algo al respecto de cualquier asunto, pero cuando lo hacen siempre es terrible. Alzó su voz y le protestó al cielo por su desdicha, se estremeció a ratos en gemidos acompañados de nubes de ceniza piroclástica. Luego, un grito desgarrador le hizo emerger lágrimas rojas desde lo profundo de su interior.
Una catarsis de apenas unos pocos meses que, desde la perspectiva de una montaña representa un tiempo muy breve. Pero su resultado cambió el paisaje. Los temblores y las olas de calor alejaron aquel crudo invierno. El cielo lloró conmovido y los pasos de agua, otrora congelados, volvieron a sanar la tierra herida.
Pasaron unos pocos cientos de años y el valle estaba allí de nuevo, más hermoso y diverso. Las criaturas y los árboles regresaron también y prosperaron bajo su protección. Disfrutó la montaña de aquel estado y lo consideró eterno, palabra que no acostumbraba usar a la ligera.
Pero, hace unos años, la humanidad llegó a estos parajes. Se asentaron en las márgenes de uno de sus pasos de agua más caudalosos y fueron creciendo y creciendo, indetenibles. Construyeron objetos grotescos para perforar la tierra y extraer sus savia más profunda. No teniendo suficiente invadieron sus laderas y ahuyentaron toda forma de vida con sus excavaciones y sus explosiones. Las explosiones dolían pero más le dolió lo que empezó a sucederle al valle. Fue tornándose cada vez más seco, cada vez más muerto.
Los árboles empezaron a desaparecer otra vez y las criaturas a marcharse nuevamente. Pronto estaría sola otra vez. Lo que había sido un pequeño pueblo, acampado bajo su sombra, como tantos otros, ahora era una mancha rodeada de una niebla gris espesa. Ruidosa, arrogante y estéril.
¡Ya era suficiente! De la misma forma que decidió acabar con aquel largo invierno, lo haría ahora con esta raza minúscula y orgullosa.
El valle debía florecer otra vez.
ENGLISH
The mountain, alone from its height, was immersed in slow thoughts.
Thousands of years had passed since the last glaciation, that terrible time when it had been deprived of the company of the small beings that roamed its anatomy and found in it everything necessary for their survival. The trees, stoic, resisted at first, but after the ground froze, they began to dry up and rot from the inside. Then they fell, barely turned into wood shavings blown away by the icy wind.
All this and more the mountain had to witness, weighed down by continued suffering, suffering of hundreds of years.
But the most painful loss had been that of the valley!
It was a space of flat land, under the foothills of its wet side. A place he considered wonderful, to his modest understanding, for the greenery of its grass and the extravagance of its flowers.
For centuries he had been in charge of beautifying that place, giving it to drink from the different water passes that descended from its summit, sheltering it from the most tempestuous storms. But the glaciation had also taken that away. The water steps had frozen and now looked like white scars, containing tears waiting resignedly for the change of season.
The valley had died and she had decided that enough was enough.
Very seldom do the mountains decide to do anything about any matter, but when they do it is always terrible. She raised her voice and protested to the sky at her misfortune, shuddered at times in moans accompanied by clouds of pyroclastic ash. Then, a piercing cry brought red tears to her eyes from deep inside her.
A catharsis of just a few months, which, from a mountain's perspective represents a very short time. But its outcome changed the landscape. Tremors and heat waves drove away that harsh winter. The sky wept with emotion and the once frozen footsteps of water returned to heal the wounded earth.
A few hundred years passed and the valley was there again, more beautiful and diverse. The creatures and trees returned as well and thrived under its protection. The mountain enjoyed that state and considered it eternal, a word it was not accustomed to using lightly.
But, a few years ago, mankind came to these parts. They settled on the banks of one of its most abundant waterways and grew and grew, unstoppable. They built grotesque objects to perforate the earth and extract their deepest sap. Not having enough, they invaded its slopes and chased away all forms of life with their excavations and their explosions. The explosions hurt, but what began to happen to the valley hurt more. It became drier and drier, deader and deader.
The trees began to disappear again and the creatures began to leave again. Soon she would be alone again. What had been a small village, camped in its shadow, like so many others, was now a speck surrounded by a thick gray fog. Noisy, arrogant, and barren.
Enough was enough! Just as he had decided to put an end to that long winter, he would now do the same to this tiny, proud race.
The valley had to bloom again.
https://twitter.com/DitoFerrer/status/1544355810159087617
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