[ES | EN] Di la Verdad | Dito Ferrer

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Imagen editada a partir de la original en Pinterest


Minutos antes de la intervención a la nación.

— ¿Cuántas veces dijo que se ha revisado el discurso?
— Más de una docena de veces, Presidente. El Ministro de Comunicación lo redactó en persona y fue revisado por especialistas de tres universidades y el Consejo de Seguridad. No tiene cabos sueltos.
— Aún así, no me parece contundente. Me gustaría que le dieran otro vistazo.
— Señor Presidente, estamos a minutos de salir al aire. Toda la prensa importante está aquí. Temo que no tengamos tiempo.
— Una vez más, Secretario.
— Como ordene, Presidente.

El Palacio Real es el escenario para la transmisión. Cada agencia de prensa luchó por enviar a un equipo al país. Atestados en un espacio reducido, preparan sus cámaras y micrófonos como depredadores que alistan sus garras para devorar la presa. El ambiente se pone cada vez más tenso mientras un podio vacío es fotografiado hasta la saciedad.

— Mientras esperamos, Secretario. Dígame cómo se encuentra el pueblo.
— ¿El pueblo, señor? Bastante bien. Ya despejamos las arterias principales para, apenas termine el discurso, salga un desfile agitando banderas y coreando consignas. La prensa podrá constatar que tiene un pueblo que lo apoya.
— No me refiero a ese pueblo, Secretario. ¡El verdadero pueblo! ¿Qué está sucediendo realmente en el país?
— Hoy en la mañana incendiaron el Palacio de Gobernación. Tomaron de rehenes a tres jueces de la Corte Suprema. Las policía es incapaz de controlar a tanta gente.
— ¡Pero, qué incompetencia! Comuníqueme con el Ministro del Interior.
— El Ministro del Interior huyó del país en la medianoche. Es el quinto Ministro esta semana.
— Pero, pero. Si tenemos el aeropuerto vigilado. ¿Cómo pudo ser posible?

Silencio.

— Esto no me lo voy a aguantar, no voy a permitir que esta gentuza haga cuanto quiera. Vamos a sacar al ejército a las calles. En cuanto la gente vea los tanques se les va a quitar el deseo. Seguro que sí.
— Sin dudas, Presidente.
— ¿Cuántas personas tenemos preparadas para el desfile?
— Alrededor de seiscientas, señor.
— ¿Podemos hacer que lleguen a mil?
— Si colocamos a toda nuestra prensa y al personal diplomático, podemos.
— Perfecto. Mil personas. El pueblo todavía me quiere.

El Presidente se adelanta unos pasos y mira a través de los pliegues de la cortina que los separa del escenario. Un latigazo frío le corre por el espinazo.

— Hay muchos periodistas aquí. El discurso no puede tener el más mínimo error. ¿Me dijo que lo están revisando, no? Lo único que debo hacer es leer letra por letra. Tal cual.
— También pudiera improvisar un poco para darle un poco de credibilidad al asunto.
— ¿Está loco, Secretario? Mi cabeza está en juego. Además, sabe que no se me da muy bien salirme del guión.
— Es cierto, señor. Mejor limítese a leer lo que le pongan en el teleprompter. Tal cual. Este es un momento crítico. No querrá ud repetir lo que sucedió en Santiago.

Aquella vez no quiso que le redactaran el discurso. Por eso cometió el error de mezclar elementos de la historia patria, atribuyéndole al mártir nacional las palabras de un despiadado asesino. También había citado y elogiado frases de autores enemigos. Cuando lo quisieron entrevistar por ello, entró en pánico y obligó al Ministerio de Comunicación redactar las respuestas a cada posible pregunta que le hicieran. No obstante, en la conferencia guardó silencio la mayoría del tiempo. Desde ese entonces empezaron a llover los memes, donde se le mostraba como un loro asustado con el pico amarrado con un lazo rojo.

Incluso él reconocía la eficacia de la analogía.

— Bueno, nadie quiere que suceda eso de nuevo. Solo debo limitarme a interpretar mi papel.
— Sí, señor. Debe dar una imagen de naturalidad y confianza, con la vista siempre al frente. Confíe en mí, el teleprompter no fallará. Ya están haciéndome la señal de entrada, Presidente. Ya es hora, adelante.
— Ok, Secretario. Voy a hacer que recuerden este momento. Sin dudas alcanzaremos la victoria. ¿No es así?

Silencio.

El Presidente sale saludando con el brazo y una mueca en los labios a modo de sonrisa. La prensa, desaforada, fotografía cada gesto sin cesar.

Se acerca al podio iluminado, mira al frente y espera unos segundos. La pequeña pantalla, sujetada por un fino brazo de metal parpadea y aparece el discurso.

Respira y empieza a interpretar su papel.

"Pueblo invicto... Me dirijo a uds como líder indiscutible de este proceso duradero e inmortal. Sé que estamos presentando dificultades pero nadie lo dude, alcanzaremos la victoria..."

Algunos periodistas empiezan a moverse incómodos, ansiosos. Se había dicho que este iba a ser un discurso diferente, dada la situación política imperante en el país. Pero esto esq más de lo mismo, otra caterva monótona e impersonal. Las caras de decepción no tardan en aparecer.

"Mi querido pueblo, quiero que sepan que las dimisiones recientes no han hecho mella en las filas de nuestro gobierno. ¡Somos más fuertes que nunca! Es en tiempos difíciles cuando se miden verdaderamente los líderes. Su presidente, quien les habla, le garantiza que nunca, nunca abandonará su cargo. Nunca..."

El teleprompter, por alguna extraña razón, empieza a parpadear. Las letras del discurso se desenfocan y se corren, cuesta entender lo que está escrito. Parpadea un poco más y luego se apaga completamente.

Un súbito escalofrío vuelve a recorrer la espina dorsal del Presidente. Mientras intenta disimular su sobresalto, gira su cabeza despacio hacia atrás. Desde la seguridad de la cortina, el Secretario le hace señas de que todo va a ir bien, que continúe hablando.

Se voltea hacia la Prensa. Fuera aquellas caras de tedio, ahora todos lo miran con extrema atención, esperando a ver qué va a decir.

"Como les estaba diciendo, la victoria está segura. Nosotros hemos... Estamos trabajando para..."

Ahora, no sabe por qué, pero cada palabra que sale de su cabeza le suena falsa, superficial, casi un chiste. ¡Tonterías! El teleprompter permanece apagado. Se recompone y continúa:

"Lo cierto es que tenemos problemas, todos lo saben. Pero no son tan grandes, otros países se encuentran peor, ¿no? No podemos echarnos toda la culpa. El enemigo, el enemigo es poderoso y cruel. A pesar de eso..."

Ya está empezando a entrar en pánico, no es su costumbre improvisar frente a cámara. No es su costumbre pensar. Siempre cada palabra que dice está planificada, editada y revisaba por un consejo de expertos. Ahora no sabe qué rayos decir. Vuelve a voltearse hacia atrás y ve al Secretario mirándolo fijamente. Parece notar cierta expresión de disfrute en su mirada.

En este punto la Prensa ya ha notado que algo sucede. Han empezado a acercarse más hacia el podio y el Presidente sabe que todas las cámaras apuntan hacia su rostro confundido. "¡Me sacarán en primera plana con cara de carnero degollado, mierda!" El sonido interminable de los obturadores fotográficos le martillea en el cerebro. Debe continuar:

"Parece que hemos tenido dificultades técnicas, pero no pasa nada. Le comentaba que nuestro pueblo está adaptado a sobrevivir, es cierto que nuestra moneda ha sufrido un bajón del 95%, y que hemos sido incapaces de alimentar a nuestra población infantil, pero eso no significa que seamos un fracaso. Las grandes dificultades definen a los grandes pueblos. ¡Venceremos!"

Todo le suena tan extraño. Su propia voz la escucha a metros de distancia de su cuerpo. Se siente como otro testigo más de un espectáculo inservible y patético. Hubiera querido bajarse de aquel sitio y desaparecer entre la gente. De repente, la pantallita parece dar señales de vida. Se ilumina y aparece en ella una caricatura de altos contrastes.

Es el sticker. Su sticker. Un loro asustado con el pico amarrado con un lazo rojo. Debajo aparece una orden de letras blancas enormes ocupando todo el espacio visible:

¡DI LA VERDAD!

Traga en seco. Se limpia la ya sudorosa frente. Si es una broma, es una de muy mal gusto. Además, ¿quién se atrevería bromear de esta manera? Mira hacia atrás, buscando el rostro del Secretario pero este ya no está allí. Se esfumó. Deseando que todo fuera una invención de su cabeza mira al teleprompter de nuevo:

¡DI LA VERDAD!

Todavía está allí. ¡Mierda! Alguien pagará caro por esto.

"Mis amigos periodistas, disculpen las interrupciones. Parece que nada sale según lo planeado esta mañana. Nuestro pueblo, acostumbrado a las adversidades saldrá adelante..."

¡DI LA VERDAD! Le recordó la orden en el monitor.

"Bueno, entiendo que el pueblo se sienta traicionado y quiera buscar un nuevo liderazgo para solucionar sus problemas. Pero debemos reconocer la brutalidad del enemigo, nunca han bajado la guardia, nunca han dejado de insistir..."

¡DI LA VERDAD!

"Aunque no dejo de reconocer que he rechazado personalmente posibilidades de negociación. Pero, ¿qué podía hacer? ¿Doblegarme luego de tantos años de lucha? ¡Eso nunca! No le puedo dar ese gusto al mundo. Este país se ha erigido sobre los hombros de gigantes, aquellos que con su sangre..."

¡DI LA VERDAD!

"La sangre. Todos dicen que tengo sangre en mis manos. Pero, ¿cómo se controla a un pueblo que se ha cansado de la pobreza? ¿Cómo se le hace entender? ¿Cómo se le hace obedecer? He cumplido mi deber como líder, no podía hacerlo de otra forma."

¡DI LA VERDAD! ¡DI LA VERDAD!

La frase ahora le parece coreada por todos en aquella sala. Siente que se la escupen, que se la lanzan. Ahora la ve reflejada en cada lente, dibujada en cada rostro.

"¡No puedo más! ¿Qué es lo que uds quieren? ¿Que me vaya de aquí, que escape hacia alguna isla remota? Sí, eso lo han hecho casi todos en mi gabinete pero yo no. ¡No puedo hacer eso! Además, ¿a donde iría? Y lo más importante, ¿me dejarán salir? Sobre mí pesan muchas cosas y me toca pagar por lo que hice y por lo que no. ¿Tengo que pagar por crímenes que se cometieron cuando ni siquiera había nacido? Mierda, desde que soy un niño fui obligado a repetir esta mentira. No conozco nada más. ¡No conozco nada más! ¿Qué es lo que ustedes quieren de mí?"

Silencio.

"¿Quieren que les diga la verdad? Eh. ¿Eso quieren? Pues sí, yo tampoco quiero estar aquí. Estoy cansado de repetir la mismas palabras, las mismas consignas. Quisiera poder vivir mi vida sin tanta responsabilidad, sin un guión estricto. Decir lo que me venga en gana, comer, dormir, cagar donde quiera. ¡Ser libre! Yo también vivo oprimido. No pedí este cargo. O a lo mejor sí lo pedí, pero estoy harto, estoy harto. ¡Me largo!"

El Presidente se baja de aquel podio. No consigue explicar porqué pero se siente liviano. Experimenta la alegría de estar vivo y, por primera vez, consigue mirar a su auditorio de frente.

Las cámaras cesan de rodar, los obturadores dejan de clickear y se produce un momento de solidaridad y de compasión hacia aquella persona que ha tenido el valor de desnudarse en público. Nadie hace preguntas. No son necesarias.

Las puertas del recinto estallan. El ruido y el caos se apoderan de todo. Miles de personas frenéticas irrumpen en el Palacio gritando, rompiendo, buscando.

Es el pueblo.

Una fuerza depredadora, agresiva, humana. Algunos periodistas consiguen ponerse a salvo, otros sucumben y otros muchos se suman al tumulto. Han venido a cobrar su venganza y no se irán sin ella.

El Presidente lo sabe. Siempre lo supo. A pesar del intenso miedo logra acomodar su traje y peinar su cabello. Mira a la turba a los ojos, como un pequeño loro mira a un halcón. Levanta el puño derecho y exclama con convicción:

"¡Venceremos!"

Ahora conocerá la verdadera libertad.


ENGLISH


Minutes before the speech to the nation.

"How many times did you say the speech has been revised?"
"More than a dozen times, President. The Minister of Communication drafted it himself and it was reviewed by specialists from three universities and the Security Council. It has no loose ends."
"Even so, it does not seem conclusive to me. I would like you to take another look at it."
"Mr. President, we are minutes away from going on the air. All the major press is here. I'm afraid we don't have time."
"One more time, Secretary."
"As you command, President."

The Royal Palace is the setting for the broadcast. Each press agency scrambled to send a team to the country. Crammed into a confined space, they prepare their cameras and microphones like predators readying their claws to devour their prey. The atmosphere grows increasingly tense as an empty podium is photographed ad nauseam.

"While we wait, Secretary. Tell me how the people is doing."
"The people, sir? Quite well. We have already cleared the main arteries so that, as soon as the speech is over, a parade will come out waving flags and chanting slogans. The press will be able to see that you have people who support you."
"I am not referring to that people, Secretary, the real people! What is happening in the country?"
"This morning they set fire to the Palace of the Interior. They took three Supreme Court judges hostage. The police are incapable of controlling so many people."
"What incompetence! Get me the Minister of the Interior."
"The Minister of the Interior fled the country at midnight. He is the fifth Minister this week."
"But, but. If we have the airport under surveillance. How could that be possible?"

Silence.

"I am not going to put up with this, I am not going to allow this riffraff to do whatever they want. We are going to take the army to the streets. As soon as people see the tanks, they will lose their desire. I'm sure they will."
"Without a doubt, President."
"How many people do we have ready for the parade?"
"About six hundred, sir."
"Can we get them up to a thousand?"
"If we put in all our press and diplomatic personnel, we can."
"Perfect. A thousand people. The people still love me."

The President steps forward and peers through the folds of the curtain separating them from the stage. A cold whiplash runs down his spine.

"There are many journalists here. The speech can't have the slightest mistake. You told me they are reviewing it, didn't you? All I have to do is read it letter by letter. Just like that."
"You could also improvise a little to give the matter some credibility."
"Are you crazy, Secretary? My head is on the line. Besides, you know I'm not very good at going off script."
"That's true, sir. You'd better stick to reading what they put on the teleprompter. That's right. This is a critical moment. You don't want to repeat what happened in Santiago."

That time he did not want his speech to be written. That is why he made the mistake of mixing elements of patriotic history, attributing to the national martyr the words of a ruthless murderer. He had also quoted and praised phrases of enemy authors. When they wanted to interview him for this, he panicked and forced the Ministry of Communication to write answers to every possible question they asked him. However, at the conference, he kept silent most of the time. Since then, memes began to pour in, showing him as a frightened parrot with his beak tied with a red ribbon.

Even he acknowledged the effectiveness of the analogy.

"Well, no one wants that to happen again. I just have to stick to playing my role.
"Yes, sir. You must come across as natural and confident, with your eyes always straight ahead. Trust me, the teleprompter won't fail. They're already giving me the go-ahead, President. It is time, go ahead."
"Okay, Secretary. I'm going to make them remember this moment. We will surely achieve victory. Won't we?"

Silence.

The President leaves, waving his arm and smiling with a grimace on his lips. The press, unbridled, photograph every gesture without ceasing.

He approaches the lighted podium, looks straight ahead, and waits a few seconds. The small screen, held by a thin metal arm, flashes, and the speech appears.

He takes a breath and begins to play his part.

"Undefeated people... I address you as the undisputed leader of this enduring and immortal process. I know we are presenting difficulties but no one doubt it, we will achieve victory..."

Some journalists begin to fidget uncomfortably, anxiously. It had been said that this was going to be a different speech, given the prevailing political situation in the country. But this is just more of the same, another monotonous and impersonal caterwauling. The faces of disappointment soon appear.

"My dear people, I want you to know that the recent resignations have not made a dent in the ranks of our government. We are stronger than ever! It is in difficult times that leaders are truly measured. Your president, who speaks to you, assures you that he will never, ever leave office. Never..."

The teleprompter, for some strange reason, begins to flicker. The letters of the speech blur and scroll, it is hard to understand what is written. It flickers some more and then goes out completely.

A sudden shiver runs down the President's spine again. As he tries to conceal his shock, he turns his head slowly back. From the safety of the curtain, the Secretary signals to him that everything is going to be fine, to continue talking.

He turns to the Press. Away from those faces of tedium, now they all look at him with extreme attention, waiting to see what he is going to say.

"As I was telling you, victory is certain. We have... We are working to..."

Now, he doesn't know why, but every word that comes out of his head sounds false, superficial, almost a joke. Nonsense! The teleprompter remains off. He pulls himself together and continues:

"The truth is that we have problems, everyone knows it. But they are not so big, other countries are worse off, aren't they? We can't put all the blame on ourselves. The enemy, enemy is powerful and cruel. Despite that..."

He's already starting to panic, it's not his habit to improvise in front of the camera. It is not his habit to think. Always every word he says is planned, edited, and reviewed by a board of experts. Now he doesn't know what the hell to say. He turns back again and sees the Secretary staring at him. He seems to notice a certain expression of enjoyment in his gaze.

At this point, the Press has already noticed that something is going on. They have started to move closer to the podium and the President knows that all the cameras are pointed at his confused face. "They'll get me on the front page looking like a slaughtered ram, shit!" The endless sound of the photographic shutters hammers in his brain. He must continue:

"We seem to have had technical difficulties, but that's okay. I was telling you that our people are adapted to survive, it is true that our currency has suffered a 95% drop, and that we have been unable to feed our child population, but that does not mean that we are a failure. Great hardships define great people. We will overcome!"

It all sounds so strange to him. The voice he hears is meters away from his body. He feels like just another witness to a useless and pathetic spectacle. He would have liked to get down from that place and disappear into the crowd. Suddenly, the little screen seems to show signs of life. It lights up and a high-contrast caricature appears on it.

It is the sticker. His sticker. A frightened parrot with its beak tied with a red ribbon. Underneath appears a command in huge white letters occupying all the visible space:

TELL THE TRUTH!

He swallows dryly. He wipes his already sweaty forehead. If it's a joke, it's one in very bad taste. Besides, who would dare to joke like this? He looks back, searching for the Secretary's face, but it is no longer there. He vanished. Wishing it was all a fabrication in his head he looks at the teleprompter again:

TELL THE TRUTH!

It's still there. Shit! Someone will pay dearly for this.

"My journalist friends, sorry for the interruptions. It seems that nothing is going as planned this morning. Our people, accustomed to adversity, will come through..."

TELL THE TRUTH! He reminded her of the order on the monitor.

"Well, I understand that the people feel betrayed and want to look for new leadership to solve their problems. But we must recognize the brutality of the enemy, they have never let their guard down, they have never stopped insisting..."

TELL THE TRUTH!

"Although I will not fail to recognize that I have personally rejected possibilities of negotiation. But, what could I do? To double down after so many years of struggle? Never! I cannot give that pleasure to the world. This country has been erected on the shoulders of giants, those who with their blood..."

TELL THE TRUTH!

"The blood. Everyone says I have blood on my hands. But how do you control people who have grown weary of poverty? How do you make them understand? How do you make them obey? I have done my duty as a leader, I could not do otherwise."

TELL THE TRUTH! TELL THE TRUTH!

The phrase now seems to him to be chanted by everyone in that room. He feels it being spat at him, thrown at him. Now he sees it reflected in every lens, drawing on every face.

"I can't take it anymore! What do you want me to do, to leave here, to escape to some remote island? Yes, that's what almost everyone in my cabinet has done, but not me. I can't do that! Besides, where would I go? And most importantly, will they let me leave? There are a lot of things weighing on me and I have to pay for what I did and what I didn't do. Do I have to pay for crimes that were committed when I wasn't even born? Shit, ever since I was a child I was forced to repeat this lie. I don't know anything else, I don't know anything else! What do you want from me?"

Silence.

"You want me to tell you the truth? Hey. Is that what you want? Well, yes, I don't want to be here either. I'm tired of repeating the same words, the same slogans. I would like to be able to live my life without so much responsibility, without a strict script. To say whatever I want, to eat, sleep, shit wherever I want. To be free! I live oppressed too. I didn't ask for this position. Or maybe I did ask for it, but I'm fed up, I'm fed up. I'm out!"

The President steps down from that podium. He cannot explain why, but he feels light. He experiences the joy of being alive and, for the first time, he can look his audience in the face.

The cameras stop rolling, the shutters stop clicking and there is a moment of solidarity and compassion for the person who dared to undress in public. No one asks questions. They are not necessary.

The doors of the enclosure burst open. Noise and chaos take over. Thousands of frantic people burst into the Palace shouting, breaking, searching.

It is the people.

A predatory, aggressive, human force. Some journalists manage to get to safety, others succumb and many others join the tumult. They have come to get their revenge and they will not leave without it.

The President knows it. He always knew it. Despite intense fear, he manages to arrange his suit and comb his hair. He looks the mob in the eye like a small parrot looks at a hawk. He raises his right fist and exclaims with conviction:

"We shall overcome!"

Now he will know true freedom.


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Sería grato, si esa clase de personas tuviesen alma o conciencia. Podría pasar, pero están muy lejos de ser modestamente humanos.

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Ellos también son piezas de un ajedrez más grande. ¿Inocentes? Para nada, pero todos somos víctimas del juego del poder.
Claro, unos más que otros jajajaja

Muchas gracias por tu tiempo
!PIZZA

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