[ES-EN] Emergencia I Dito Ferrer

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Portada creada a partir de Foto de Mikhail Nilov en Pexels


Las luces se mueven en mi cabeza a toda velocidad. Tengo mareos y la sensación de que me caigo en un pozo profundo. Una máscara me entrega un oxígeno dulce como un refresco, pero el sabor en mi garganta me produce arcadas.

No sé cuanto tiempo llevo aquí, en este pequeño cubículo en movimiento. Dos enfermeros trabajan sobre mi cuerpo; aplicando presión, chequeando la temperatura, conteniendo la sangre. Son jóvenes. Una chica y un chico. Ella toma mis manos entre las suyas y me dice que todo va a estar bien, que estamos llegando. Son pequeñas y tiemblan entre las mías. Quisiera apretarlas pero veo a mi cuerpo desde la pantalla de mi mente, está allí, quebrado pero aún con vida. Late. El muchacho es más frío y profesional, me toca con firmeza, tras cada prueba que realiza mira a la muchacha, mueve la cabeza en tono negativo.

Les hablo pero somos incapaces de escuchar mi voz. Apenas gorjeos y estremecimientos. Quisiera pedirles que bajen la intensidad del clima. Sé que tengo mucho frío pero no puedo sentirlo realmente. No siento dolor aunque imagino que deba estar ahí. Por primera vez en toda mi vida experimento la calma, esa de la que tantas veces escuché en los grupos de apoyo y en las peroratas de la psicoterapeuta. Experimentar calma en realidad no me gusta, es todo muy sencillo. Se siente como si ya estuviera muerto. Pero no lo estoy, estos chicos están haciendo todo lo posible por mí. ''¡Vamos chicos, no se rindan conmigo!''

Nunca había visto colores tan brillantes. Las luces del cubículo son de tonalidades azul y amarillo y parpadean levemente. Sé que tengo la vista distorsionada por el efecto de los medicamentos pero es un espectáculo digno de ver. Nunca fui de aquellas personas sometidas a los placeres del arte pero ahora siento que podría disfrutar de una sonata, o mirar un cuadro, o una obra de teatro. ¡Diablos! Estos medicamentos son fuertes, casi escucho las voces de los actores desde el escenario.

¿Por qué estoy aquí? Debería preguntarme cómo y por qué terminé en esta caja en movimiento. A lo mejor estos muchachos puedan darme alguna información; quién soy, cómo me llamo, dónde me encontraron. Es raro pero puedo mirar más allá de las luces y escuchar los más apagados sonidos pero no puedo recordar mi nombre. Si estos son efectos secundarios de experimentar calma, que se detengan de inmediato. Es como si solo fuera un pedazo de vida que arrojaron en una camilla a esperar su turno. Lo peor es que ni siquiera me molesta. No recuerdo nada a lo pudiera aferrarme.

El cubículo se detiene de golpe y los enfermeros miran por las ventanillas. El muchacho hace enérgicos gestos con sus manos a alguien o a algo que se encuentra allá afuera. La muchacha permanece más tranquila, examina mi cuerpo una vez más, toma mi mano derecha con la suya mientras se acomoda el pelo dentro del gorro con la que le queda libre. No la conozco pero puedo decir que está nerviosa. Tras unos acelerones en falso, todo se detiene. Los enfermeros se comunican por radio con alguien más. Exigen explicaciones. Alguien responde. Una enérgica protesta, aún más explicaciones a intervalos los desarma y los deja tranquilos y resignados. Se impone el silencio.

Y mi cuerpo colapsa.

El acompasado concierto de luces azules y amarillas se transforma en un caos rojo. Las luces parecen gritarnos algo. Si tan solo pudiera endentender lo que me dicen. Los enfermeros se mueven rápido, sus rostros se cierran tras una capa de protocolo y de entrenamiento. Ya no puedo adivinar lo que piensan, solo puedo ver como trabajan.

Rasgan lo que queda sano de mi camisa y palpan mi tronco. Tengo episodios convulsivos, arrebatos de ira en los que se contrae cada músculo y tensan mis articulaciones, seguido de momentos de calma donde solo me estremezco levemente. Entiendo lo que sucede, mi cuerpo quiere cerrar, acabar con mi sufrimiento. Pero mi mente se lo niega. Tiene esperanza. En el centro de ambos estoy yo, absorto, viendo como se escapa lo que me queda de vida. Estoy atrapado en el presente pero no me siento apegado a lo que sucede. Soy ajeno a todo, a las convulsiones, al dolor, a la pérdida de este cuerpo. Si alguien me preguntara mi nombre le respondería sin dudar: AHORA MISMO. No puedo decir que sienta dicha, tampoco tristeza. Solo la calma, el eterno vacío de la calma.

El mundo se va oscureciendo a mi alrededor mientras mi cuerpo va perdiendo las fuerzas. Mi muerte se aproxima. Mi mente no lo permitirá jamás, está programada para buscar una salida, un pretexto para dar un paso más hacia la luz, hacia el dolor. No quiero regresar. Se siente bien aquí donde estoy ahora, creo que puedo encontrar belleza dentro de este vacío. Se lo digo a mi mente para que aproveche sus últimos momentos de conciencia pensando en algo positivo mientras miro a mis enfermeros aún batallando con mi cuerpo ausente. "Ya déjenlo, muchachos, no vale la pena.''

He dejado de estar.

Pero, justo antes de desvanecerme entre el espacio que existe entre el pasado y el presente registro algo que no esperaba. Un recuerdo. Llega como un latigazo, un destello, un último recurso de una mente moribunda. Llega todo de golpe.

Quien soy. El porqué estoy aquí. Lo que sucedió. ¿Estarán vivas...?

Y empieza un martilleo terrible de frases que se superponen, momentos que se repiten en bucle: un rápido giro a la izquierda, los frenos que no responden, el impacto con otro vehículo. Y dos nombres, girando a alta velocidad, hasta el extremo de fundirse en uno solo:

Juliana, Sofía, Juliana, Sofía, Juliana, Sofía. ¡Mis hijas!

Tengo que regresar.


English Version

The lights move quickly in my head. I'm dizzy and feel like I'm falling into a deep hole. A mask gives me sweet oxygen like a drink, but the taste in my throat makes me want to vomit.

I don't know how long I've been here in this moving cubicle. Two nurses work on my body; applying pressure, checking temperature, containing the blood. They're young. A girl and a boy. She takes my hands in hers and tells me everything will be okay, that we're almost there. They're small and shake in mine. I wish I could hold them tight but I see my body from the screen in my mind, it's there, broken but still alive. Beating. The boy is colder and more professional, he touches me firmly after each test he does, he looks at the girl, he shakes his head in a negative way.

I talk to them but we're unable to hear my voice. Just gasps and shudders. I would ask them to lower the intensity of the climate. I know I'm very cold but I can't really feel it. I don't feel pain even though I imagine it must be there. For the first time in my life I experience calm, that one I've heard so many times in support groups and in the speeches of the therapist. Experiencing calm actually doesn't please me, it's all too simple. It feels like I'm already dead. But I'm not, these kids are doing everything they can for me. ''Come on guys, don't give up on me!''

I had never seen such bright colors. The lights in the cubicle are blue and yellow and blink lightly. I know my vision is distorted by the effect of the drugs but it's a sight to see. I was never one of those people subjected to the pleasures of art but now I feel like I could enjoy a sonata, or look at a painting, or a play. Damn! These drugs are strong, I can almost hear the voices of the actors from the stage.

Why am I here? I should ask myself how and why I ended up in this moving box. Maybe these guys can give me some information; who I am, what my name is, where they found me. It's strange but I can look beyond the lights and hear the quietest sounds but I can't remember my name. If these are side effects of experiencing calm, they should stop immediately. It's like I'm just a piece of life that was thrown on a gurney to wait for my turn. The worst part is that I don't even mind. I don't remember anything to hold on to.

The cubicle comes to a sudden stop and the nurses look out the windows. The boy makes energetic gestures with his hands to someone or something out there. The girl remains calmer, examines my body one more time, takes my right hand in hers while she adjusts her hair inside the cap with the hand that is free. I don't know her but I can tell she's nervous. After a few false starts, everything stops. The nurses communicate with someone else over the radio. They demand explanations. Someone responds. An energetic protest: more explanations at intervals disarm them and leave them calm and resigned. Silence prevails.

And my body collapses.

The even concert of blue and yellow lights turns into a red chaos. The lights seem to be yelling something at us. If only I could understand what they're saying. The nurses move quickly, their faces close behind a layer of protocol and training. I can no longer guess what they're thinking, I can only see how they work.

They tear what's left of my shirt and feel my trunk. I have convulsive episodes, fits of anger in which every muscle contracts and my joints tense, followed by moments of calm where I only tremble slightly. I understand what is happening, my body wants to close, to end my suffering. But my mind denies it. It has hope. In the center of both I am, absorbed, seeing how the remains of my life escape. I am trapped in the present but I do not feel attached to what is happening. I am alien to everything, to the convulsions, to the pain, to the loss of this body. If someone were to ask me my name I would answer without hesitation: RIGHT NOW. I can't say I feel joy, nor sadness. Only calm, the eternal emptiness of calm.

The world is getting darker around me as my body is losing strength. My death is approaching. My mind will never allow it, it is programmed to look for an exit, an excuse to take one more step towards the light, towards the pain. I don't want to go back. It feels good here where I am now, I think I can find beauty within this void. I tell my mind to take advantage of its last moments of consciousness thinking of something positive while I look at my nurses still struggling with my absent body. "Let him go, guys, it's not worth it.''

I have stopped being.

But just before I fade away into the space that exists between the past and the present record something that I did not expect. A memory. It comes like a whip, a flash, a last resort of a dying mind. It all comes at once.

Who am I. Why am I here. What happened. Will they be alive...?

And a terrible hammering of phrases that overlap, moments that repeat in a loop: a quick turn to the left, the brakes that don't respond, the impact with another vehicle. And two names, spinning at high speed, to the point of melting into one:

Juliana, Sofía, Juliana, Sofía, Juliana, Sofía. My daughters!

I have to go back.

Translated and formatted with Hive Translator by @noakmilo.



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Un texto que te atrapa, que te hace acompañar al personaje y te mantiene en suspenso, y el final te deja con el asombro a flor de boca. Excelente.

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Muchas gracias por tu agradable comentario! Me gusta buscar el efecto de sorpresa y de lo inesperado. Si resultó entonces me doy por satisfecho. Saludos!

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Excelente relato, hecho con una tensión y ritmo muy apropiados para la situación, descrita con una imaginación casi cinematográfica. Saludos, @ditoferrer.

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Muchas gracias por la lectura. Como comentaba, me gusta llevar al lector por caminos de expectación y sorprenderlo al final. Para conseguir esto jugar con el ritmo es muy eficaz. Continúen con el excelente trabajo de curación (y no es porque me votaron a mí jaja😅) Uds llevan buen tiempo apoyando a los creadores. Saludos

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