[ES-EN] Crónica de una Fiesta de Cumpleaños | Dito Ferrer
Ayer, niño pequeño, estaba lleno de sueños y en mi imaginación me preparaba para una vida llena de aventuras y desafíos.
Hoy, ya adulto, me doy cuenta de que no he dejado de soñar. En cambio, mis sueños han crecido conmigo. Me acompañan adonde voy y me susurran al oído palabras de aliento en los más difíciles momentos.
Pero, ¿qué es madurar? ¿Que significa ser grande? ¿Acaso dejar de pensar la vida en colores? El niño en mí cada vez adquiere más experiencia, sin dejar de jugar. Mi yo adulto cada día descubre lo mucho que de inmaduro tiene.
Cada año intento convencerme de que no me interesa si celebro o no, que ya no estoy para esas tonterías. Pero cada año mi niño interno me grita que quiere comer dulces, saltar, reír. «Este año no será así, muchacho, vuelve a dormirte.»
De todas formas me resigné a la idea de que el día pasara con su cotidiano aburrimiento. Un poco de música y una conversacion agradable, tal vez en la televisión pasarían alguna película interesante.
Una vez salí del cuarto me sorprendió la quietud de mi apartamento. Ni siquiera en los días laborales se aprecia ese silencio. Mis padres no estaban. Sentí un sobresalto y un desasosiego, no acostumbran a salir tan temprano. «¿Se habrán olvidado de mi cumpleaños?» Los últimos días estuvieron callados y un tanto esquivos, al menos esa fue mi impresión. Entre las obligaciones del trabajo y las publicaciones de Hive, apenas me queda tiempo para mantener con ellos conversaciones casuales.
Me vino a la mente los cumpleaños que me celebraban cuando era chico. No los recuerdo todos pero veo las fotos. Siempre me invade una alegría y la necesidad de encogerme hasta el punto de pesar lo suficiente como para que me cargué Papá. «¡Pero que tonterías pienso! Ya estoy demasiado grande para cumpleaños, fiestas y bombonchies»
En los edificios de enfrente sí que alguien celebra. Pasa cada fin de semana. La localidad de Alamar, en el municipio Habana del Este, fue construida en la época de patronazgo soviético. Son edificaciones fuertes pero sin ningún tipo de distinción que la diferencie unas de otras. Y fueron construidas bien junticas. Puedo escuchar las conversaciones de mis vecinos y su música, me guste o no. Hoy es ese el caso. No me quejo, al menos trae un poco de alegría a este día soleado y gris.
Me quedé tan ensimismado escuchando las algarabías ajenas que no sentí cuando mis padres entraron por la puerta. Los rostros brillantes por el sol, pero muy sonrientes y con un brillo especial en los ojos. «¡No lo puedo creer! ¿Qué es esto» Le dije a mi madre mientras se acercó a mí con aquel magnífico regalo. «¡Felicidades, Dito, en tu día!» me dijo envuelta en esa picardía tan suya mientras que mi padre me rodeaba con sus brazos y me daba un beso.
El resto ya es historia. Durante unas horas volví a ser aquel niño pequeño apapachado por sus padres. Volvieron las risas, la fiesta y los bombonchies y un adulto de 37 años se encogió hasta el punto de convertirse de nuevo en ese niño pequeño que disfruta de su cumpleaños (aunque en las fotos les saque medio palmo a cada uno de mis padres)
Espero hayas disfrutado de las fotografías y de esta breve crónica. Para nuestros padres siempre somos pequeños, para el cariño no importa el paso del tiempo. Quiero que te quedes con esta reflexión y que busques siempre maneras de expresar tu amor a las personas que te rodean. Intenta siempre teñir de colores los días grises.
También quisiera expresar mi cariño y mi agradecimiento a @odalisvalle Siempre estás acompañándome en mis momentos de alegría y de tristeza.
ENGLISH
Yesterday, as a little boy, I was full of dreams and in my imagination, I was preparing for a life full of adventures and challenges.
Today, as an adult, I realize that I have not stopped dreaming. Instead, my dreams have grown with me. They accompany me wherever I go and whisper words of encouragement in my ear in the most difficult moments.
But what does it mean to grow up, to stop thinking of life in colors? The child in me acquires more and more experience, without ceasing to play. Every day my adult self discovers how immature it is.
Every year I try to convince myself that I don't care if I celebrate or not, that I'm not up for that nonsense anymore. But every year my inner child screams at me that he wants to eat candy, jump, to laugh. "This year it won't be like that, boy, go back to sleep."
Anyway, I resigned myself to the idea that the day would pass with its daily boredom. With a little music and pleasant conversation, maybe the TV would show an interesting movie.
Once I left the room I was surprised by the quietness of my apartment. Not even on workdays is that silence appreciated. My parents were not there. I felt a startle and uneasiness, they don't usually go out so early. "Will they have forgotten my birthday?" The last few days were quiet and somewhat elusive, at least that was my impression. Between work obligations and Hive publications, I barely have time left to have casual conversations with them.
Birthdays celebrated when I was a kid came to mind. I don't remember them all but I look at the photos. I'm always overcome with joy and the need to shrink to the point of weighing enough that I carried Dad. "What nonsense I think! I'm too old for birthdays, parties, and bombonchies!"
In the buildings across the street, someone does celebrate. It happens every weekend. The town of Alamar, in the municipality of Habana del Este, was built in the era of Soviet patronage. They are strong buildings but without any kind of distinction that differentiates them from each other. And they were built close together. I can hear my neighbors' conversations and their music, whether I like it or not. Today that is the case. I'm not complaining, at least it brings a little joy to this sunny, gray day.
I was so engrossed listening to other people's hullabaloo that I didn't feel it when my parents walked in the door. Faces bright from the sun, but very smiling and with a special twinkle in their eyes. "I can't believe it! What is this" I said to my mother as she approached me with that magnificent gift. "Congratulations, Dito, on your day!" she said wrapped in that mischievousness of hers as my father wrapped his arms around me and kissed me.
The rest is history. For a few hours, I went back to being that little boy being cuddled by his parents. The laughter, the party, and the bombonchies came back and a 37-year-old adult shrank to the point of becoming again that little boy enjoying his birthday (although in the pictures I took half an inch from each of my parents).
I hope you enjoyed the pictures and this short chronicle. For our parents, we are always small, for the affection no matter the passage of time. I want you to keep this reflection and always look for ways to express your love to the people around you. Always try to color the gray days with colors.
I would also like to express my love and gratitude to @odalisvalle You are always with me in my moments of joy and sadness.
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