El aviador mira el mundo al que pertenece a la distancia desde la cual nos mira dios, zurcando el reino de la providencia con tanta libertad, casi como una blasfemia, rodeado de magia y el tenaz ruido de los motores. Desde allá arriba no se escuchan las voces de los hombres, y aún cuando en tiempos de guerra el aviador cae en picada al mundo de los mortales, condenado a la gloria de la muerte y el acero, sus nombres no cesan de zurcar el firmamento, imponentes, casi como una blasfemia...

Este es un pequeño estudio intentando usar un trazo limpio y continuo, usando como referencia una escena de una de las míticas películas del comediante mexicano de la edad de oro Mario Moreno "Cantinflas", en su clásica "A volar Joven" del año 1947. Un estudio rápido para no perder la costumbre mientras reúno el material para volver a trabajar en óleo.