Entre explicaciones y justificación || ¿Aprobación?

¿De verdad debo una explicación? || Desahogo.

Entiendo que crecimos siendo dependientes de nuestra familia, en un entorno de justificación de cada uno de nuestros actos. Pero, si eres un adulto hecho y derecho, te haces cargo de tu vida ¿Por qué debes una explicación cada vez que tomas una decisión personal? ¿Es que acaso necesito estar aprobada para continuar?

A veces, cuando le cuento lo que va aconteciendo en mi vida a alguien, me encuentro justificando mi toma de decisiones, incluso sin que me lo pregunten y luego me digo a mí misma ¿Por qué? Lucho en contra de eso todos los días, es costumbre, supongo. Pero según yo, es una negativa. Sinceramente, no le debo explicación de mis decisiones, acciones, hábitos y gustos a nadie. Y no es que no me importe lo que opine el colectivo, es que en lo que a mí respecta, mi vida es sólo mía.

Quizá parezca prepotencia o pretensión pero es que me molesta que cada cosa que quiera, piense, desee o simplemente haga, tenga que explicarla como si necesitara aprobación. Soy un adulto, madre de familia, con trabajo, un arriendo, que día a día trabaja en la formación de una niña, en la construcción de mi hogar; lo siento pero no, no tengo que decirle a nadie el por qué hago las cosas de la manera que me parezca pertinente.

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Decidí escribir sobre este tema, además de desahogarme, porque también conozco personas grandiosas que pierden tiempo y a veces oportunidades, por el hecho de primero buscar opiniones externas y aprobación o por no estar seguros y avergonzarse, como me pasa o me pasaba antes. Por supuesto que debemos tomar en cuenta los consejos, no me mal interpreten por favor, pero siempre, siempre, hay que sentirse orgullosos de quienes somos, lo que hacemos y lo que queremos siempre que sea en pro de nuestro crecimiento y felicidad.

En contexto, tengo ejemplos: Después de emigrar, tuve que explicar mil veces por qué cantaba en buses y no tenía un trabajo convencional. Explicar por qué vivía en un hostal y no en una residencia, por qué tuve el novio que tuve, por qué vivía con quién vivía. Por qué salí embarazada. Ahora tengo a mi hija Elizabeth, quiero criarla respetuosamente con límites pero sin violencia, todos quieren opinar sobre eso. Está aprendiendo a ir al baño ahora, dicen que es tarde y me veo explicando sobre el control de su esfínter ¿Otro ejemplo? Cuando mi hija tenía 6 meses me fui a trabajar cuidando a una señora durante un año 72 horas a la semana y dejé a mi pareja a cargo de la niña solo todo ese tiempo; tenía que explicarles a los demás porqué trabajaba yo y él no, porqué cuidaba él a la niña, por qué me encargaba yo de todo lo demás, es que si él hubiese sido el que trabajara y yo hubiese estado en casa ¿habría cambiado algo? ¿Eso sí habría estado bien? Fuera de esos temas familiares: Si obtengo un dinero extra, qué hago con él; si no canto ¿por qué? y así sucesivamente...

He aprendido a desprenderme de ese sentimiento de necesitar justificar mis acciones. Trabajo todos los días en hacer lo que me parece correcto, no hacerle daño a nadie, impulsar a mi familia, ser respetuosa con el entorno y lo más difícil, a tampoco juzgar. Esto último quizá es el paso más complicado pero si quiero que los demás respeten mi vida y como la vivo, debo desprenderme también del creer ser la que está en lo cierto y, no es que yo me crea mejor que nadie, es que así somos pero la verdad es relativa y cada quien debe labrar su camino sin sentirse juzgado y sin juzgar a nadie.

Es un arduo camino el del crecimiento personal; crecimos en un orden social que nos hizo inseguros. Donde el más popular, era el que tenía razón, en donde nuestros sueños no tenían valor si nuestra familia no estaba de acuerdo, en el que necesitábamos aprobación. Y por supuesto, un mundo en el que nos creemos superiores al que es diferente, lo creemos débil y estamos equivocados. Todos tenemos el derecho de ser lo que queramos ser, tenemos derecho de ponernos primero, tenemos el derecho de ser nuestra prioridad.

Deseo de todo corazón que todos encontremos esa fortaleza interna que nos haga estar seguros de nosotros mismos, de dejar de justificarnos cuando queramos ser, actuar o pensar diferente. No hay nada de malo en ser quien quieras ser. Me incluyo porque, como les dije, aún trabajo en ello.
¿Y ustedes?

Abrazos apretados a todos los que dudan, ustedes pueden. Todos podemos.

Cleyna.

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