Me sorprendo al cambiar de parecer/ESP-ENG
Avanzo, con la misma mirada de niña, a escribir en esta iniciativa de Empower Talent, administrada magníficamente por nuestra amiga @angélica7. Anoche no pude estar en el programa por la nada sorpresiva ausencia de electricidad. Hoy traigo mi participación para esta iniciativa de @talentos.
Recuerdo que hace un tiempo ponía como límite o como carta de presentación el que no me gustaban las sorpresas. Luego de esta afirmación, llegaba la lista de ejemplos, unos tras otros, desfilaban las razones por las cuales manifestaba, que no me gustaba ser sorprendida. Para escribir este post, luego de transcurrido buen tiempo de esas afirmaciones, asumo que he aprendido a valorar la sorpresa como un elemento de la vida diaria, necesario y útil, para llenarnos de magia. Sin sorpresa no hay emoción, esta llega precisamente por ese elemento, que nos hace abrir los ojos, que nos ensancha el corazón, que agudiza nuestra forma de escuchar y que nos va dando, cada día, una experiencia nueva. A mis siete años llego a vivir a la ciudad de Maracay, por alguna razón mis padres tuvieron que salir de Caracas, donde solo veía cemento. Me llevaron a la playa en algunas oportunidades y jugué con la arena mojada, en la orilla del mar, entretenida con el vaivén de las olas y la brisa marina. Siempre llamaba mi atención y me llenaba de alegría, desde que empezaba a dibujarse esa línea azul a la distancia, que anticipaba un rato maravilloso. Cuando llegué a Maracay me encantó el patio de la casa de mi abuela, era muy grande con una tierra muy fina, que me gustaba sentir en mis pies. «No te quites los zapatos o no juegues con tierra» eran repeticiones innecesarias, porque al primer descuido de los adultos, yo iba a dejar caer este fino polvo de una mano a otra, e iba a introducir mis pies en esa tierra tibia, para disfrutar del mejor momento, que un niño puede tener. La vida siguió y esto dejó de sorprenderme, inclusive llegó a molestarme tener en los pies o las manos alguna sensación arenosa. Con el tiempo también, fui yo quien le decía a mis hijos «no juegues con tierra» La manera de asumir la sorpresa es individual, estoy convencida de que no existe una palabra, que dé una descripción que se adapte fielmente a lo que puedo sentir cuando algo me sorprende. No tengo palabras, solo los recuerdos bien marcados con tinta indeleble en mi memoria, que me vuelven a traer escenas, momentos, rostros, paisajes, imágenes, sonidos, o eventos, que aprietan mi pecho de manera diferente cada uno. Rostros de recién nacidos, que formaron parte de ese círculo vital de mi familia; sabores únicos, cargados de esa sazón, que solo la madre o la abuela podían darle; esa belleza con todos los matices de verde, que ofrece el paisaje hacia los Médanos del Estado Apure; la inigualable voz de mi hija entonando una canción del Quinteto Contrapunto; los dedos de mi hijo haciendo brotar sonidos a una guitarra o creando un instrumento nuevo a partir de un trozo de madera; las canciones compuestas, específicamente para mí, por mi pareja en algún cumpleaños, son hermosas sorpresas. ¿Cómo pude haber dicho alguna vez que no me gustaban las sorpresas? Solo arrogancia o soberbia podría dar ese dictamen. Desde que me levanto cada día recibo las nuevas, siempre surge algo nuevo que provoca una reacción emotiva. Tener la mirada y la receptividad para asumirlas es vivir plenamente. Mi contenido es original. I move forward, with the same childlike gaze, to write in this Empower Talent initiative, magnificently managed by our friend @angélica7. Last night I couldn't be on the program due to the unsurprising absence of electricity. Today I bring my participation for this initiative by @talentos. I remember that a while ago I put as a limit or as a letter of introduction that I didn't like surprises. After this statement, the list of examples arrived, one after another, parading the reasons why I stated that I did not like being surprised. To write this post, after a long time of these statements, I assume that I have learned to value surprise as an element of daily life, necessary and useful, to fill us with magic. Without surprise there is no emotion, it comes precisely because of that element, which makes us open our eyes, which broadens our hearts, which sharpens our way of listening and which gives us, every day, a new experience. When I was seven years old I came to live in the city of Maracay, for some reason my parents had to leave Caracas, where they only saw cement. They took me to the beach on a few occasions and I played in the wet sand, on the seashore, entertained by the sway of the waves and the sea breeze. It always caught my attention and filled me with joy, ever since that blue line began to be drawn in the distance, anticipating a wonderful time. When I arrived in Maracay I loved the patio of my grandmother's house, it was very large with very fine soil, which I liked to feel on my feet. "Don't take off your shoes or don't play in the dirt" were unnecessary repetitions, because at the first carelessness of the adults, I was going to let this fine dust fall from one hand to the other, and I was going to insert my feet into that warm earth, to Enjoy the best time a child can have. Life went on and this stopped surprising me, it even bothered me to have any sandy sensation in my feet or hands. Over time, I was the one who told my children "don't play with dirt." The way to assume surprise is individual, I am convinced that there is no word that gives a description that faithfully adapts to what I can feel when something surprises me. I have no words, only the memories well marked with indelible ink in my memory, which bring back scenes, moments, faces, landscapes, images, sounds, or events, that squeeze my chest in a different way, each one. ![Screenshot_2024-06-12-16-25-27-478_com.miui.videoplayer.jpg](https://files.peakd.com/file/peakd-hive/charjaim/23ycw7jSZJgCpRQkJvEAGtPmBVoYoBvdPTUXDHfnkZsJNXTrFhSsk2nwymFdQz8f YUpBj.jpg) Faces of newborns, who were part of that vital circle of my family; unique flavors, loaded with that seasoning, that only your mother or grandmother could give you; that beauty with all the shades of green, that the landscape towards the Médanos of the Apure State offers; the unique voice of my daughter singing a song from the Counterpoint Quintet; my son's fingers coaxing sounds from a guitar or creating a new instrument from a piece of wood; The songs composed, specifically for me, by my partner on a birthday, are beautiful surprises. ![Screenshot_2024-06-12-16-26-06-448-edit_com.miui.videoplayer.jpg](https://files.peakd.com/file/peakd-hive/charjaim/23uQk43gsvFc5muMJJ9UXDWG98XgKC7xJtJYK1qdzjTPR9DSA1HHYNZ4ne6ptrMT yLkz3.jpg) How could I have ever said I didn't like surprises? Only arrogance or arrogance could give that ruling. Since I get up every day I receive the news, something new always comes up that provokes an emotional reaction. Having the vision and receptivity to assume them is to live fully. My content is original.
Un doble arcoiris siempre es una sorpresa
Mis nietos en una presentación sorpresa.
Dos de mis hijos en un canto coral.Gracias por tu amable lectura.
He utilizado el traductor de Google.
Imágenes propias.
English Version
A double rainbow is always a surprise
My grandchildren in a surprise presentation.
Two of my children in a choral song.Thank you for your kind reading.
I have used Google translator.
Own images.