Con frecuencia pienso en esas características, que pudieran ser dignas de imitar, por alguno de los míos, me refiero a hijos, nietos y personas muy cercanas. Tengo amistades que me dicen: «esto lo aprendí de ti», obviamente, es algo deliberado, no necesariamente tienen por qué seguirme pero lo expresan: «así lo haré».

Por supuesto que mi ego se regodea cuando me hacen ver, que han cambiado un comportamiento, aprendido algo, puesto en práctica una idea, o seguido un consejo, esto lo digo a conciencia, porque reconozco que estamos hechos de muchos retazos.

Yo niña y mi nieto mayor (ya tiene 16 años) y un ligero parecido.

El que un hijo o un nieto tenga un parecido o siga mis huellas, por supuesto que me gusta mucho. Hay aquí mucho de genética, pero también de elección. Hay saberes que me gustaría, que ellos tomaran en cuenta, los pusieran en práctica y quizá en un futuro decir: «esto lo aprendí de mi abuela».

Cuando cocino, son muchas las veces que evoco a la mía y su manera de preparar algún alimento, de ella tengo, además, algunos dichos y expresiones muy ocurrentes, que utilizaba para referirse a algún miembro de la familia, o a alguna situación en particular. Me llegan solas cuando ocurre algún hecho significativo. Aunque yo no era muy apegada con ella, fui la mayor y tuve tiempo de grabar muchas cosas.

Mi padre, con métodos severos inculcó el apego a los libros, el hábito lector, la autonomía, y búsqueda de mis propias ideas, entre otros. Mi madre: el no seguir patrones ajenos, la responsabilidad con los compromisos asumidos, el buen trato, entre otras muchas más.

Tuve buenos docentes en el bachillerato y la universidad, que formaron en mí, hábitos y la disciplina necesaria para mantener el estudio. «Discurran», nos decía un profesor insistentemente en el pedagógico, con el tiempo comprendí a lo que se refería.

Tuve docentes en los posgrados, cuya forma de mostrar nuestros errores era tan diplomática, que nos provocaba el deseo de llegar a fondo y resolver nuestras dudas en la investigación y producción de conocimientos, porque se nos creaba un compromiso con nosotros mismos, difícil de eludir.

Conservo amistades con las cuales puedo pedirles una orientación o ayuda, con la confianza y seguridad de que saldré fortalecida en ese intercambio. Qué buena ha sido la vida que me ha permitido conocer personas de invaluable condición humana.

No pasa un día sin que un recuerdo llegue a mi mente y con él, algún pasaje, que me muestra la influencia que alguien tuvo en mí. Supongo que por haber valorado ese conocimiento, o haberlo aprovechado.

_{Nunca vamos solos.}

No vamos solos, esta plataforma nos ha mostrado el espíritu noble de mucha gente, para ayudar al que tiene un problema, estar pendiente y asesorar, aquí también seguimos huellas mientras marcamos nuestros pasos, si eso es así en un mundo virtual, qué no será en el mundo físico.

El paso más importante sería poder decantar y atesorar esas huellas que dejaron una enseñanza para la vida, dignas de darle continuidad, para que los que vienen detrás puedan también aprovecharlas. Esa idea de trascendencia en lo bueno, en lo positivo, es necesaria porque, repito, no vamos solos.

Gracias por tu amable lectura.

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