Divagaciones 092: "La ¿inevitable? asincronía creativa", por bonzopoe

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A veces quisiera poder escribir más rápido, a la velocidad de mi pensamiento, pero sencillamente no puedo. Escribir puede ser engorroso cuando tus dedos no pueden ir a la velocidad de lo que quieres escribir. A veces Evernote, el programa que uso para escribir y registrar todas mis ideas, se traba momentáneamente, y en lo que reacciona entro en una breve desesperación por el temor de que la idea que quiero registrar se me pueda olvidar.

A veces en mi mente ya tengo varias frases listas, o hasta un párrafo, y experimento las limitaciones de la memoria, a la que basta un instante de distracción para que lo que contiene se borre involuntariamente. Otras veces quiero escribir tan rápido lo que estoy pensando que omito letras o uno palabras, y si dejo para después revisar el texto y corregirlo, cuando lo hago no siempre recuerdo lo que originalmente había escrito, y tengo que esforzarme de más para tener el texto listo, y nunca se si en el proceso alteré sin querer el original.

Otras veces pasa todo lo contrario, sobre todo cuando escribo poesía. Las palabras no fluyen a una velocidad constante, es como si escaparan de alguna parte y tuvieran que burlar a la vigilancia para hacerlo y llegar a ti. Te llega una frase o dos, luego un párrafo, y luego nada, y ahí se queda el texto a medias hasta que de repente de la nada te llega el resto, por partes, o de una sola vez.

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Sentarte a escribir poesía muchas veces es como ir al cine sin saber si va a estar abierto, los horarios de proyección y si van a pasar algo que te pueda interesar ver. Muchas veces tienes suerte y llegas cuando va a iniciar la peli, y otras simplemente te sientas a esperar y nunca abre el lugar. Escribir poesía es como un juego de cartas, a veces te toca una mala mano, y otras te tocan tres ases que salen de la nada y te hacen ganar la partida. Es una aventura llena de incertidumbre, y eso es parte de lo que la hace excitante.

Pero ya sea que las letras te lleguen demasiado rápido o demasiado lento, esa asincronía puede ser un verdadero dolor de cabeza, un fastidio, y si no sabes tener una buena relación con ella, no solo te puede desesperar, sino que incluso puede desanimarte y hacerte claudicar.

Más de una vez he ido por un vaso de agua antes de registrar una idea que se me ocurrió, y eso es suficiente para que así como llego, se marche. A veces despierto por la noche en medio de un sueño que quiero registrar, para luego desarrollar un texto a partir de él, y si me tardo en prender la compu o grabar un audio en mi teléfono, pasa lo mismo, y adiós idea.

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Incluso ahora, esto que leen no es lo que planeaba escribir, pero lo hago porque es una manera de manifestar esta sensación que a veces experimento de estar limitado por la disparidad de velocidades de los actores y/o protagonistas de mi proceso creativo.

Esto que leen surgió a mitad de otro texto, que surgió a su vez a la mitad de otro texto previo, así que caóticos son a veces son estos procesos, y con tal de no dejar ir una idea, uno medio desarrolla una previa, para dar pie el esbozo de otra.

Y es que también es una realidad que así como a veces uno parece una zona de monzones en la que no dejan de llover ideas, otras veces uno es un desierto implacable en el que no hay idea que germine, así que cuando hay ideas, hay que aprovechar, y estos últimos días he tenido lluvias constantes.

Sin embargo, más allá de estas insulsas lamentaciones, la realidad es que somos afortunados aquellos a los que de repente, ya de de un solo golpe, o por episodios como teleserie familiar, nos llegan ideas que casi nos arrastran al ordenador u hoja de papel, confiándonos su llegada a este mundo. Convirtiéndonos en padres putativos de obras que no pocas veces nos cuesta creer que son nuestras.

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En este sentido quienes escribimos somos como esos padres que sin que quede claro como ni porque, a pesar de todo su caos, traen al mundo hijos que acaban haciéndolo un lugar mejor para vivir. Bueno, les dejo que uno de esos hijos ya empezó con las primeras contracciones y hay que cortarle el cordón umbilical, arroparlo y ponerle nombre. Muchas gracias por su lectura y su compañía; nos leemos en la próxima.




©bonzopoe, 2023.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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