Solo soy una mitad

(Edited)

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¿cuanto vale esa sonrisa?

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Soy yo, he sobrevivido, pero no sé si a lo que soy ahora se le puede llamar animado, estás confundido, ¿no? Bueno, es razonable, no te he torturado con mis escritos durante los últimos meses y eso significa que no tienes ni idea de lo que estoy hablando, porque la última vez me despedí expresando que quizás cambiaría mis desastrosas historias diarias por líneas románticas. Para que me entiendas mejor voy a resumir un poco los últimos acontecimientos.

Resulta que la tienda solo estuvo cerrada tres días, el ataque de las abejas y la muerte de Julián no afectaron para nada nuestro empleo, fueron días libres con sueldo completo, cuando regresé me esperaba mucho trabajo, pero lo mejor de todo fue ver a Dana sonriéndome, juro que esa sonrisa, esos ojitos pequeños me provocaron muchos sobresaltos en el estómago y por supuesto en el pecho, y por primera vez sin sentirme inseguro de mi potencial respondí perfectamente a sus gestos corporales, me acerqué a ella y la abracé preguntándole directamente cómo se sentía, sin miedo, sin nervios ante un posible rechazo que obviamente no se produjo. En fin, las cosas fueron sucediendo lentamente durante esa semana, la clientela era escasa al principio, luego fue una locura total cuando se encendió el cartel de la promoción anunciando la llegada del último iPhone a la tienda, (quien dijo que aquí no hay dinero para esos gustos) en serio, no dábamos abasto con tanta gente; sin embargo, hubo otras pequeñas cosas que me hicieron olvidar el estrés generado por tanta gente estúpida, y fue el choque de miradas entre Dana y yo, transformando el ambiente en una intensa picardía que únicamente los dos entendíamos.

Pero, si siempre aparece un, pero en todas las historias, era imposible hablar, había tanto trabajo que tuvimos que doblar los turnos, de hecho éramos los últimos en cerrar y supongo que de alguna manera los jefes tenían que recuperar todo lo que habían perdido, lo bueno de todo esto es que las comisiones de cada uno se triplicaron en beneficios y la verdad es que no me quejé, aunque un par de veces deseé que nos ordenaran salir unas horas previamente de lo acostumbrado para poder invitar a Dana a cenar antes de que el vehículo negro llegara por ella. Cuando se estacionaba frente al negocio y hacía sonar la bocina o cambiaba las luces, llegue a pensar que su padre era uno de esos tipos celosos que cuando quieres saludarle parece que te va a morder literalmente.

En definitiva, parecía imposible iniciar una conversación o tener una cita con esa chica, y yo únicamente me dediqué a trabajar y a hablarle con la mirada, lo cual era genial para romper el hielo, porque cada día de alguna manera nos acercábamos, ella tenía pequeños detalles conmigo y yo hacía lo mismo, siempre le preparaba el café o le llevaba un caramelo con una nota pidiéndole que por favor siguiera sonriendo, porque si lo hacía me devolvía años de vida. Sí, las notas funcionaban, Dana se veía sonrojada y esos huecos que disminuían en sus mejillas eran mucho más visibles, ¿ves? Todo iba perfecto, Psico hasta qué...

Un día, me tocó abrir la tienda, como tenía las llaves esa semana, por supuesto, de pronto empezó a llover muy fuerte, me pareció genial porque me gusta la lluvia y sabía que tendría tiempo para descansar, por lo visto la gente tiene miedo a la lluvia y suele quedarse en casa bajo las sábanas. Después de terminar de revisar los aires acondicionados, poner algunas cosas en orden y preparar un poco de café, me senté en la salita donde esperan los clientes y saqué mi teléfono para escribirle un mensaje a Dana, le envié lo siguiente, "¿La lluvia podrá impedir que vea tu sonrisa hoy?". Automáticamente, lo vio, pero me dejó en espera, no contestó y guardé el teléfono, sintiéndome decepcionado y un poco estúpido "sí podrás verme sonreír" contestó Dana, ¡diablos!, estaba detrás de mí y casi me muero de un infarto, porque no escuché la puerta abrirse y pues…

Finalmente, logramos hablar de todo un poco, la lluvia se hizo más intensa y, por lo tanto, nadie más llego al trabajo, incluso el jefe llamó al teléfono principal, pero Dana se encargó de contestar y le explicó que estábamos solamente los dos al frente de la tienda, lo cual le pareció excelente y se calmó, no sin antes decir que a todos los demás se les descontaría el día por no asistir. Fue perfecto, todo conspiraba para dejarnos solos, desayunamos, hablamos de todo un poco, pero fue extraño cuando pregunte quién era la persona que la recogía en el coche negro todas las noches, porque se puso bastante nerviosa y en vez de contestarme me abrazó y luego me dio un beso, al que respondí muy bien, y es que moría desde hace tiempo por besarla, a pesar de la química y la soledad que nos cubría no pasó de algunos besos y apapachos y de vez en cuando nos interrumpía algún idiota buscando precios de ganga. Ese día le confesé que me gustaba desde la primera vez que la vi y ella tímidamente me contestó que no sabía cómo había sucedido, pero que yo le hacía sentir cosas que nunca imaginó, entonces acordamos conocernos mejor y descubrir que pasaría más adelante, a su vez ella prometió contarme muchas cosas que debía saber antes de continuar en este plan inventado por ambos.

Pasaron las semanas, todo iba perfecto, la charla que ella prometió estaba pendiente, pero por el trabajo y la falta de tiempo no habíamos tenido la oportunidad, aunque estábamos bien, eso era lo importante, conectamos de una manera muy bonita, todos en el trabajo ya se habían dado cuenta y hacían bromas con un posible matrimonio. Empecé a acercarme mucho más a ella e incluso siempre intenté acompañarla mientras esperaba aquel vehículo negro que la recogía todos los días, pero ella se negaba y me pedía que no perdiera el autobús, para no hacerla enfadar y demostrarle que no era intenso, le daba un tierno beso en la frente y me marchaba. Aunque esa noche donde todo cambió, tengo un vago recuerdo de ver un vehículo negro siguiéndome a casa, esa misma noche Psico alguien entró con una máscara de diablo y me disparó dos veces. El primer disparo fue en la clavícula, caí y me arrastré boca abajo tratando de encerrarme en el baño, pero escuché la segunda detonación y un frío recorrió todo mi cuerpo, la espalda me dolía, sentía que me quemaba y todo se volvió negro.

Sí, querido psico he quedado paralítico, incluso mi tía que ha estado pendiente de mí todos estos meses me dijo que caí en coma y hace unas semanas desperté desorientado y con la triste noticia de que no funcionaba de la cintura para abajo, ya ves que soy una cosa extraña, una carga, un bulto lleno de amargura, como sé que soy un ser humano, ¿cómo puedo pretender estar con Dana ahora?



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