[ESP] ¿Y si la planta no está?
Hablar de mí no genera ingresos, ni siquiera alivia, de hecho no genera nada estar ahí acostada mirando al techo. Hablar es una tortura que solo podría explicar el sillón porque siempre lo aprieto fuertemente con los puños para poder resistir y aguantar los 45 minutos.
¿Narrar mi historia?, bueno, probablemente cualquiera que me escuche pensaría que estoy loca. La primera vez fue una sensación bastante extraña, especialmente cuando me indicaron que siguiera por ese pasillo, hasta el final. Una vez dentro lo que más me gustó fue la decoración de las paredes, cuadros muy bonitos y artísticos que se ganaron mi atención, además el olor a tierra húmeda que emanaba de un pequeño huerto cerca de la ventana me transportó al pasado, a mi infancia cuando plantaba con mi abuela y ella me explicaba los beneficios que proporcionaba la tierra si se trabajaba adecuadamente.
En fin, el ambiente era agradable, pero era casi lo mismo que estar afuera, esperar por algunos minutos a que ella dejara de escribir y sus preguntas rompieran el silencio incómodo, mientras tanto, yo mantenía la mirada fija en una pequeña y preciosa planta de cactus que estaba en la mesita cerca de mis pies y me preguntaba por qué algunas personas no valoran su belleza, también es un ser vivo, y es injusto tacharla de peligrosa por estar vestida con lo único que la protege. Creo que siempre me he visto manifestada en esa planta, supongo soy como algo malo que la gente quiere alejar de su vida para evitar que le hagan daño.
Toda mi vida me ha costado confiar en la gente lo suficiente como para pretender que me fiaría sin más de un desconocido que me promete con una sonrisa de oreja a oreja, herramientas eficaces para tratar problemas pasados y presentes, "háblame de ti en general". Confieso que cuando Samantha hizo girar el reloj de arena la primera vez y dijo ¡listo!, lo único que sentí fue angustia al ver cómo el tiempo se deslizaba por el agujero de aquel objeto milenario. Sin embargo, poco a poco me fui acostumbrando, pero a pesar de su amabilidad conmigo empecé a verlo como una ridícula rutina que se repetía eternamente un día de cada mes.
Samantha durante todo este tiempo lo único que hizo fue fruncir el ceño y rellenar un puto papel, una ficha sobre mí justificando su sueldo, en ningún momento que yo recuerde me miró ni nada parecido cuando contestaba sus estúpidas preguntas, aunque me pedía un voto de confianza nunca se enteró de que si le daba la oportunidad y de vez en cuando me giraba hacia ella para mirarla cuando le hablaba.
Ahora que lo pienso, creo que por la forma en que a veces la observaba, cualquiera pensaría que en mi cabeza se estaba formando un plan macabro contra ella; sin embargo, mi mente se quedaba en blanco por segundos, solo quería salir corriendo de allí porque sentía que estaba hablando con un robot, configurado para hacer siempre lo mismo en cada terapia, incluso la secretaria también era un androide que no dejaba de sonreír mientras revisaba su celular y se retocaba el maquillaje.
Por lo demás, normal, siempre cuando se levantaba y me daba la mano en señal de que habíamos terminado, era como salir de cualquier otro sitio donde no consigues nada más que perder el tiempo; sin embargo, lo intenté, de verdad que lo intento.
¿Narrar mi historia, otra vez? Qué pereza, encontrarme hoy con la noticia de que Samantha por motivos personales renuncio al hospital fue como un baldazo de agua fría en la espalda, ¿qué culpa tenemos los que nos esforzamos durante meses en confiar en ella, como para abandonarnos así, sin avisar? Otro psicólogo, no lo entiendo, ¿he avanzado o voy marcha atrás?, aja probar otra vez a ver si funciona, ¿qué coño hago?
De lo que si estoy segura es que me aterra ver el cambio de golpe, puede que ni la planta esté ahí.
Gracias, por lo que no hiciste.
Fuente
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