[ESP-ENG] El alma detrás del horror // The soul behind the horror

El alma detrás del horror

Nadie conoce el verdadero rostro del miedo hasta que me ha visto. No soy una criatura de pesadilla; soy de carne y hueso, aunque deforme de nacimiento. La gente me llama monstruo, pero tengo un nombre, uno que mi madre me susurraba con ternura: Elián.

Nadie se atreve a contar mi historia. No porque falten narradores, sino porque el miedo sella los labios más elocuentes. Vivo en el umbral de la realidad y la leyenda, en una mansión que susurra voces del pasado. Mi presencia es un susurro en la oscuridad, una sombra que se desliza entre miedos olvidados.

En las páginas descoloridas de mis diarios, he registrado los días y las noches que pasan en la penumbra de mi existencia. Cada cuaderno es lo único que tengo parecido a un amigo; a ellos relato y plasmo el día a día en esta antigua mansión, refugio olvidado por el tiempo, y la gente supersticiosa donde los ecos de mis pasos son la única compañía.

Día 3650:

La luna llena brilla con fuerza esta noche, y con ella, mi reflejo en el espejo se hace más nítido. Mis ojos, hundidos en profundas cuencas, observan el mundo con una intensidad que pocos pueden soportar. Mi piel, surcada de cicatrices y manchas, cuenta historias de dolor y rechazo. Mis manos, aunque torcidas, son capaces de crear belleza; tallan en madera los sueños que la gente normal no se atreve a cumplir.

La mansión se alza solitaria en un claro del bosque, con sus muros de piedra cubiertos de hiedra y musgo. Las ventanas, rotas y polvorientas, filtran haces de luz que bailan con las partículas del aire. El viento susurra a través de los agujeros del tejado, creando melodías fantasmales.

Día 3651:

Hoy, un grupo de jóvenes atrevidos ha entrado en mis dominios, en busca de emociones. No sabían que encontrarían su mayor temor. Me escondí en las sombras, observando, esperando. Al menor ruido, sus corazones latían con fuerza, y cuando por fin revelé mi presencia, sus gritos rompieron el silencio sepulcral. No necesito nada más que ser visto para proteger lo que es mío.

Siempre ocurre lo mismo cuando alguien penetra mi refugio, corren al verme y el suelo cruje bajo sus pies. Si supieran que cada tabla puede contar una historia de siglos, que las arañas tejen lo que ven en los rincones de este lugar y que el polvo se levanta como un velo cada vez que alguien intenta perturbar la quietud. Tal vez se darían cuenta de lo interesante que podría ser saber todo esto, conocerme a mí.

Día 3652:

La soledad es una amante cruel. A veces, desearía poder caminar entre la gente sin causar pavor. Pero este es mi destino, ser un monstruo que existe en este umbral entre lo conocido y lo desconocido. Aunque mi apariencia inspira terror, mi alma anhela una conexión, un roce, una palabra amable de alguien.

Hoy, las estatuas del jardín, curtidas por el tiempo, parecen suspirar tristemente. Los árboles retorcidos se inclinan como si guardaran secretos ancestrales, y la niebla se arrastra por el suelo, abrazándolo todo a su paso.

Día 3653:

He comenzado a tallar de nuevo. La madera se rinde bajo mis dedos, adoptando formas de criaturas que solo existen en mi imaginación. Es mi forma de liberar la belleza atrapada en este recipiente grotesco.

En mi taller, las herramientas yacen esparcidas, testigos mudos de mi pasión. Las virutas de madera forman un tapiz en el suelo, y cada obra terminada es un grito silencioso de mi espíritu. Ojalá alguien apreciara este arte tanto como yo lo disfruto.

Día 3654:

Algo diferente sucedió y creo que aún estoy asustado. Una chica joven se perdió en el bosque y encontró el camino hasta mi puerta. A diferencia de los demás, ella no huyó cuando me vio. Sus ojos inocentes no vieron en mí a un monstruo, sino a un hombre. Por un breve instante, sentí lo que es ser humano.

La joven, con su curiosidad, exploró los recovecos de mi morada, tocando las marcas del tiempo con sus pequeñas manos. Su risa resonaba en las paredes, llenando de luz los oscuros pasillos, y yo disfrutaba plenamente respondiendo a cada una de sus preguntas; sentía placer al pasear con ella por toda la mansión.

Pero después de tres días de estar juntos, era hora de volver a casa, le indiqué el camino y ella se despidió con un suave beso en la mejilla, prometiendo volver pronto.

Día 3694

En esta eterna soledad escribo, cada palabra que registro en este diario es un suspiro, un deseo de ser comprendido. Tal vez, algún día, alguien lea estas líneas y vea más allá de la superficie. Hasta entonces, sigo siendo el alma oculta tras el horror.

Sí, escondido en la penumbra de un mundo que no perdona la diferencia, una figura que ha sido malinterpretada como la de un monstruo. Ya que la sociedad, con los ojos entrecerrados por el miedo y los prejuicios, solamente ve en mí la sombra de un ser temible, un eco de antiguas leyendas que susurran advertencias en la oscuridad. Sin embargo, hay una luz de esperanza en esta existencia solitaria: una mujer que, con su mirada limpia de juicios, reconoce que no soy un monstruo, sino un ser humano, un hombre llamado Elián.

Cada día espero el momento en que ella regrese para disipar la oscuridad con su comprensión y bondad; ella es la única que podría demostrar al mundo que, bajo la superficie de lo desconocido, late un corazón valiente y gentil.