HISPALITERARIO 27: "EL ROSTRO DEL CALLEJÓN". (Es - En)

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ESPAÑOL


   Buenos días a todos. Hoy tengo el gusto de compartir mi participación en este 27° Concurso Hispaliterario convocado por @hispapro, @jesuspsoto, @celfmagazine, @literatos, y @writingclub.

   El tema de este concurso es una imagen misteriosa con un rostro ensangrentado, de quien no se conocen ni sexo, ni crímenes, ni los motivos para realizarlos. En base a este misterioso personaje cuya identidad debemos darle, es que vamos a construir nuestra historia. Me complace invitar a mis amigas: @natica83, @evev, y @tere.alv. Para todos los que deseen participar pueden hacerlo a través del siguiente enlace y seguir las reglas del concurso: "Hispaliterario 27/ El misterio del sospechoso".


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EL ROSTRO DEL CALLEJÓN

   Camila iba muy agitada, aceleraba sus pasos lo más que podía, no quería correr para no dejar al descubierto el miedo y la angustia que la embargaban, oraba en su mente por pasar desapercibida pero se sentía vigilada, y un fuerte escalofrío le recorrió la espalda hasta llegar a la nuca, sudaba copiosamente y estrujaba con nerviosismo el bolso que llevaba pegado al pecho bajo la fuerte presion de sus manos.

   Cuando por fin pudo llegar al final del callejón donde se encontraba la vieja fábrica en la que laboraba, se sintió más tranquila, pero no pudo evitar voltear la cabeza hacia el largo pasillo en penumbras y alcanzó a ver una figura que desaparecía con velocidad entre las sombras. No podía creer que hubiera pasado por allí y alguien estuviera acechándola en ese tránsito angustioso. Quiso descartar que pudiera ser una persona, tal vez era un gato, pensó hacia sus adentros. Pero no estaba convencida de ese argumento paliativo.

   Eran casi las 8pm cuando llegó a su pequeño departamento, aún se sentía aturdida por la figura que vio, se preguntaba quién era y por qué no se dejó ver cuándo ella iba pasando por ese lugar. Sentía temor de volver a cruzar el callejón pero era la vía más rápida hasta su casa, si tomaba la otra, el recorrido era más largo. No siempre lo caminaba de noche, eso sólo sucedía cuando debía trabajar horas extra.

   Desde hacía unos meses comenzaron a reportarse varias muertes extrañas en la población, casi todos se trataban de personas conocidas del vecindario. Hombres en su mayoría, el vigilante de un edificio a dos cuadras que era un señor muy amable, el esposo de una amiga de su mamá, una chica aún no identificada, y el muchacho que repartía el periódico. Era natural que sintiera pánico y angustia cuando la agarraba la noche en la calle.

   La chica de 25 años, decidió independizarse de sus padres, y aunque en la fábrica de accesorios de cuero trabajaba hacía unos 5 años, apenas llevaba unos meses viviendo sola. Sentía que necesitaba su espacio, no tenía ninguna relación de pareja, consideraba que aún no estaba preparada para asumir ese paso y le brindaba mucha dedicación a su tiempo sola, era una valiosa relación consigo misma y no deseaba perderla, al menos por el momento.

   La mañana siguiente, cuando se dirigía hacia la fábrica, como todos los días, se encontró con una gran cantidad de gente en la mitad del callejón. No sabía lo que pasaba, y al acercarse mucho más se horrorizó al ver a uno de los supervisores de la fábrica tirado en el pavimento sobre un charco de sangre. Preguntó qué había pasado y un oficial de los que se encontraban revisando la escena del crimen, le respondió:


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   —A este hombre lo asesinaron con un cuchillo, y por la temperatura de su cuerpo, y la consistencia de la sangre, todo indica que el crimen fue entre las 8 y las 9 de la noche.

   Camila sintió que todo le daba vueltas, las piernas se le doblaban, tenía náuseas. Sin inspirar suspicacias ni demostrar su nerviosismo, se escurrió lentamente entre la multitud y llegó a la fábrica. Se recostó en un sillón del cuartito donde solían reposar los empleados, nadie había llegado aún. No lo podía creer, el supervisor Yépez asesinado, casi a la misma hora en que ella pasaba por el callejón y también cuando advirtió la figura en las sombras. ¿Quién sería entonces el que estaba escondido en la penumbra? ¿Yépez? O el mismísimo asesino. Quién la acechaba y por qué no le hicieron o dijeron nada. Todo era muy extraño y turbio.

   Se lavó el rostro, tomó un poco de café, intentaba ordenar sus ideas, pero en el intento se confundía más. Llegaban más dudas e interrogantes. Decidió regresar a la escena del crimen para buscar respuestas a sus preguntas. Todos los empleados se encontraban allí, murmuraban, se preguntaban cosas igual que ella, pero ella tenía más preguntas que ellos. Tenía poco tiempo conociendo a Yépez, lo transfirieron de otra ciudad, y desde que llegó había intentado enamorarla pero sin resultados. Ella siempre le dejó claro que sólo podían tener una amistad.

   ¿Qué hacía Yépez a esa hora en el callejón si él vivía del otro extremo de la ciudad? Las preguntas se tropezaban en su mente. Los oficiales preguntaron cuántos de los empleados tomaron ese callejón para regresar a sus casas la noche pasada, y Camila tuvo que manifestar que ella era una, pero que pasó por allí antes de las 8 y no vio a nadie. No se atrevía a decir que había divisado una figura en la penumbra, no sabía si el asesino estaba entre los presentes y con eso lo alertaba de que ella había visto algo.

   Para sembrar más pánico en los presentes, los oficiales mostraron un rostro plasmado con sangre detrás de un contenedor de basura, y un letrero que decía: "Estoy muy cerca". Parecía ser la imagen de un rostro masculino, con bigote, y una pequeña barba al final de su quijada. Camila trató de buscar en su mente algún parecido con alguien conocido pero no había ningún registro guardado que le pudiera indicar alguna semejanza. Desde ese día entró en pánico y se sintió más acechada, miraba para todos lados al caminar buscando entre los rostros de los transeúntes alguno que tuviera igualdad con el rostro dibujado en el callejón.


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   Al mes, tomó la decisión de abandonar la fábrica e irse a otra ciudad. Rentó un pequeño Town house cerca de la estación de ferrocarril, y consiguió trabajo de recepcionista allí mismo. Habían pasado dos años, ya se sentía más tranquila y hasta había olvidado los sucesos del callejón. Julián, un antiguo compañero de la fábrica, fue a visitarla un fin de semana, se sintió bien en su compañía, le confesó que siempre había sentido un afecto especial por ella pero no quería avanzar más para no dañar la amistad que tenían. Para la sorpresa de él, Camila aceptó comenzar una relación y ver si las cosas iban bien entre ellos.

   Julián y Camila llevaban dos meses juntos, él se mudó en el mismo urbanismo donde ella estaba rentando, casi a una cuadra de su domicilio. Consiguió trabajo en una papelería que quedaba cerca de la estación del ferrocarril, y eso les permitía salir a almorzar juntos en sus descansos, y pasar buscándola al salir del trabajo.

   Aquella tarde, Camila se extrañó al ver que Julián no regresaba por ella. A esa hora la papelería ya había cerrado. Siempre terminaba de laborar antes de que ella entregara la guardia en la recepción. Salió a caminar por los alrededores de la estación, y a unos metros se encontró con un tumulto de gente rodeando lo que parecía ser un cuerpo inerte en el piso. Sintió una presión muy grande en el pecho y un mal presentimiento. Al acercarse al cadáver, pudo comprobar que era Julián, se lanzó sobre él gritando. Las lágrimas no la dejaban ver bien, no lograba discernir el suceso, un oficial la retiró, le hacía preguntas pero ella estaba en el limbo. Al lado de su novio estaba tirado un cuchillo, había sangre por todos lados, y en ese momento que pudo limpiar un poco las lágrimas en su rostro, y aclaró sus ojos, reparó en una imagen dibujada con sangre en el piso, a unos centímetros del cuerpo del hombre, era el mismo rostro del callejón, y tenía un letrero que decía: Mírame bien, estoy muy cerca. ¿Ya sabes quién soy?

   Era evidente que los asesinatos estaban relacionados con ella, pero no entendía quién podía ser, sólo un enfermo mental que de paso dejaba pistas para ser descubierto, y no le importaba que ella pudiera descubrir de quién se trataba. Pero a su mente no llegaba nadie. Se regresó a su pueblo y volvió a la casa de sus padres. No quería estar sola. También habló con los oficiales de la policía y les relató todo desde el principio. Los días pasaron mientras ella se había quedado en su casa descansando y tratando de recuperarse de lo sucedido, sus nervios no estaban bien. Habían sido muchos eventos seguidos y aún no sabía de quién era el misterioso rostro del callejón.

   Sonó la puerta mientras Camila y su mamá terminaban de recoger los platos de la cena, y escuchó voces de hombres hablando en la sala con su papá. Al acercarse, vio que eran dos de los oficiales a cargo del caso de los asesinatos. Llevaban tiempo investigando, y la declaración de ella les dio datos precisos hacia dónde indagar. Revisaron las fichas de empleados antiguos de la fábrica y había un hombre que nunca dejó de laborar allí pero nunca estaba presente, era alguien de confianza de los dueños, e incluso, habitaba en un cuartito posterior al final del depósito. Le mostraron su foto a Camila y al verlo fijamente lo reconoció, él era una especie de velador nocturno, pero eso no le dijo nada. Cuando le mostraron una foto actual, casi se desmaya del impacto, era idéntico al rostro plasmado en sangre.

   Los oficiales lo tenían detenido, y en sus interrogatorios pudieron descubrir que vigilaba cada paso de Camila, que la celaba de todos los hombres que se acercaban a ella, el vigilante del edificio vecino la ayudó algunas veces con las bolsas del mercado, el chico que repartía periódicos conversaba con ella muchas veces cuando dejaba un ejemplar en su buzón, el esposo de la amiga de su mamá la llevó varias veces a la fábrica, Yépez la enamoraba y Julián se hizo su novio. Todos esos móviles lo impulsaron a asesinarlos, la única muerte que no mencionó fue la de la chica desconocida, parecía quedarse en trance cuando la mencionaban. Camila no podía creer todo aquello, siempre tuvo al asesino cerca y ella huyendo de él por las calles. Después de enjuiciarlo, ella y sus padres vendieron su casa y se fueron a otro lugar lejos de ahí. Sintió la necesidad de partir de cero, y tratar de sanar su mente, ahora que el rostro misterioso ya tenía dueño.

Autora: Ana C. Rivero Foucault (Venezuela)




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ENGLISH


   Good morning to all. Today I am pleased to share my participation in this 27th Hispaliterario Contest called by @hispapro, @jesuspsoto, @celfmagazine, @literatos, and @writingclub.

   The theme of this contest is a mysterious image with a bloody face, whose sex, crimes and motives are unknown. Based on this mysterious character whose identity we must give you, is that we will build our story. I am pleased to invite my friends: @natica83, @evev, and @tere.alv. For all those who wish to participate, you can do it through the following link and follow the contest rules: "Hispaliterario 27/ El misterio del sospechoso".


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THE FACE OF THE ALLEY

   Camila was very agitated, she accelerated her steps as much as she could, she did not want to run so as not to expose the fear and anguish that overwhelmed her, she prayed in her mind to go unnoticed but she felt watched, and a strong shiver ran down her back until it reached the back of her neck, she was sweating profusely and nervously squeezing the bag she was carrying tightly to her chest under the strong pressure of her hands.

   When she finally reached the end of the alley where the old factory where she worked was located, she felt calmer, but she couldn't help turning her head towards the long darkened corridor and caught a glimpse of a figure disappearing rapidly into the shadows. She could not believe that she had passed that way and someone was stalking her in that anxious transit. She wanted to rule out that it could be a person, maybe it was a cat, she thought to herself. But she was not convinced of that palliative argument.

   It was almost 8pm when she arrived at her small apartment, she still felt stunned by the figure she saw, she wondered who it was and why it didn't show itself when she was passing by that place. She was afraid to cross the alley again but it was the fastest way home, if she took the other way, it was a longer walk. He didn't always walk it at night, that only happened when he had to work overtime.

   A few months ago, several strange deaths began to be reported in the town, almost all of them were people known in the neighborhood. Mostly men, the watchman of a building two blocks away who was a very nice man, the husband of a friend of her mother's, an unidentified girl, and the boy who delivered the newspaper. It was natural for her to feel panic and anguish when she was caught in the night on the street.

   The 25-year-old girl decided to become independent from her parents, and although she had been working in the leather accessories factory for about five years, she had only been living alone for a few months. She felt that she needed her space, she did not have any relationship, she considered that she was not yet ready to take that step and she was very dedicated to her time alone, it was a valuable relationship with herself and she did not want to lose it, at least for the moment.

   The next morning, on her way to the factory, as she did every day, she found a large crowd of people in the middle of the alley. He didn't know what was going on, and as he got much closer he was horrified to see one of the factory supervisors lying on the pavement in a pool of blood. He asked what had happened and one of the officers checking the crime scene replied:


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   —This man was killed with a knife, and from the temperature of his body and the consistency of the blood, everything indicates that the crime took place between 8 and 9 o'clock at night.

   Camila felt that everything was spinning, her legs were buckling, she was nauseous. Without inspiring suspicion or showing her nervousness, she slowly slipped through the crowd and reached the factory. He leaned back in an armchair in the small room where the employees used to rest, no one had arrived yet. She could not believe it, supervisor Yépez murdered, almost at the same time she was passing through the alley and also when she noticed the figure in the shadows. Who would be the one hiding in the shadows? Yépez? Or the murderer himself. Who was stalking her and why didn't they do or say anything to her. It was all very strange and murky.

   She washed her face, drank some coffee, tried to put her thoughts in order, but in the attempt she became more confused. More doubts and questions came to him. He decided to return to the crime scene to look for answers to his questions. All the employees were there, murmuring, wondering things just like her, but she had more questions than they did. She had only known Yépez for a short time, he had been transferred from another city, and since he arrived he had tried to make her fall in love with him, but to no avail. She had always made it clear to him that they could only be friends.

   What was Yépez doing at that hour in the alley if he lived at the other end of town? The questions kept stumbling through his mind. The officers asked how many of the employees took that alley to return to their homes last night, and Camila had to say that she was one, but that she passed by there before 8 o'clock and saw no one. She did not dare to say that she had seen a figure in the shadows, she did not know if the murderer was among those present and that alerted him that she had seen something.

   To further panic those present, the officers showed a bloody face behind a dumpster, and a sign that read: "I am very close". It appeared to be the image of a male face, with a mustache, and a small beard at the end of his jaw. Camila tried to search her mind for any resemblance to someone she knew, but there was no record kept that could indicate any similarity. From that day on she panicked and felt even more haunted, she looked everywhere as she walked, searching among the faces of passersby for someone who looked like the face drawn in the alley.


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   Within a month, he made the decision to leave the factory and move to another city. She rented a small town house near the train station and got a job as a receptionist there. Two years had passed, she felt calmer and had even forgotten the events of the alley. Julian, a former factory colleague, came to visit her one weekend, he felt good in her company, he confessed to her that he had always felt a special affection for her but did not want to go any further so as not to damage the friendship they had. To his surprise, Camila agreed to start a relationship and see if things went well between them.

   Julian and Camila had been together for two months, he moved into the same housing development where she was renting, almost a block away from her home. He got a job at a stationery store near the train station, and that allowed them to go out to lunch together on their breaks, and to look for her when they left work.

   That afternoon, Camila was surprised to see that Julián did not return for her. By that time the stationery store had already closed. He always finished his work before she handed in the guard at the reception desk. She went for a walk around the station, and a few meters away she found a crowd of people surrounding what appeared to be an inert body on the floor. He felt a great pressure in his chest and a bad feeling. As she approached the corpse, she could see that it was Julian, she threw herself on him screaming. Tears did not let her see well, she could not discern the event, an officer took her away, he asked her questions but she was in limbo. A knife was lying next to her boyfriend, there was blood everywhere, and at that moment she was able to wipe a little of the tears from her face, and cleared her eyes, she noticed an image drawn in blood on the floor, a few centimeters from the man's body, it was the same face from the alley, and it had a sign that said: Look at me well, I'm very close. Do you know who I am?

    It was evident that the murders were related to her, but she did not understand who it could be, only a mentally ill person who in passing left clues to be discovered, and she did not care that she could discover who it was. But no one came to her mind. She went back to her village and returned to her parents' house. She did not want to be alone. She also talked to the police officers and told them everything from the beginning. The days passed while she had stayed at home resting and trying to recover from what had happened, her nerves were not well. It had been many events in a row and she still didn't know whose mysterious face was in the alley.

   The door rang as Camila and her mom finished picking up the dinner dishes, and she heard men's voices talking in the living room with her dad. As she approached, she saw that they were two of the officers in charge of the murder case. They had been investigating for some time, and her statement gave them accurate information on where to look. They checked the records of former employees of the factory and there was a man who never stopped working there but was never present, he was someone the owners trusted, and even lived in a small room at the back end of the warehouse. They showed his picture to Camila and when she saw him she recognized him, he was a kind of night watchman, but that didn't tell her anything. When they showed her an actual photo, she almost fainted from the impact, it was identical to the face in blood.

   The officers had him in custody, and in their interrogations they were able to discover that he watched Camila's every step, that he was jealous of all the men who approached her, the watchman of the neighboring building sometimes helped her with the bags from the market, the boy who delivered newspapers talked to her many times when she left a copy in his mailbox, the husband of her mother's friend took her to the factory several times, Yépez made her fall in love and Julián became her boyfriend. All these motives drove him to murder them, the only death he did not mention was that of the unknown girl, she seemed to stay in a trance when she was mentioned. Camila could not believe all that, she always had the murderer close to her and she was running away from him through the streets. After prosecuting him, she and her parents sold their house and moved to another place far away from there. She felt the need to start from scratch, and try to heal her mind, now that the mysterious face already had an owner.

Author: Ana C. Rivero Foucault - Venezuela.



FUENTES DE IMÁGENES // IMAGE SOURCES

Estación del tren - Cortesía de Pixabay // Train station - Courtesy of Pixabay
Sombra cortesía de Pixabay // Shadow courtesy of Pixabay
Callejón cortesía de Pixabay // Alley courtesy of Pixabay
Imagen de Hispaliterario 27 cortesía de Literatos // Hispaliterario 27 image courtesy of Literatos


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Ay mi Dios, iba leyendo y más intriga me daba saber quién era el asesino. Muy interesante su cuento y espeluznante.

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Gracias mi bella.
Valoro mucho tu apreciación.
🌷✨😘

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Gracias bellos por su reporte.

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¡Eso es genial @annafenix! ¡Estamos emocionados de ver tu progreso en Hive! ¡Estamos ansiosos por verte lograr el próximo!

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Una intensa historia que nos regalas hoy. Un psicópata al acecho de la joven mujer que al final supo quién era el hombre del retrato. Excelente historia y muy bien narrada.

Gracias por compartir.
Buen día.

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Muchas gracias por tu apreciación, es muy valiosa para mí.
Feliz día. 🌷✨

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Obsesiones que se vuelven peligrosas. Interesante historia, muy intrigante. Te felicito por tu dedicación y esmero.

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Sí amiga, a veces no les damos importancia pero las mentes así son de cuidado. Muchas gracias por tu apreciación.

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¡Qué narrativa! Con la primera línea quede'atrapado hasta el final...

¡Felicitaciones!

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Muchas gracias maestro, su apreciación es muy valiosa para mí. ✨

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¡Un placer para mí!

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Saludos, estimada, @annafenix, interesante tu post, expresada la gangrena de un sistema putrefacto

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Cierto amigo; caras vemos, mentes y corazones no sabemos. Gracias por pasar a visitarme. Saludos! ✨

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