Un saludo amistoso queridos Hivers, me da gusto estar una vez más en la hermosa comunidad de Holos&Lotus esta vez para participar en el espacio Autocontrol. Domando los Impulsos propuesto por la querida compañera @damarysvibra quien, como siempre, nos ha planteado el tema del autocontrol de una manera fenomenal y apropiada para conversar y tejer con nuestras experiencias un sinfín de aprendizaje.

En esta ocasión el tema me ha tocado partes muy sensibles, ya que hasta hace poco tiempo pude conectarme con la importancia del autocontrol. Por supuesto que había escuchado sobre esto y hasta había pensado que ya lo dominaba, pero conforme me he ido redescubriendo asumí que es muy largo el camino que me queda por recorrer, por suerte tengo una gran maestra @jetta.amaya mi compañera de vida y de sueños, de quien he aprendido cosas muy importantes a cerca del autocontrol.

Por mucho tiempo naturalice la impulsividad y pensé que era una elección, en parte porque hay un montón de elementos socioculturales que tributan a que siempre estemos actuando desde lo instintivo y lo impulsivo. Uno de ellos es la inmediatez, en las últimas décadas la humanidad ha tenido que enfrentar guerras, accidentes nucleares, crisis económicas y enfermedades, el mejor ejemplo de esta última fue el covid-19, una pandemia inesperada que nos aterro a todos y nos recordó la fragilidad de nuestra existencia. Toda esta incertidumbre con la que hemos tenido que aprender a lidiar prácticamente sin ninguna herramienta, nos ha arrastrado a vivir el aquí y el ahora, vivirlo pronto, vivirlo ya, pues no sabemos que desastre nos espera a la vuelta de la esquina.

No digo que esto sea algo consciente, creo que es una secuela de todo lo que nos ha tocado vivir, de alguna manera hemos enfermado emocionalmente. Por eso siento que esto se expresa en nuestro día a día en la impulsividad con la que vivimos, pues no estamos educados socialmente para actuar premeditadamente. También creo que vivir apresuradamente, nos aleja del autoconocimiento, pues es muy poco el tiempo que nos damos para explorar nuestro interior.

Así que fue una tarea larga y llena de tropiezos darme cuenta de la gravedad de mis impulsos, pues siempre pensé que tenía todo bajo control, que yo decidía cuando quería dejarme llevar y cuando manejar la situación apropiadamente; pero lo cierto es que todo se me salía de las manos y simplemente me dejaba arrastrar por mis impulsos hasta que me estrellaba con las consecuencias y todos sabemos que en este punto arrepentirse no sirve de nada.

Gracias a la vida, cuento con el acompañamiento amoroso de mi querida Jetta, una mujer increíble que me ha enseñado a través de sus ejemplos. Admiro mucho la forma de actuar y reaccionar de Jetta, la inteligencia integral con la que disfruta su vida y la comparte conmigo. No quiero decir que me dedique a compararme con ella, porque sé que somos diferentes en todo y esa es una de las cosas que más nos gusta de estar juntas. Pero si he descubierto formas diferentes de hacer las cosas, de vivir, de disfrutar y de crecer como persona.

Lo mejor de todo es que Jetta me ha ayudado a enfrentar mi impulsividad de manera muy sutil, en las pequeñas cosas del día a día. Recuerdo hace un tiempo unas amigas nos escribieron en la noche para invitarnos a salir, hacía tiempo que no veíamos a una de ellas porque vive en otra comunidad y por esa noche estaría en la nuestra, así que era un buen momento para compartir. En ese momento Jetta me recordó que al otro día teníamos que ir a trabajar temprano, yo le dije que fuéramos un rato y nos regresáramos a casa temprano, pero Jetta seguía sin estar muy convencida, me dijo: Ya son las 11 ¿qué tan temprano podríamos regresar?

Recuerdo que me enoje mucho, le dije que no todo tenía que ser tan cuadrado, que podíamos romper el orden de vez en cuando. Jetta me dijo que si quería fuera yo sola, pero que ella no iría. Allí termino nuestra discusión y me detuve a pensarlo, porque yo estaba convencida de que las cosas había que hacerlas cuando el cuerpo nos lo pedía, si nos daban ganas de salir pues había que hacerlo, disfrutar y después si nos trasnochábamos o pasábamos todo el día cansadas, pues tampoco era gran cosa. Pero ese día, me lo cuestione por primera vez, pensar así me había hecho creer por mucho tiempo que eso era ser libre, hacer lo que una quería cuando quería; pero me lo replantee y entendí que no tener la capacidad de decidir con lucidez es una forma de esclavitud.

Me quede pensando en esto y por supuesto no fui a reunirme con nuestras amigas. Al otro día fuimos a nuestro trabajo e hicimos una gran actividad. Al terminar le di las gracias a Jetta, pues gracias a su cuestionamiento había aprendido cosas muy importantes la noche anterior. Claro que si hubiese ido con nuestras amigas no habría ocurrido nada grave, pero me habría trasnochado, al otro día habría estado muy cansada, poco concentrada y tal vez no habría disfrutado de la actividad tanto como lo hice ese día.

En ese momento no lo tenía tan claro, pero desde ese día he visto con mayor claridad los momentos en los que me estoy dejando llevar por la euforia de la alegría o de la rabia. Incluso estoy desarrollando más mi conciencia corporal, para diferenciar como se siente mi cuerpo cuando me empieza a atropellar un impulso. Y creo que no existe mejor forma de educarnos que en estas pequeñas cosas del día a día.

Una hermosa canción infantil llamada “El tonto de papel” compuesta por Ada Elba Pérez, nos cuenta la historia de un papalote testarudo, que por actuar a través de sus impulsos termina muy mal, el coro canta así:

_{“Esta es la historia fiel
del tonto de papel
Porque los papalotes no llegan lejos
Cuando se van sin hilo y sin carretel”}

source/fuente

Creo que el autocontrol es ese hilo y ese carretel con los que regulamos el alcance de nuestras acciones y tomamos conciencia de cuando es apropiado volar alto y lejos, y cuando nos conviene recogernos y mantenernos a salvo. Les dejo la canción para que la disfruten. Fue todo un placer participar en este bello conversatorio, agradecida por el espacio me despido cariñosamente hasta la próxima vez.