No quiero
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El desván es un espacio para sentarse a leer mis historias, poemas, reflexiones y otras manifestaciones literarias, donde la realidad y la ficción se entrelazan dándole a la vida esa magia de lo indecible. Un lugar para soñar, reír, llorar, transportarnos a mundos, cercanos y lejanos, embarcados en la nave más rápida que se haya inventado: la imaginación.
-No quiero.
-Si no llamas a tu esposo lo mataré primero a él y luego a ti.
Está en una situación muy difícil en la que siente culpable, ya que se dejó llevar por su desamor y permitió que una tercera persona se sumara a sus afectos.
Lo conoció en el supermercado e instintivamente le atrajo su personalidad e inteligencia.
Fue como un cortocircuito en medio de la debacle eléctrica en la que se encontraba sumergida su relación de casi diez años con su esposo, que comenzó por su imposibilidad de tener hijos y la negativa de él de adoptar alguno.
Después de varias citas en las que fueron conociéndose, aprovechando los continuos viajes de su esposo, decidió pasar a algo más íntimo y aceptó verlo en un sitio solitario para luego ir hasta algún nido de amor.
Todo parecía normal y no le extrañó que el tomara una vía poco transitada.
Tras decenas de minutos de camino llegaron a una casa a orillas de una laguna y el aspecto descuidado de esta prendió la alarma en su instinto.
-¿Dónde estamos? –le preguntó.
-Pronto lo sabrás. Le respondió secamente.
Ya no era el hombre cariñoso y afable que estaba acostumbrado a ver.
Abrió su puerta y le indicó.
-Bájate del auto y camina hacia la casa.
Obedeció.
Entraron a un oscuro salón y él encendió una lámpara de aceite.
Allí le explicó la situación.
Estaba secuestrada y debía llamar a su esposo y pedir que trajera una cantidad de dinero al lugar donde se encontraban.
Se negó pero tras la amenaza no tuvo más remedio que cumplir las órdenes, más aún cuando un revolver la apuntaba en la frente.
Este se encontraba regresando de un corto viaje a una población vecina.
Tras algunos momentos de incertidumbre aceptó pagar el rescate pedido y no avisar a las autoridades.
Lloró de arrepentimiento.
Pensó que no le importaría su destino.
Por otra parte su amante, aunque nunca hubiesen tenido relaciones sexuales, mostraba su verdadera personalidad de hombre de bajos instintos y sin ningún tipo de consideración la amarró a una destartalada silla y amordazó.
Las horas se transformaron en siglos y al mediodía del siguiente día, cuando la voz de su esposo rompió el silencio de la maltrecha vivienda tuvo un presagio infernal que se cumplió minutos después, cuando su captor, sin piedad ni mediar palabras, mató a su pareja de tres disparos y luego hizo lo propio con ella.
Dos días después, alertados por unos jóvenes que fueron a la laguna y vieron el vehículo de la pareja llegó la policía y consiguió los cuerpos.
Lo primero que dijo el que lo hizo fue.
-¿Qué pasó aquí?
Reseñado por @joseph1956 para
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