Mi Tributo a un Deportista y Ser Humano Ejemplar. (Una Historia Personal)
Mi Tributo a un Deportista y Ser Humano Ejemplar.
Todos tenemos un ídolo en nuestra etapa de la niñez, en cada familia venezolana tenemos variedad de personalidades y caracteres, por ejemplo, el tío que cuenta los mejores chistes, el que vive lejos y al llegar a casa de los abuelos, le alegra la vida a los viejos y a todos sus amigos, el que te enseña a pelear para defenderte en la escuela, el que rompe las piñatas en los cumpleaños de los niños o el que con sus vivencias en los deportes te ilustra. Bien, creo que esta gran persona reunía todas esas virtudes que les acabo de mencionar, porque ocupó todos estos aspectos en la familia, sus visitas eran motivo de reunión familiar y sus enseñanzas, clases privadas de disciplina.
Me cuenta mi padre entre sus innumerables anécdotas que, durante la adolescencia su hermano presentó una etapa de crecimiento impresionante, por lo que a sus apenas 14 años ya sobrepasaba los 1,85 mts y al llegar a los 18 años ya había alcanzado su estatura definitiva de 1, 91 mts. Pronto se hizo notar ente sus compañeros en el liceo José Antonio Páez de Acarigua Estado Portuguesa, ya que además de sobresalir por su tamaño, también lo hacía por su facilidad natural para jugar cualquier deporte, entre ellos el Béisbol, Voleibol, Boxeo y por supuesto, el deporte de sus amores, el baloncesto.
Frente al histórico Liceo Páez, se encuentra el gimnasio cubierto Wilbaldo Zabaleta, máximo escenario para las diversas actividades deportivas del municipio y sede del último campeonato de Bravos de Portuguesa en la Liga Nacional de Baloncesto en 2.012 (Fui testigo desde las gradas aquel 8 de diciembre). Allí en ese recinto tradicional de las ciudades gemelas Acarigua Araure, tuvo lugar una de las hazañas más grandes de ese atento familiar que hoy he perdido, al anotar nada menos que 67 puntos en un partido entre el seleccionado de Portuguesa versus Cojedes, a mediados de los años 70, cifra que hasta la actualidad es el récord de mayor cantidad de puntos anotados por jugador alguno en la historia local. El entrenador histórico de baloncesto en el Gimnasio, el popular Leo, es el más fiel testigo de aquella tarde que vio brillar al hijo pródigo del Barrio Paraguay, al hijo de los abuelos Eladio y María, Amado Torrealba.
Ya a finales de los años 70, precisamente entre 1.976 y 1.979, literalmente mientras yo estaba naciendo, fue convocado como un novel talento para reforzar al equipo “llamado así para ese entonces” de Legisladores de Carabobo, quienes en pocos años se transformaron en el tradicional Trotamundos. Con ese equipo fue firmado mi Tío Amado, quien hizo amistad y trato con los jugadores de aquella época del génesis del baloncesto en Venezuela, nombres como el famoso Sam Sheppard, Tulo Rivero y luego a Alfonso Smith, entre otros, eran personas conocidas en los encuentros de entonces.
Era toda una carrera en pleno ascenso, cuando un fatídico día, el zurdo durante un partido de entrenamiento tuvo una aparatosa caída, en la que se fracturó el brazo derecho (doble fractura), que prácticamente acabó con su carrera mientras esta apenas comenzaba. Un sueño frustrado que fue superando con el paso del tiempo y con su recuperación. Allí continuó sus estudios en educación física y deportes, con una de las pocas becas a las que había acceso por esos tiempos.
Fue así, como pudo culminar su carrera universitaria y desempeñarse como un destacado profesor y posteriormente entrenador del liceo Pedro Gual, quedando Campeones en los juegos escolares en años consecutivos. Posteriormente, prestó sus servicios para colegios privados, también obteniendo buenos resultados. Siempre estuvo ligado al deporte, en el año 1.995 estuvo como personal técnico del equipo de ciclismo del Estado Carabobo, visitando varias ciudades del vecino país Colombia. Ya en los años previos a esta desastrosa pandemia, se dedicaba a la elaboración y comercialización de uniformes deportivos, empresa en la que le fue muy bien en lo económico y social. Siempre comentaba de sus grandes amistades gracias al mundo deportivo y era considerado por sus más allegados, como un gran conocedor de la historia del boxeo nacional y mundial.
Lamentablemente ha sido una de las víctimas de esa terrible enfermedad llamada Covid-19, con la cual batalló durante más de un mes. Sus amigos del baloncesto, siempre estuvieron presentes apoyándolo, pero lamentablemente el día de ayer, en su apartamento, en la ciudad de Valencia Estado Carabobo, dio su último respiro en este mundo terrenal, a los 64 años de edad. Un profundo pesar en la familia, sentimientos de rabia ante la situación del país en la que es difícil viajar de un Estado a otro y el hecho de que por haber padecido esa enfermedad, no se le permitía estar allá. Solo se permisó la presencia de dos de sus familiares más cercanos, una de sus hijas y una hermana. Pero será recordado como el hombre que le dio alegría a una gran familia, dejó grandes experiencias y aprendizaje para todos. En el deporte, un titán, en su hogar, un gran padre.
Honor a quien honor merece. Descansa en la gloria de nuestro creador.